Objetivo: salvar el barrio de San José en Cádiz

Hay oportunidades que la ciudad debe de aprovechar para recuperar una parte de su historia, y más si nos referimos a la recuperación de las edificaciones más antiguas de Puerta Tierra

¿Por qué los Chinchorros?

Los últimos restos del barrio de San José en la zona del cementerio, en una imagen de marzo de 2021.
Los últimos restos del barrio de San José en la zona del cementerio, en una imagen de marzo de 2021. / Jesús Marín

LA entrega de las nuevas viviendas del conjunto Residencial Nuevo San José, en Cádiz, tras los innumerables problemas que son ya habituales en cualquier proyecto que se ejecute en la ciudad, ha aliviado algo la degradación urbanística en la que está inmerso desde hace años el barrio de San José, el más antiguo de Puerta Tierra y que acogió en su día a las casas popularmente conocidas como los Chinchorros.

Trasladada esta denominación a toda esta zona de la ciudad, el nuevo edificio residencial, pendiente de los otros inmuebles que van a completar la urbanización de la parcela, ha puesto más que en evidencia la urgente necesidad de actuar sobre lo poco que aún queda en pie del viejo barrio de pescadores que creció junto al cementerio y la parroquia de San José, y que tiene su extensión, también mermada de sus primitivas edificaciones, en la cercana avenida de Portugal.

Queda en pie la pieza urbana entre las calles San Bartolomé y Arcángel San Miguel. En la misma aguantan cerca de una veintena de las edificaciones originales, que datan la mayoría del siglo XIX. Algún edificio se coló ya bien entrado el siglo XX, hoy ocupados y bien mantenidos.

Esta pastilla, que ha perdido las edificaciones más ruinosas que se levantaban más cercanas a la tapia del cementerio, debería de desaparecer y convertirse en un bulevar ciudadano, como puerta al parque que, algún día, sustituirá al camposanto.

De ello llevamos hablando más de tres décadas, cuando comenzaron a levantarse los primeros bloques de pisos ocupando el suelo de los Chinchorros, en la trasera de la Avenida.

Eran, ciertamente, otros tiempos a la hora de plantear el diseño de la ciudad. Ahora, metidos ya en la segunda década del siglo XXI, con Cádiz apostando cada vez con más fuerza por el turismo de calidad y, también, aunque en este caso con menor intensidad de lo deseado, por la recuperación de su patrimonio histórico, cabría repensar lo que se iba a ejecutar en este terreno.

Hay que tener en cuenta que lo que no se ha puesto en marcha en más tres décadas no se va a realizar de la noche a la mañana. Hay demasiados propietarios implicados en esta operación, muchos de ellos viviendo en estas casas o con casas cerradas de su propiedad. Sí es cierto que hay algunas que están casi en estado de ruina pero tirarlas cuesta un buen dinero.

El Ayuntamiento hizo hace ya tiempo un estudio de lo que costaría expropiar todo este terreno. El dinero a gastar era desorbitado, a lo que tenía que añadir la urbanización del bulevar. Y ya que éste se construía, pues también había que urbanizar el viejo cementerio. Resultado: una operación inviable con dinero público.

Tampoco hay perspectiva de que sea la iniciativa privada la que afronte este proyecto. El PGOU lo une con la construcción de un bloque de pisos que completaría el semicírculo de la plaza del Santo Ángel. El terreno está ahí, pero en estos años ningún promotor se ha decidido a dar el paso para sacar adelante la nueva promoción, a la que presumiblemente iría parte o la totalidad de los residentes de las viejas casas.

Con todo ello, solo queda replantearse qué hacer con los restos del viejo barrio de San José (sin entrar en lo poco que queda en pie al otro lado de la Avenida).

