El Rey Alfonso XII, soldado en Cádiz
Historias de Cádiz
El entonces Príncipe de Asturias fue alistado en la Compañía de Granaderos del Regimiento Inmemorial l Ceremonia en el cuartel de Santa Elena de las Puertas de Tierra
Recientemente los medios de comunicación se han ocupad o del posible ingreso de la Princesa de Asturias en las Fuerzas Armadas, para completar su formación antes de acceder al Trono de España. La tradición de la Monarquía Española señalaba, previamente a esta formación castrense, el alistamiento del heredero de la Corona como simple soldado. De esta manera el Rey Felipe VI, en 1977, contando con apenas 12 años de edad fue alistado como soldado raso en el Regimiento Inmemorial del Rey, en una emotiva ceremonia presidida por su padre el Rey Juan Carlos. Muchos años antes, el alistamiento del que luego sería Rey Alfonso XII tuvo lugar en Cádiz, en los cuarteles de las Puertas de Tierra por expreso deseo de su madre la Reina Isabel II.
Esta ceremonia se llevó a cabo en 1862 durante la visita efectuada a Cádiz por la Reina Isabel II y su marido Francisco de Asís de Borbón, duque de Cádiz. La Reina gozaba por aquellos años de enorme popularidad, ya que España había vencido en la guerra de Marruecos y tras la conquista de Tetuán había garantizado la seguridad de Ceuta y Melilla. El jefe del Gobierno era el general Leopoldo O’Donnell, que había dirigido personalmente las operaciones en Marruecos. En ese ambiente triunfal, la visita a Cádiz fue un éxito completo. Fueron colocados arcos triunfales en varios puntos de nuestra ciudad y la Reina, alojada durante su estancia en el palacio de la Aduana, recorrió las calles, saludó a muchísimas personas y asistió a varios bailes celebrados en su honor.
Isabel II dispuso que su hijo Alfonso, que no había cumplido aún los cinco años, ingresara “en las filas del Ejército Español a fin de que familiarizándose con sus glorias, valor, lealtad, pueda un día conducirlo por la senda del honor”. También ordenó que el ingreso de su hijo, el Príncipe de Asturias, se efectuara como soldado de la Compañía de Granaderos del Regimiento de Infantería Inmemorial, establecido por entonces en el cuartel de Santa Elena de las Puertas de Tierra. La Compañía de Granaderos fue elegida entre las del Regimiento por ser la más antigua y la que más hechos heroicos contaba en su haber.
La ceremonia tuvo lugar el 1 de octubre de ese año de 1862 a las diez y media de la mañana. Las tropas del Regimiento Inmemorial formaron en la gran explanada frente a las Puertas de Tierra junto a una compañía de cada uno de los distintos regimientos con base en Cádiz. Según los cronistas de la visita real, Pongilioni y Gautier, una impresionante cantidad de público pudo presenciar los actos desde las murallas de San Roque y las casas y azoteas del popular barrio de Santa María.
El niño Príncipe de Asturias llegó vestido de soldado y dando la mano a su padre el Rey consorte. Fueron recibidos por el ministro de la Guerra, O’Donnell, y las autoridades civiles y militares. El pequeño don Alfonso firmó su filiación bajo un pequeño toldo colocado en la explanada. En el documento se hacía constar que tenía cuatro años, diez meses y dos días, que vivía en el Palacio Real de Madrid y que profesaba la Religión Católica Apostólica y Romana.
Tras la firma le fueron entregados al príncipe su correaje y una carabina. El Rey consorte llevó a su hijo hasta las filas de la Compañía de Granaderos, ocupando su puesto a la cabeza de la misma. Seguidamente el Príncipe de Asturias pasó con sus compañeros desfilando delante de las autoridades pasando con ello la correspondiente revista administrativa. Finalmente el joven Príncipe de Asturias volvió con las autoridades para presenciar el desfile de todas las tropas que habían intervenido en el acto.
Concluidas la ceremonia el Rey consorte y el heredero de la Corona fueron hasta el lugar donde la Compañía de Granaderos tomaba el rancho. Al pequeño don Alfonso le entregaron una bandeja para almorzar labrada en plata, con la corona real y las iniciales P.A. El Príncipe tomó varias cucharadas del rancho, probándolo también el Rey consorte y el ministro de la Guerra. El futuro Alfonso XII llamó al primer Sargento de su compañía y le entregó una bolsa con monedas de oro diciendo: “ Repártelo entre mis compañeros para que beban a mi salud”.
Por último, el Rey consorte, el heredero y el ministro de la Guerra recorrieron las instalaciones del cuartel de Santa Elena. En el dormitorio de la Compañía de Granaderos se había colocado una cama con el retrato de don Alfonso y las iniciales P.A. en la cabecera.
Al día siguiente, los jefes y oficiales del Regimiento Inmemorial acudieron al Palacio de la Aduana para saludar a la Reina Isabel II y hacer entrega al Príncipe de Asturias de su nombramiento como soldado y de las insignias del Regimiento.
De este viaje de los Reyes de España a Cádiz aun se guardan en esta ciudad muchos recuerdos. Isabel II hizo entrega de los seis mil duros que faltaban para terminar la impresionante urna del Santo Entierro.
Los Reyes también asistieron a la colocación de la primera piedra del Tabernáculo de la Catedral. El niño Príncipe de Asturias introdujo en una esquina un tubo de cristal con los planos de la obra y algunas monedas de ese mismo año. Las otras esquinas fueron selladas por la Infanta Isabel, el Rey consorte Francisco de Asís y la Reina Isabel, que donó también el dinero que faltaba para terminar la obra que llevaba a cabo el arquitecto Juan de la Vega.
En el Casino Gaditano fue colocada una lápida de mármol con letras de oro recordando que la Reina Isabel había visitado la sociedad y tomado parte en el baile allí celebrado en su honor.
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