San Agustín se renueva

Mañana comienza la primera fase de las obras en la fachada y el campanario, que será restaurado, al igual que las campanas, que volverán a sonar en agosto

Virginia León

25 de junio 2017 - 02:01

Cádiz/El desmontaje de las cuatro campanas que lucían en lo más alto de la iglesia de San Agustín anuncian el principio de una nueva etapa en el templo. La de un edificio centenario que ahora cumple cuatro siglos con la llegada de los agustinos a Cádiz, y que justo se celebra con un proyecto de reforma que arranca mañana lunes en el campanario, y que bajará por la fachada principal, la portada de mármol y los portones de madera, que serán restaurados. Además, en etapas sucesivas abarcará otras áreas.

Se trata de un "modesto" proyecto de renovación que se afrontará por fases, la primera de las cuáles acaba de comenzar con el desmontaje y traslado de estas piezas centenarias a primera hora del pasado martes, cuando a las 6.30 de la mañana llegaba a la calle San Francisco el camión que las llevó directamente hasta Murcia, donde la empresa especializada Tradición en Relojes y Campanas le devolverá el esplendor original, que presumiblemente alcanzará de nuevo en agosto, que es cuando volverán a sonar.

Pascual Fernández O'Dogherty es el arquitecto que ha realizado la primera fase del proyecto de la empresa promotora Lara Global Spain, cuya inversión en esta primera fase asciende a 139.000 euros, que afrontará la provincia religiosa de la Orden de los agustinos, como propietaria del templo. Junto al párroco de San Agustín, Marcos Peña, se convierten en cicerones de esta visita que arranca en el mismo templo. "La cúpula tiene problemas estructurales, mira esas grietas", señala el párroco. Pero el suelo tampoco se queda atrás, pues luce agrietado y desnivelado al estar sometido a importantes problemas de humedades, "pues el agua de mar llega hasta aquí abajo, como un pozo de mareas, y en una obra anterior vertieron escombros de modo que no puede salir bien el agua, creando problemas". Y de reparar todo esto tratarán la segunda y tercera fase del proyecto de restauración del edificio, respectivamente.

Y la primera fase da comienzo precisamente mañana a casi 28 metros de altura, en su campanario, al que accedemos tras subir por las estancias parroquiales que conducen hasta el coro, "donde en tiempos atrás hubo 40 frailes", narra Marcos Peña a modo de anécdota. Tras pasar por otro gran salón donde lucen algunos muebles antiguos del templo se llega a los primeros tramos de escalera de lo que fue el campanario originario, nada menos que de 1617. Una robusta construcción de gruesos muros, salpicado de óculos y dotados de escaleras en madera, que se someterá sólo a labores de limpieza, pues la obra pura y dura tendrá lugar en la zona nueva del campanario, la que se construyó en los primeros años de la década de los 50 del pasado siglo, acorde al proyecto del arquitecto gaditano Manuel Fernández Pujol, "que usó un lenguaje y modo de construir diferente del resto de la iglesia, con muros de ladrillo y elementos de hormigón armado en su estructura". Puede ser que esta obra respondiera a supuestos destrozos de la estructura originaria en la explosión de 1947, "aunque es una hipótesis, de modo que puede tratarse de la simple ampliación del campanario, que el propio arquitecto recordaba más pequeño en su niñez".

Lo que se sabe a ciencia cierta es que la manufactura del campanario pertenece a dos fases con "estilos muy diferenciados", encontrándose más afectada la zona más alta, al ser de muros más finos y exponerse continuamente a las inclemencias del tiempo a tremenda altura, "sin edificios alrededor que sirvan de protección". Pascual Fernández O'Doguerthy señala así "que presenta los problemas propios del hormigón armado", dice mientras señala las grietas y el mal estado de esta estructura, en general, de modo que se realizarán obras de consolidación estructural y restauración de los revestimientos exteriores, incluida la cúpula, que ahora luce con un tablón de madera sobrepuesto, y que está "recubierta de azulejo azul, que también se renovará".

