Sanlúcar encara su año más redondo
La capitalidad gastronómica de la ciudad de la manzanilla coincidirá en 2022 con el quinto centenario de la primera vuelta al mundo
Cuentan los testimonios de la época que la imagen que se vivió en el puerto de Sanlúcar aquel 6 de septiembre de 1522 era espeluznante. Una nave totalmente desvencijada se aproximaba a duras penas a tierra. Lo hacía con mucha lentitud y con un grado de escora que ponía en serio peligro la faena de atraque.
Al ver su nombre, 'Victoria', costó recordar que se trataba de una de las cinco naves que tres años atrás habían zarpado desde esta misma costa sanluqueña buscando la Especiería pero navegando siempre hacia Occidente. Pero lo que más costó fue reconocer a los 18 hombres famélicos y desnutridos que, como si de unos fantasmas se tratara, empezaron a bajar a tierra ante el estupor generalizado. Al frente de ellos iba un marino vasco desconocido por todos que respondía al nombre de Juan Sebastián Elcano y que sólo podía repetir que habían logrado completar la redondela del planeta o, dicho de otro modo, que habían conseguido dar la vuelta a mundo por primera vez.
Aquella gesta histórica, cuyo quinto centenario se celebrará el año que viene, viene a realzar aún más un 2022 en el que Sanlúcar celebrará su capitalidad gastronómica. De ahí que la ciudad de la manzanilla se prepare para encarar el que seguramente será su año más redondo.
En Sanlúcar nunca se ha querido entablar una guerra con Sevilla para dilucidar cuál fue oficialmente el puerto español de salida y de llegada de aquella histórica expedición, posiblemente porque ambas ciudades tienen razón a la hora de poner sobre la mesa argumentos de peso con los que reclamar su cuota de paternidad de aquella gesta.
Porque si las cinco naves zarparon con todos los honores de Sevilla el 10 de agosto de 1519, rápidamente atracaron en Sanlúcar, donde estuvieron nada más y nada menos que 40 días para ultimar los detalles de la expedición, culminar el avituallamiento y poner rumbo al Océano Atlántico aquel 20 de septiembre de 1519.
La inmensa mayoría de los mortales estudiamos en su día que la primera vuelta al mundo fue una gesta española del primer tercio del siglo XVI que inició el portugués Fernando de Magallanes y que culminó tres años después Juan Sebastián Elcano. Y punto. Pero cuando se lee o se estudia con un poco más de profundidad este episodio de la historia se descubre con asombro que aquella fue una aventura digna de una de las mejores películas de Hollywood.
Traiciones, ejecuciones, motines, deserciones, destierros, hundimientos, batallas, secuestros, enfermedades,
hambre, muertes... De todo hubo en aquella epopeya en la que también se produjeron descubrimientos importantes que cambiaron la visión que hasta entonces se tenía del planeta Tierra, propiciando así la primera globalización de la historia.
Cuando el rey Carlos I acepta costear esta expedición y la construcción y equipamientos de cinco naves, España y Portugal eran las dos grandes potencias navales del mundo conocido. La rivalidad era tremenda. Y si España se había colgado la medalla de haber descubierto un nuevo continente tres décadas antes gracias a la gesta de Colón, Portugal podía presumir de tener controlada la ruta hasta la Especiería, un archipiélago conocido con las Molucas (o el Moluco) y que se encuentra en la actual Indonesia, entre Filipinas y Australia.
Las especias que se cultivaban y comercializaban en la otra punta del planeta, en especial la canela y el clavo, eran más valiosas en aquella época que el oro y las joyas preciosas, entre otras cosas porque se utilizaba para conservar los alimentos e incluso para cuestiones sanitarias.
La ruta portuguesa hasta las Molucas consistía en atravesar el Atlántico de norte a sur costeando el continente africano para, tras cruzar el peligrosísimo cabo de Buena Esperanza, cruzar el Índico de oeste a este para llegar a las Molucas tras costear la India. Pero el marino portugués Fernando de Magallanes intentó demostrar que había una ruta alternativa que permitía llegar a este mismo destino pero navegando siempre hacia Occidente.
