El parqué
Jaime Sicilia
Quinta sesión en verde
En La Isla, hace tiempo que las carencias sanitarias y las demandas ciudadanas tienen nombre y apellidos: los del hospital de San Carlos, un centro sanitario militar cuyo uso se estuvo demandando con insistencia durante más de dos décadas. Aunque desde 2005 se cuenta con una amplia cartera de especialidades concertada con el Servicio Andaluz de Salud (SAS) -fundamentalmente, consultas y pruebas diagnósticas- no fue hasta el año pasado cuando el Ministerio de Defensa y la Junta de Andalucía pactaron la transferencia de estas instalaciones, que pasaron a formar parte de la red sanitaria andaluza.
La cesión gratuita del centro por parte del Gobierno central -un hecho sin precedentes- fue, en realidad, la salida más airosa que se encontró ante el inevitable cierre de un hospital militar completamente infrautilizado, que apenas registraba actividad asistencial y cuyo mantenimiento costaba cada año millones de euros al Ministerio de Defensa.
Tanto el centro sanitario como el personal -cerca de 300 trabajadores- pasaron al Servicio Andaluz de Salud tras un complejo proceso de negociaciones que llegó a su término en septiembre del año pasado. El 1 de octubre, el hospital de San Carlos pasó definitivamente a manos de la Junta de Andalucía. La Isla veía por fin cumplido un viejo anhelo, el de contar con un hospital propio.
Pero las ilusionantes expectativas que originó esta cesión durante largo tiempo demandada por la ciudadanía pronto se desvanecieron al chocar con la cruda realidad: la imposibilidad presupuestaria de dotar de contenido y servicios a un hospital nuevo, lo que ha causado un creciente decepción entre los isleños. Ahora los habitantes de San Fernando tienen por fin su hospital, pero ni una sola de sus diez plantas está en funcionamiento ni parece que vaya a estarlo en un corto periodo de tiempo. Las instalaciones, además, cierran los fines de semana lo que ha despertado también numerosas críticas. San Carlos no es un hospital -lamentan- sino un gigantesco centro de salud.
Es cierto que en los cuatro meses que el hospital de San Carlos lleva en manos del SAS se han ampliado servicios, se ha reforzado la cartera de especialidades, se han incrementado las pruebas diagnósticas, la cirugía ambulatoria y se han abierto unidades de rehabilitación, pruebas digestivas y hospital de día de hematología, lo que ha beneficiado a cientos de usuarios isleños de la sanidad pública al evitar desplazamientos a menudo diarios hasta Cádiz y ha contribuido a aliviar la saturación del hospital de referencia de San Fernando, el Puerta del Mar. En todo caso, se trata siempre de servicios que no han requerido una inversión demasiado elevada ni contratación de personal nuevo.
La Consejería de Salud, tras las primeras críticas recibidas por la situación de San Carlos, ha asegurado que sus planes pasan por poner en uso de manera progresiva el centro isleño siguiendo el modelo funcional de los Hospitales de Alta Resolución. Sin embargo, hasta ahora no se conocen las fechas ni la planificación prevista para la implantación de estos nuevos servicios.
Colectivos ciudadanos y partidos políticos -especialmente, PP y PA- exigen además la apertura en 2015 del servicio de Urgencias para atender a una población que roza los cien mil habitantes. Es la máxima prioridad, aunque también reclaman con insistencia la puesta en marcha de Maternidad para que las isleñas puedan dar a luz en San Fernando sin tener que desplazarse a Cádiz.
Sin embargo, aunque la situación de San Carlos acapara prácticamente todo el debate sanitario desde hace años, no es la única carencia en la materia que sufren los isleños. En el otro extremo de la ciudad, en Camposoto, se encuentran las obras de un centro de salud destinado a atender a una población potencial de 20.000 habitantes, que están paralizadas desde 2012. Tampoco hay previsiones de retomar el proyecto. El edificio a medio construir está prácticamente abandonado. El cuarto centro de atención primaria previsto para San Fernando se planteó a consecuencia del importante crecimiento de la ciudad en esta zona desde la década de los años 90, vecinos que hasta ahora tienen que ser atendidos en el saturado centro de La Ardila (Joaquín Pece).
Otra de las demandas ciudadanas en materia sanitaria que se reclaman con insistencia insiste en reforzar el servicios de Urgencias Ambulatoria que se localiza en la calle Tomás del Valle. Durante este invierno, se han llegado a batir el récord de pacientes atendidos durante una guardia con el repunte de la gripe, lo que ha dejado en evidencia su saturación y ha despertado nuevamente las quejas ciudadanas. El SAS llegó incluso a anunciar el refuerzo puntual del personal dada la situación.
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