Tal vez sea necesario dar un giro de 180 grados al planteamiento urbanístico en esta zona y apostar por el mantenimiento de todas las construcciones históricas, reformando las que están abandonadas pero que pueden salvarse y reconstruyendo las que en estos meses han sido derribadas o están en un estado casi de ruina. Ya hace treinta años el arquitecto Juan Jiménez defendió la permanencia de estas viejas construcciones, sin éxito alguno.

La idea no sería habitarlas sino crear un espacio dedicado al comercio y a la hostelería. Un comercio de contenido puramente gaditano: artesanía, regalos para visitantes, gastronomía; y una hostelería igualmente cuidada, al estilo de los cafés y tabernas que están abriendo en los últimos meses en la ciudad. Se crearía así un espacio con una atracción para un turismo de calidad más que relevante, dinamizando esta zona de la ciudad, donde ya hay un comercio local muy importante.

Una de las viviendas bajas.
Una de las viviendas bajas. / Miguel Gómez

Las viviendas ya existentes, que destacan por el cuidado con la que se mantienen por parte de sus propietarios, se mantendrían. No está Cádiz para perder más vivienda.

No necesita la ciudad ni esta zona de la misma un bulevar más. La plaza del Santo Ángel esta hoy colapsada por coches estacionados, por lo que hay espacio más que suficiente (además del ya habilitado en el frente principal del nuevo edificio de viviendas) para urbanizar una plaza semipeatonal que dé acceso al futuro parque del cementerio.

Cuando se urbanizó la calle San Bartolomé hace unos meses se eliminaron los centenarios adoquines. En aquel momento el Ayuntamiento afirmó que se habían depositado en las naves de Vías y Obras. Si este proyecto de ciudad saliese adelante habría que recuperarlos, como una parte más de la memoria urbanística de Cádiz.

La actuación en el cementerio

La operación urbanística en esta zona de Puerta Tierra no se circunscribe a este terreno. Aún cuando se procediese a su urbanización, ya sea derribándolo como transformándolo en una zona de comercio y ocio, aún quedará la actuación pendiente en el viejo cementerio de San José.

El camposanto se clausuró para enterramiento en enero de 1992. El desalojo de los restos que allí descansan no ha sido fácil: llevamos ya tres décadas y aún no está vacío.

Hace ya tiempo que se derribaron todas las cuarteladas, mientras que la mayoría de los panteones se han trasladado al cementerio mancomunado de Chiclana o han sido derribados, y los que quedan serán trasladados en breve plazo, tras el acuerdo cerrado entre el Ayuntamiento y los familiares.

Pero queda un paso muy complicado, y delicado; la recuperación de todos los restos que hay bajo tierra que, según Cemabasa se pueden contar por miles ya que hay enterramientos desde la primera etapa del cementerio, a principios del siglo XIX.

Ahora el Ayuntamiento está cerrando el proceso de recuperación de los restos de las víctimas asesinadas durante la Guerra Civil y los primeros años del franquismo. Esta operación se va a alargar dos meses más de lo inicialmente previsto por cuando se han localizado más víctimas de lo inicialmente previsto.

Derribo de dependencias del cementerio en una imagen de archivo.
Derribo de dependencias del cementerio en una imagen de archivo. / D.C.

Concluidos estos trabajos y la búsqueda de los bebés desaparecidos, el Ayuntamiento ya podrá comunicar a la Junta, como administración competente en este tema, que está en disposición de ejecutar la última fase del desalojo del camposanto.

No será ésta una labor sencilla, además de costosa, pues hay que actuar con extrema delicadeza a la hora de recuperar a los restos, para su traslado a Chiclana tanto los que descansan en las fosas comunes como los que fueron enterrados bajo tierra para construir sobre ellos las cuarteladas o incluso el propio paseo del equipamiento fúnebre.

Solo cuando termine este proceso el Ayuntamiento estará en disposición de iniciar el proceso de urbanización de este terreno, algo para lo que habrá que esperar un plazo mínimo de un año. O más.

