Reinas del narcotráfico

La Policía alerta del aumento de mujeres que se dedican al trapicheo cuando sus parejas son detenidas

El negocio de las drogas no cierra por vacaciones

Dolores, la matriarca del clan de La Pinilla, en el momento de ser detenida en Sanlúcar por la Policía y la Guardia Civil.
Dolores, la matriarca del clan de La Pinilla, en el momento de ser detenida en Sanlúcar por la Policía y la Guardia Civil. / Fito Carreto
Pedro M. Espinosa

18 de marzo 2018 - 01:34

Cádiz/Los narcos no lloran a sus caídos. Simplemente los sustituyen. Es la ley de la selva llevada a su máximo extremo. No hay tiempo para las lamentaciones, entre otras cosas porque la batalla contra los enemigos, contra otros narcos, contra los agentes de los cuerpos de seguridad, se libra palmo a palmo, en cada calle, en cada piso franco, en cada viaje a Sanlúcar para pillar material. Es una forma de vida que incluso se hereda. El negocio pasa a veces de padres a hijos y, también, del macho dominante a su pareja. Porque durante los últimos tiempos tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil han detectado que son muchas las mujeres que toman el testigo de sus parejas cuando estos son detenidos y entran en prisión. "Antes de que otro venga a usurpar su lugar son ellas las que siguen vendiendo. En la mayoría de los casos también consumen, por lo que es como una rueda que no puede parar", comentan fuentes de la Udyco.

Hasta hace unos años eran casos puntuales, como el de la Regli, la traficante más activa de los 80, madre de algunos de los delincuentes habituales más populares entre la Policía, como el Piraña, el Moi o el Piripi. La Regli vendía en su casa de Santa María hasta que se mudó a Adolfo de Castro y trasladó el negocio. Ahora los tiempos han cambiado y la cifra de mujeres que se dedican al narcotráfico ha crecido de manera exponencial. En los últimos tiempos la Policía ha detenido en la capital gaditana a Inma la Larga, que traficaba en Guillén Moreno y que, tras ser detenida en enero de 2017, entró en prisión. "Inma era pareja del conocido como el Lebrijano. Cuando él cayó, ella le sustituyó. Desmantelamos su punto de venta, que era de los más activos de la ciudad porque funcionaba las 24 horas del día, como hacen en Sanlúcar".

Los agentes de la Udyco también echaron el guante hace poco a las mujeres que llevaban la voz cantante del conocido como clan de los Pantojas, que operaban desde sus domicilios en la avenida de Guadalquivir. "María del Mar cogió el relevo cuando su hombre entró en la cárcel. Antes actuaban desde la calle Arillo, pero cuando fue detenida su pareja se mudó a casa de sus padres y desde allí vendía a saco, rebujito sobre todo, pero también algo de heroína y cocaína, a 10 euros la pica".

La Policía comenta que a este punto acudían consumidores "de todas las edades". "La primera vez que la detuvimos fue el 11 de enero, pero la dejaron en libertad con cargos y volvió a las andadas. Ella tenía en la cabeza que no le íbamos a coger material, pero volvimos el 7 de febrero y ahí la pillamos bien cargada. Cuando la jueza la vio se acordaba de ella, así que la mandó para Puerto II". En este caso, la Policía aclara que su único sustento era la venta de droga, pese a lo cual "se presentaron dos abogados de pago para asistirla en su declaración".

En los bajos fondos no hay día ni noche, no hay hora del almuerzo o cena; manda la necesidad, la papela, las dos o tres dosis que necesitan para mantener el mono a raya.

Otra de las reinas del narcotráfico en Cádiz es Ana Isabel, también con su pareja en prisión. "Esta viene de una saga célebre de chorizos de Cádiz, de toda la vida", dice la Policía. "La cogimos vendiendo en los mismos escalones de la Clínica San Rafael, con todo el descaro del mundo. Llevaba encima 41 envoltorios de rebujito, dos escondidos en el sujetador y 39 en un estuche de las gafas". El juez López Marchena la mandó a Puerto II. "En este caso tenía una paga porque estaba jubilada por la Junta de Andalucía, unos 1.000 euros, aun así, era toxicómana y necesitaba vender para poder mantener su nivel de consumición. Durante años sabíamos que simplemente siguiéndola nos llevaría a algún punto de venta de droga", cuentan veteranos de la Udyco.

María del Carmen, pareja de Juan el Argentino, también se hizo cargo del negocio cuando este fue detenido. Este narco en concreto trajo en jaque a la Policía durante mucho tiempo por su volumen de negocio. "Era un traficante muy activo que actuaba en los Callejones de Cardoso y que creó mucha alarma social en toda La Viña. Tenía un puesto en el baratillo y entre los dos vendían de todo, desde rebujito hasta heroína, cocaína, psicotrópicos, trankimazín... A él lo pillamos volviendo de Sanlúcar, cuando traía droga introducida en su cuerpo".

Sanlúcar, siempre Sanlúcar. La Policía afirma que la llegada de la droga y la distribución desde esta bellísima localidad está gangrenando toda la Bahía de Cádiz. Allí, en la desembocadura del Guadalquivir, reinaba con mano firme Dolores la Pinilla, la matriarca de un clan cuya desarticulación supuso un gran golpe al narcotráfico. O al menos eso pensaron Policía y guardia civiles. "La Pinilla está en la cárcel desde 2013. Detuvimos prácticamente a todo el clan, pero se han rehecho. La matriarca asumió todo, se lo comió todo, pero sigue mandando desde la cárcel. Fue condenada por la Audiencia Provincial pero el clan sigue con sus actividades", cuenta la Policía.

Durante la investigación previa a la operación, la Policía pudo constatar que Dolores "dirigía la organización con mano militar", dicen desde la Udyco. "Ella se comió el marrón para dejar libres a los demás. Manejaban muchísimo dinero a través de sociedades, de testaferros, con un altísimo nivel de vida, con propiedades, y también, estamos seguros, con dinero en efectivo".

La lucha antidroga no tiene descanso. Desde la Policía cuentan una de sus muchas anécdotas. "Una vez, en 2014, detuvimos a un fulano trapicheando. Y eso que en su día lo cogimos con seis kilos de cocaína y se comió una buena condena. Luego cogimos a su mujer con 200 gramos de cocaína. Esa es su vida".

El problema con el que muchos se encuentran "no es sólo que los pillemos nosotros, sino que la droga hay que pagarla. Si te la quita la Policía, luego viene el colombiano de turno a cobrar y no tiene ningún problema en apuntarte con una pistola a la cabeza. Estas cosas son muy serias. Hablamos de mucho dinero, de organizaciones que están perfectamente jerarquizadas".

Y el problema no desaparece porque por Sanlúcar sigue entrando gran cantidad de droga. De allí viene toda la heroína y el rebujito que entra en la capital gaditana. Y hasta allí llegan los grandes cargamentos, como lo hacen también a Dos Hermanas, el otro gran supermercado de la droga que existe en Andalucía. Es una lucha desigual, porque la Policía sabe que en el momento en que caiga un traficante otro cogerá su lugar. Últimamente ya no hace falta ni cambiar de ubicación, puesto que muchas de sus parejas son las que se arriesgan a ser detenidas también con tal de mantener el negocio abierto, un negocio de 24 horas que obliga a los agentes de la Policía y la Guardia Civil a mantener una actividad febril. Una actividad para la que necesitan refuerzos.

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