Así será la Salina Dolores, de Cádiz, un proyecto social comunitario en el Parque Natural
Desarrollo sostenible
Un colectivo civil plantea al Ayuntamiento la recuperación del último terreno virgen de propiedad municipal de Cádiz
CR9-Asociación Bahía de Cádiz propone un centro ambiental, antropológico, acuícola y gastronómico que sea referente en todo el espacio natural protegido
Cádiz/Las salinas Preciosa y Roqueta, el penúltimo territorio no urbano del término gaditano en el Parque Natural de la Bahía de Cádiz, acabó recuperándolas Héctor Bouza, un ingeniero isleño. Allí fundó Marambay, un complejo ambiental y de ocio integrado en el medio que avanza poco a poco en sus siguientes fases desde que arrancase a raíz de la adquisición de los terrenos al hilo de una información publicada por este periódico. El último de estos terrenos de altísimo valor natural y antropológico, la Salina Dolores, o ‘La Dolores’, propiedad municipal, lo rescatará de décadas de abandono un colectivo ciudadano que acaba de conveniar con el Ayuntamiento de Cádiz la rehabilitación de este espacio limítrofe con el Río Arillo y San Fernando. En este caso se trata de un proyecto de gestión socio-comunitaria.
El colectivo de profesionales CR9-Acción Bahía de Cádiz, recientemente constituido para la regeneración socioeconómica del litoral gaditano entre Chiclana y Trebujena, se ha integrado en la Asociación Bahía de Cádiz y está en trámites para crear una fundación que impulse este proyecto. El pasado martes 19 de abril, firmaron un acuerdo de colaboración con el Instituto de Fomento, Empleo y Formación (IFEF) del Ayuntamiento de Cádiz para poner en marcha actividades encaminadas a la promoción del desarrollo socio-comunitario de la Bahía de Cádiz en un acto que encabezó el alcalde, José María González. Un convenio cuya dotación económica y duración se especificarán en una próxima reunión, informan desde el colectivo que preside Pedro Castilla.
Entre el amplio abanico de proyectos elaborados y en estudio que planean, la asociación tiene desarrollado un pormenorizado, plural e integral plan de actuación para la puesta en valor de este complejo salinero. Diario de Cádiz ha tenido acceso al anteproyecto de rehabilitación de la casa salinera y de su entorno, que está firmado por el arquitecto Fernando Visedo y en cuyo análisis previo también trabajan el arqueólogo José Manuel López y la restauradora Macarena Aguilar. Los profesores Juan Manuel Barrios y Fernando Díaz, entre otros, ya preparan la recuperación de su entorno.
“Se trata de un proyecto estratégico de gestión socio-comunitaria para todo el área metropolitana que es una oportunidad porque puede convertirse en una referencia de intervención,de recuperación y explotación del paisaje salinero; un proyecto netamente social para transformar aquel espacio en un nodo cultural integrado en el espacio natural, junto a otros como los molinos de mareas”, explicó a este periódico Visedo.
“El estado en el que se encuentra el edificio es de un gran deterioro, está absolutamente degradado. Ha habido incendios, sustituciones de elementos originales como las cubiertas por otras de fibrocemento, y han desaparecido elementos de mucho interés como la gran estructura del forjado de madera del edificio principal”, describió el arquitecto.
La rehabilitación arquitectónica supondrá la creación en el edificio principal de un espacio administrativo con un salón de actos y unos espacios expositivos en planta baja y unos talleres de trabajo y de investigación en la primera. Otro edificio de las mismas dimensiones con una sola planta y una cubierta plana se convertirá en un aulario con cuatro aulas, una de ellas más grande, todas iluminadas mediante un patio con vegetación que incluye dos aljibes en superficie para evitar la salinidad y la pudrición del agua.
Luego habrá otro gran patio de actividades que albergará un laboratorio de investigación gastronómica sobre productos propios de las salinas y los esteros. Una sala para exposición de estos productos y una tercera pieza que albergará un espacio para catas gastronómicas completan la dotación del edificio. Aulario y laboratorio estarán unidos por un gran vestíbulo con todos los servicios que requieren estos usos públicos. En las cubiertas, con acceso mediante escaleras y un elevador, se instalarán unos observatorios de aves.