En este nivel del campanario más moderno se observan restos de maquinaria como el motor y piezas antiguas amontonadas, que lucen junto a las de acero galvanizado "que garantizará la perdurabilidad". Aunque no será de acero precisamente el diseño del yugo de la campana, que se construirá a imagen del de la principal parroquia de la diócesis de Cádiz, de la mismísima Catedral, que vemos de frente desde esta altura de la iglesia, entre las otras maravillosas vistas que se otean a través de sus arcos. Así, el nuevo sistema del que se dotarán las cuatro campanas que acaban de marcharse a Murcia "se preparará para girar, pero no para el volteo, cuyo sistema se iba de precio, aunque podrá hacerse en un futuro".

El nuevo sistema se controlará a través del electromazo digital por control electrónico, "que dirigirá el golpe para que suenen según lo programado". Muy atrás quedaron las cuerdas que discurrían escaleras arriba para que el párroco tocara sin subir tantos peldaños, y cuya estructura todavía permanece en las oquedades que recorren los tramos de las viejas escaleras. Escaleras que serán sustituidas en la zona nueva por otras de madera con el fin "de no romper el conjunto armónico".

Porque otra de las grandes noticias es que las campanas de San Agustín volverán a sonar como antaño, aunque se desconoce cuándo dejaron de hacerlo. "Cuando yo llegué a Cádiz, en 1990, ya no sonaban, ni nadie recordaba cuándo dejaron de hacerlo", relata el párroco. Así que una vez regrese del proceso de renovación en Murcia, lo harán con el mismísimo sonido con que redoblaran por última vez. Y de esto da fe el arquitecto Pascual Fernández O'Dogherty, que detalla que "las campanas son los instrumentos musicales más duraderos, los únicos que mantienen su sonido intacto durante miles de años".

El arquitecto comenta que, incluso, "podrían recuperarse los toques por bautizo, bodas y funerales, que se han perdido".

Nuevos sones, en definitiva, para las alturas de los aledaños de la plaza de San Agustín, procedente de las cuatro campanas que remataban este campanario. La de la planta que corona el edificio, una campana fechada del año 1952 y que adopta el nombre del templo, San Agustín; y las otras de la primera planta del campanario, dos de ellas fechadas del mismo año, denominadas de Nuestra Señora de la Consolación y Nuestra Señora del Buen Consejo, y una última, la más antigua, de 1850, que se llama de San José. Un conjunto que aunque renovado, permanecerá como patrimonio reservado, pues "no se contemplan las visitas", informaba el padre Marcos Peña.

Desde ahí arriba también se otea el patio del antiguo y abandonado Instituto Santa María del Rosario (que cerró en 2006), que hasta la desamortización de Mendizábal perteneció a la comunidad de agustinos. La dotación de nuevos usos por parte de la Diputación es otro de los proyectos de la ciudad que aún siguen en el aire.

Pero sí que se recuperará parte del esplendor de San Agustín, construido en la primera mitad del siglo XVII (1617-1647), y que desde mañana mismo comenzará a cubrirse de andamios. Así, junto a la obra estructural de su campanario, se acometerán obras de limpieza y pintura de su fachada, así como de su portada de mármol y portones de madera.

Precisamente esta portada de 1647 está considerada como una de las más conseguidas de la arquitectura manierista gaditana. Presenta dos cuerpos de altura, con portales en madera que están flanqueados por dos parejas de pilastras. Dispone además de un frontón curvo en cuyo centro se alza un pequeño retablo centrado por la imagen de su titular, San Agustín, en un conjunto en el que destacan otros elementos decorativos como sus altos pináculos.

Este edificio, que en total ocupa unos 800 metros cuadrados, fue en origen el Convento de San Agustín, del que sólo se conserva el claustro, que no es otro que el patio del antiguo instituto, y el propio templo, apunto de renovarse.

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