Magallanes insistía en que había un paso marítimo que conectaba el océano Atlántico con el Pacífico, un océano este último que jamás había sido navegado hasta entonces por ningún europeo, que sólo había sido divisado desde tierra y que había recibido el nombre de Mar del Sur, Y tras el rechazo del rey portugués a los planteamientos de Magallanes, éste recibió la aprobación del monarca español en las llamadas capitulaciones de Valladolid de marzo de 1518.
La primera vuelta al mundo se puede dividir en cuatro etapas diferenciadas: la búsqueda y hallazgo del paso interoceánico; la terrible travesía por el océano Pacífico y el descubrimiento de Filipinas, hasta la muerte de Magallanes; la navegación errática de una flota descapitanizada hasta llegar a las Molucas; y, por último, la travesía en solitario de la ‘Victoria’, al mando de Elcano, que logró llegar a España y completar la primera circunnavegación tras cruzar a duras penas el Índico y remontar de sur a norte el Atlántico.
El balance es demoledor: de Sanlúcar partieron 244 hombres a bordo de cinco naves (la 'Trinidad', la 'San Antonio', la 'Concepción', la 'Victoria' y la 'Santiago') y sólo lograron regresar tres años después 18 efectivos a bordo de la nao 'Victoria'.
La primera parte del viaje tuvo de todo, sobre todo porque desde el principio el mando de Magallanes originó importantes recelos entre los principales oficiales españoles, representados en la figura de Juan de Cartagena, veedor real de la expedición. Estos recelos alcanzaron su punto más álgido durante la estancia de la flota en la Patagonia (al sur de Argentina) donde hubo incluso un motín que logró ser sofocado in extremis por el marino luso.
Ello conllevó un juicio sumarísimo y la detención y/o ejecución de los principales cabecillas de aquella revuelta, además de un destierro postrero de Cartagena, que fue abandonado junto a un sacerdote en una isla desierta. Todo ello se produjo después de que a lo largo del año 1520 Magallanes estuviera chocándose con un muro, ya que no solo no encontró el paso interoceánico donde él creía que estaba, en el Río de la Plata, sino que además tuvo que sufrir la pérdida de la nao 'Santiago', que se hundió en medio de un temporal en la costa patagónica. Para colmo, el marino luso se vio obligado a confinar a la flota durante muchos meses para superar el durísimo invierno austral.
Esta primera parte de la aventura culminó con una noticia muy mala y otra muy buena. La cara negativa la puso la 'San Antonio', la nave-despensa de la expedición que a principios de noviembre de 1520 desertó y puso rumbo a España, con el portugués Esteban Gomes al mando y con unos 60 hombres a bordo. Y el aspecto positivo fue que las tres naves restantes descubrieron al fin la conexión interoceánica, un paso angosto, enrevesado y difícil de navegar que desde ese momento se conoce como el Estrecho de Magallanes.
Los 170 hombres que continuaban en la expedición se convertían el 27 de noviembre de 1520 en los primeros europeos que navegaban desde su extremo más oriental por ese Mar del Sur que el propio Magallanes renombró como el Océano Pacífico. Ahí comenzaba una segunda etapa marcada por tres acontecimientos muy dispares.
El primero fue la penosa travesía por el Pacífico, que se prolongó por espacio de casi 100 días y que dejó una decena de muertos por culpa del hambre tan atroz que padeció la expedición y por los efectos del escorbuto. Luego vendría el descubrimiento de la isla de los Ladrones (actual Guam) y de ese inmenso archipiélago hoy conocido como las Filipinas.
Y finalmente llegó la tragedia primero por la muerte de Magallanes el 27 de abril de 1521 (en una batalla inútil en Mactán contra las huestes de un rey indígena llamado Lapu-Lapu y por un exceso de confianza del marino portugués) y luego por culpa de una emboscada organizada al alimón entre el rey de Cebú y un esclavo de Magallanes llamado Enrique de Malaca, que traicionó a la flota española. Aquella encerrona causó cerca de una treintena de bajas en la que aún seguía siendo la flota de las especias.