El presupuesto, abierto de momento al tratarse de un anteproyecto, ascendería a entre un millón y un millón y medio de euros, calcula el arquitecto. La asociación ha propuesto ya al máximo responsable del IFEF, el concejal Carlos Paradas, que la financiación, o buena parte de ella, se obtenga de los fondos Next Generation a través de los Planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia (Perte), concretamente de los denominados ‘Perte de Economía Circular’, ‘Perte de Digitalización del ciclo del agua’ y ‘Perte del agua: Modernización de su Ciclo y Gestión en España’, explica Visedo. “Quien lidere el proyecto, obviamente, deberá ser el Ayuntamiento de Cádiz, que es el propietario de los terrenos y del inmueble”, subrayó. “Este es un proyecto colaborativo y con un fin social que sería exportable a otros enclaves del Parque Natural como El Puerto”, insistió.
El arquitecto, que ya ha intervenido en otros edificios singulares, calcula que la obra de rehabilitación de la casa salinera podría estar lista en un año, pero subraya que el proyecto va más allá y abarca su entorno inmediato. Así, “la adecuación de salinas y vueltas de afuera pueden costar en torno a 1,7 millones de euros”, prevé el biólogo y profesor, Juan Manuel Barrios, dijo Visedo.
Según al detallado anteproyecto al que ha tenido acceso este periódico, la superficie construida de la casa salinera es de 1.005,40 metros cuadrados. La finca tiene una extensión de 70 hectáreas. Se plantea una actuación en siete fases, con una primera “cuya inversión es mínima para todos los beneficios que de ella se derivarán y redundarán en Cádiz capital y sobre todo en la Bahía en global”.
En esa primera fase se pondría en marcha el denominado Ventorrillo de La Dolores y el centro de visitantes, con los servicios antes mencionados, además de una salina-escuela, espacios para un centro de estudios de la biodiversidad de la zona y uso por parte de asociaciones ecologistas y de la propia asociación promotora. La escuela taller de oficios abarcaría desde la rehabilitación de la piedra ostionera, con el fin de contribuir a la recuperación de las murallas de la ciudad, hasta la alfarería.
En una segunda fase se acometería la recuperación y rehabilitación integral de la salina y en una tercera, la de los esteros y chiqueros de la salina artesanal para su explotación en régimen de acuicultura extensiva y multitrófica, que comprendería el cultivo eficiente de peces de estero, ostra rizada (ostiones), macroalgas y crustáceos como la artemia y los langostinos de estero. Esto daría pie a a despesques y a actividades de pesca deportiva.
En un cuarta fase se planea la gestión comunitaria de los fangos perimetrales, una extensión de entre 80 y 100 hectáreas de gran calidad en el entorno de la vuelta de afuera que sería deal para su explotación marisquera en régimen social y sostenible que llevaría asociada una depuradora de bivalvos.
El proyecto lo coronarían en sus dos últimas fases el desarrollo de un área de energía sostenible (biomasa y solar), una zona multiservicios ligada a la ruta cicloturista Eurovelo que discurre por fuera de la finca y una comercializadora de productos salineros de alta calidad.
Juan Manuel Barrios: “Es necesario y urgente aprovechar ese patrimonio arquitectónico, arqueológico y cultural”
El biólogo y profesor Juan Manuel Barrios Blázquez, vicepresidente de la Asociación Bahía de Cádiz, explicó en la firma del convenio con el Ayuntamiento de Cádiz que “las salinas constituyen un sistema natural antropizado que estableció un proceso singular de producción de sal marina, desde tiempos ancestrales”.
“Ese proceso fue capaz de integrar la acción antrópica en el clímax natural del medio: la marisma. El ser humano reprodujo las ventajas y añadió alguna adicional más, como zona de alevinaje de las especies acuáticas propias de la marisma; e igual efecto tuvo con las áreas de reproducción, alimentación y refugio de aves y otras especies terrestres”, añadió.
“Invertir en esta rehabilitación es fundamental. Es necesario y urgente aprovechar el inmenso patrimonio arquitectónico, arqueológico y cultural, que nos han dejado nuestros ancestros. Recuperar, procesar y documentar tanta sabiduría tradicional en la gestión de estos entornos [...] Que investiguemos y desarrollemos estos procesos en clave de innovación tecnológica, de generación de valor añadido y de gestión en base a los principios de la economía social-comunitaria y de los cuidados es estratégico. Que, por una vez, sea lo comunitario quien socialice los beneficios de esta actividad productiva, generando empleo de calidad y renta per cápita suficiente para tener una vida digna en un entorno sostenible y privilegiado”, agregó.
El profesor Barrios estuvo a compañado por Fernando Díaz, coordinador de Recursos endógenos, y una veintena de asociados.
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