Diseño del parque en 2007, en la etapa de gobierno del PP. El actual amplía la zona arbolada.
Diseño del parque en 2007, en la etapa de gobierno del PP. El actual amplía la zona arbolada. / D.C.

Hay que recordar que ya en tiempos del Partido Popular se anunció la construcción del nuevo parque, instalando en su exterior paneles con imágenes de cómo iba a quedar el conjunto. De eso fue hace más de una década.

Ahora el gobierno de Adelante Cádiz ha intentado conseguir dinero de la Unión Europea, a través de los fondos Next Generation, para financiar los 4,3 millones de euros que cuesta su proyecto, donde se amplía el arbolado con 323 especies, reservando suelo, para un terreno que cuenta con 19.750 metros cuadrados de superficie, equipamientos para el vecinos IES Drago y para un centro vecinal. Sin embago, la UE ya rechazó este proyecto, lo que ha llevado al Ayuntamiento a anunciar que el parque se financiará con fondos municipales.

Si esto es así, siendo la intención del actual gobierno que podría cambiar de color político en las elecciones municipales del próximo mes de mayo, habrá que esperar un tiempo indeterminado. Siempre hay dudas a la hora de lograr financiación local para zonas verdes. Cuando se repartieron los más de 15 millones de euros que el Ayuntamiento había acumulado en su tesorería, no fue ni un euro ni a este proyecto ni al parque de la Cuesta de las Calesas, por lo que a priori no parece que las prioridades vayan a cambiar.

Con todo, este equipamiento público es vital para mejorar la calidad de vida de esta zona de la ciudad y, también, para mejorar la imagen del que es el tramo más deteriorado del Paseo Marítimo, con una acera que da al elevado muro del viejo cementerio. Además, la habilitación de este parque sin duda animaría a la apertura de nuevos comercios en sus inmediaciones, con lo que ello de creación de empleo.

Las estrechas aceras de la avenida de Portugal.
Las estrechas aceras de la avenida de Portugal. / Lourdes de Vicente

El barrio, en la avenida de San Severiano

El barrio que nació casi a la par que la parroquia de San José y el cementerio de la ciudad se expandía a la izquierda del templo, con el límite por una parte del cementerio de los ingleses y la vía del ferrocarril y la segunda aguada, y por otra de la propia avenida.

Aquí se levantaron casas de planta baja la mayoría con grandes patios interiores. Durante las primeras décadas del siglo XX muchas de ellas eran ocupadas por familias que, residiendo en intramuros, pasaban allí la temporada de verano, cerca de la playa y, sobre todo, cerca de las huertas.

La mayor parte de estas fincas, que tenían en la calle Adriano (hoy avenida de Portugal) su epicentro, han desaparecido. Pocas de las que están en pie están habitadas, sobre todo las que dan a la plaza del Árbol. Hay varias vacías e incluso ya derribadas menos sus fachadas mientras que unas cuentas se han transformado en locales comerciales.

En la etapa de gobierno del PSOE de Carlos Díaz, antes del soterramiento se planteó crear una vía alternativa a la Avenida que comenzando por María Auxiliadora llegase hasta la plaza del Árbol, eliminando las construcciones que se encontrase a su pasa.

Nada se hizo, aunque con el tiempo sí se derribo en chalé de Accame, aún pendiente de urbanización con una nueva promoción de viviendas.

Pendiente de que la iniciativa privada actúe en lo que queda del barrio de San José (la presencia de varios propietarios dificulta la activación de nuevos proyectos), el Ayuntamiento ya ha elaborado un ambicioso proyecto de semipeatonalización de la avenida de Portugal.

La operación, dentro del plan de mejora de la movilidad urbana en toda la ciudad, supone reducir la presión del tráfico en esta vía tan estrecha. Se creará una plataforma única, se ampliará el número de árboles y se instalarán bancos. Todo ello mejorará de forma sustancial la estética de la calle y permitirá, mientras que no actúe la iniciativa privada, disfrutar de las últimas fachadas de las casas centenarias.

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