Aquella emboscada del 1 de mayo de 1521 motivó que las tres naves tuvieran que huir a prisa y corriendo de Cebú. Se iniciaba entonces la tercera fase de la aventura, que estuvo marcada por las decisiones erráticas de su nuevo capitán general, Joao Lopes Carvalho, en busca de la Especiería.
La primera decisión fue muy triste ya que la escasez de efectivos (quedaban apenas 115 hombres) hacía muy complicado mantener a flote las tres naos. De ahí que se decidiera quemar la 'Concepción' y concentrar todos los medios humanos y materiales disponibles a bordo de la 'Trinidad', que seguía siendo la nave capitana, y la 'Victoria'.
Pero a Carvalho aún le daría tiempo de tomar una decisión aún más penosa porque, ávido de joyas y de grandeza, decidió poner rumbo hacia Brunéi, una población de una riqueza extrema que nada tenía que ver con los poblados indígenas que habían visto hasta ahora. Un mes largo se prolongó la estancia en Brunéi, el tiempo suficiente para que el rajá Siripada agasajara primero a sus invitados y luego secuestrara a algunos de sus oficiales, ejecutara a algunos militares españoles e iniciara una batalla que dejó algunas bajas más y que obligó, de nuevo, a una fuga precipitada de la expedición española.
Las últimas muertes y alguna deserción siguieron menguando de efectivos a una flota que se vio obligada a destituir a Carvalho, a nombrar a Gonzalo Gómez de Espinosa y a Juan Sebastián Elcano como nuevos capitanes y a poner rumbo, ahora sí, a unas Molucas a la que llegarían el 8 de noviembre de 1521. La estancia en la Especiería fue halagüeña, la comercialización con la población local transcurrió con normalidad y en apenas un mes todo estaba listo para el viaje a casa.
Pero en el momento de la partida, la ‘Trinidad’ estuvo a punto de irse a pique por varias vías de agua en su casco de madera. Este nuevo contratiempo obligó a cambiar los planes y se decidió que la ‘Trinidad’ permanecería en las Molucas para una reparación que se prolongaría varios meses y que la ‘Victoria’, con Elcano al mando, zarparía ya hacia España cargada de especias, que era el objetivo esencial de la misión. La ‘Trinidad’ regresaría por el Pacífico hacia Panamá cuando estuviera reparada, mientras que la ‘Victoria’ tomaría el sentido contrario, es decir, el Índico y el Atlántico, para intentar completar así la primera vuelta al mundo.
Y ahí, el 21 de diciembre de 1521, se iniciaba la última fase de esta increíble aventura en la que los únicos protagonistas eran los 47 hombres que iban a bordo de la ‘Victoria’. Y entre todos ellos emergió la figura de Elcano, que demostró entonces sus grandes conocimientos en materia de navegación ya que acertó al decidir cruzar el Índico por el sur, alejado de la costa y, por lo tanto, de la posible presencia de barcos portugueses enemigos, y luego al tomar las decisiones correctas para sortear el temible cabo de Buena Esperanza, al sur de África.
Ocho meses y medio tardó la 'Victoria' desde que zarpó de las Molucas hasta su aparición en Sanlúcar el 6 de septiembre de 1522. Este tiempo estuvo caracterizado por dos deserciones más antes de iniciar la travesía por el Índico, las 14 víctimas mortales que se produjeron en la tripulación por culpa del hambre y las enfermedades, y por un último enfrentamiento vivido en Cabo Verde en julio de 1522.
La ausencia de víveres y de agua potable llevó a Elcano a fondear frente a este enclave africano en poder de los portugueses para hallar algo de comida. Pero la arriesgada maniobra terminó siendo descubierta por los militares lusos, que apresaron a 13 militares españoles pero que no pudieron echar el guante a una nao ‘Victoria’ que, bajo el mando de Elcano, logró huir para poner al fin rumbo a España.
El 6 se septiembre de 1522 culminaba una aventura sin igual y una gesta única que, como es normal, Sanlúcar viene celebrando desde 1519 pese a las restricciones marcadas por la pandemia del coronavirus. De cara a este 2022 esta conmemoración alcanzará seguro su punto más álgido de la mano de la más que justificada capitalidad gastronómica de esta localidad gaditana.
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