Recuerdos gaditanos de Alejandro Lerroux

Historias de Cádiz

De joven residió en los pabellones militares de La Bomba y estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza

En 1935 vino a nuestra ciudad para saludar a una antigua novia en la Casa Oviedo

Gaditanos con Lerroux en la puerta del Hotel Palace, Madrid 1935 / Archivo

Muy pocos gaditanos sabrán hoy quien era Alejandro Lerroux García. Sin embargo fue un relevante político republicano del primer tercio del siglo XX y que guardó especial relación con Cádiz, ciudad en la que contaba con infinidad de partidarios. Lerroux fue diputado, ministro y tres veces presidente del Gobierno durante la Segunda República.

Había nacido en La Rambla (Córdoba) en 1864, llegando a Cádiz cuando era un adolescente. Residió en los pabellones militares de La Bomba ya que su padre era veterinario militar. Estudió en el Instituto de Segunda Enseñanza de nuestra ciudad y aquí falleció su madre. A pesar de su agitada vida política, con varias condenas de prisión y años de destierro, siempre conservó sus amistades y relaciones gaditanas.

Tuvo multitud de oficios (la carrera de Derecho la terminó con 58 años), destacando en el periodismo político republicano y de extrema izquierda.

La carrera política de Lerroux comenzó en Barcelona en 1901 como diputado, A lo largo de su vida pasó del extremismo de izquierdas y anticlerical a unas posiciones moderadas y de colaboración con las derechas durante la Segunda República.

En sus primeros años fue llamado “el emperador del Paralelo”, por el gran predicamento que tenía entre la clase obrera catalana. Lerroux hizo frente con éxito a los nacionalistas catalanes a los que siempre venció en las urnas. Eran años en los que pedía a los jóvenes, “alzad el velo de las novicias y elevadlas a la categoría de madre, penetrar en los Registros de la Propiedad y haced hogueras con sus papeles”. Fue encarcelado en varias ocasiones y estuvo desterrado en Francia y Argentina.

Este fogoso político fue moderando su pensamiento y fundó el Partido Radical, aunque siempre se mantuvo republicano. Durante la Segunda República colaboró con la CEDA de Gil Robles y durante la Guerra Civil, exiliado en Lisboa, envió todos los fondos de su partido a Franco.

En sus Memorias recuerda sus años juveniles en Cádiz, a su amigo Federico Joly, vecino del Mentidero, y sus primeras copas de manzanilla en un ultramarinos de la calle Veedor que le hicieron regresar a los pabellones de la Bomba algo perjudicado.

Lerroux visitaba Cádiz con frecuencia por razones de propaganda política republicana, recordando siempre que “aquí aprendí las primeras lecciones; aquí dejé las cenizas de mi madre; aquí aprendí la política para orientarla por el camino de la libertad y el progreso”.

Pero la verdadera relación de Lerroux con Cádiz comenzaría en 1935, cuando ocupaba la presidencia del Gobierno, durante la Segunda República. Para el cargo de alcalde de Cádiz designó a Joaquín Fernández Repeto, que no era miembro del Partido Radical pero era un abogado y marino de prestigio y gran capacidad y al que prometió ayuda para Cádiz.

Repeto, con gran empuje, reunió a las fuerzas vivas de la ciudad para tratar de los asuntos más importantes y reclamar fondos para solucionarlos. Prescindiendo de colores políticos, convocó a Pemán y a Ramón de Carranza y entre todos organizaron una caravana hacia Madrid para exponer la situación y reclamar medidas.

Un tren especial abarrotado de gaditanos y 31 vehículos particulares marcharon hacia Madrid. Entre las peticiones; el restablecimiento de la línea marítima con Canarias y la reactivación del muelle, trabajo para los astilleros de Cádiz y Matagorda, la apertura de la Fábrica de Torpedos y el plan de reactivación naval. La caravana automovilista partió de San Juan de Dios rodeada de cientos de vecinos.

En Madrid los gaditanos desfilaron por las calles del centro, recogiendo la simpatía de los madrileños hasta llegar a la Presidencia del Gobierno.

Lerroux recibió a los que consideraba paisanos y Pemán resumió gráficamente la situación: “Cádiz nada pide. Es el soldado de la Independencia el que reclama su paga”.

El jefe del Gobierno llamó a varios de sus ministros y junto a los comisionados de Cádiz estudió las peticiones y prometió la ayuda efectiva. El regreso de las Fuerzas Vivas gaditanas fue apoteósico, con cientos de gaditanos aplaudiendo en la plaza de San Juan de Dios.

Y Lerroux cumplió su palabra. En días sucesivos el Gobierno concedió estas ayudas aprobando la transformación de cuatro buques, fondos para la Base Naval de Cádiz, ayuda económica para la Zona Franca y el establecimiento de nueva línea marítima con Canarias y Sevilla. No es de extrañar que los gaditanos realizaran una manifestación por las calles de Cádiz en gratitud a Alejandro Lerroux.

El 24 de abril de ese año de 1935 tuvo lugar la última visita de Lerroux a Cádiz. Vino desde Sevilla, donde pasaba unos días de descanso, para almorzar con el gobernador civil, Armiñán y con el alcalde, Fernández Repeto. Previamente a la comida mantuvo una larga entrevista con el diputado Ramón de Carranza sobre temas de interés de la provincia.

La comida tuvo lugar en el palacio de la Aduana. A su término, y para sorpresa de todos, Alejandro Lerroux manifestó que en Cádiz había tenido una novia, Rosario del Pino, que estaba residiendo en la Casa Oviedo. El presidente del Gobierno tomó las flores que había en la mesa y se dirigió a la plaza de Candelaria para entregarlas a su antigua novia, con la que tenía contacto epistolar desde hacía más de 40 años. Allí permaneció más de media hora.

Tras la guerra civil, Lerroux regresó a Madrid falleciendo el 27 de junio de 1949.

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