Segundo, Rosita y Cádiz. Historia de un fotógrafo
Fotografía
Joaquín Carlos Herrera publica una apasionante biografía del fotógrafo Segundo García y saca a la luz imágenes inéditas del desarrollo de la ciudad
Segundo García Crespo siempre se ha conocido en Cádiz por su nombre, Segundo, acompañado por el de una de sus hijas, Rosita. Segundo y Rosita, fotógrafos de Cádiz. Retratistas de miles de vecinos y visitantes a lo largo de varias décadas. Aún hoy sus herederos preservan el estudio fotográfico que tuvo su esplendor en las amplias instalaciones ubicadas entre San Francisco y Valdeíñigo.
Detrás de ese nombre, Segundo García escondía una vida intensa, dura porque la época lo era, apasionante porque desde un principio fue una persona inquieta a la hora del aprendizaje y a la hora de emprender negocio, entrañable porque se rodeó de una familia muy unida. Todo ello con una salud maltrecha.
Esa historia se refleja ahora en un libro, obra de Juan Carlos Herrera, que ha permitido recuperar también una parte importante del archivo gráfico acumulado por Segundo y Rosita, su hija y mano derecha que mantuvo y fortaleció el negocio tras su muerte. Un archivo que nos aporta, junto a retratos y escenas familiares, imágenes del Cádiz de los años cuarenta, cincuenta y sesenta en pleno desarrollo. imágenes del Cádiz de los años cuarenta, cincuenta y sesenta en pleno desarrollo
Tras años en Méjico y en Cuba la familia retorna a Cádiz donde abren el primer estudio de fotografía. Pronto se verá el espíritu innovador de Segundo. Apostaba por la publicidad para vender sus productos tanto en la prensa como, también, en el propio puerto ante la llegada de los cruceros. Varios empleados se disfrazaban de personajes populares del cine para captar clientes. O también con operaciones de mercado como la utilización de un pequeño gato negro que acabó siendo un éxito de público a la hora de retratarse con el animal. Todo ello centralizado en el amplio estudio de la calle San Francisco, que primero estuvo en la calle Sagasta, que crecerá de forma notable ya con su hija Rosita, y con una sucursal abierta en la calle Barrié con el nombre de El Pensamiento.
El libro, y la recuperación del archivo guardado durante años en cajas apiladas en los muebles bajo los famosos escaparates de la calle San Francisco, nació casi accidentalmente.
Joaquín Carlos Herrera publicó en 2007, junto a José María Varela, un documentado libro sobre la historia del tranvía en Cádiz. Buscando fotos de estos vehículos contactó con Enrique Marrufo, nieto de Segundo e hijo de Rosita.
Allí localizó fotografías del tranvía pero también muchas placas de imágenes de la ciudad. Una pequeña parte del archivo original, junto a muchas copias de retratos, había desaparecido ya que el peso de las placas de cristal había temer por un hundimiento del suelo, pues se guardaban en la primera planta del edificio de San Francisco. Aún así se logró preservar una colección muy relevante y, en muchos casos, con imágenes únicas, entre ellas varias de las escasas fotografías que existen tras la Explosión de 1947 o una espectacular imagen del exterior del Cementerio Británico.
"Segundo y Rosita dejaron una colección muy interesante sobre la ciudad. El equipo de fotógrafos de la Casa salía con el trípode y las cámaras y se ponía a recorrer tanto el casco histórico como los primeros edificios de Puerta Tierra, incluso el nacimiento de la Zona Franca. Hoy incluso se guarda una de estas cámaras", destaca Herrera.
Junto al relato de la familia, el escritor se ha servido también de un diario que guardaba una de las tías.
"Segundo García era una persona con un talento especial. Le encantaba aprender y también disfrutaba enseñando", como pudieron comprobar sus hijas y sus empleados. "Era también un empresario con muchas inquietudes. Buscaba progresar allí donde estuviera y siempre pensando en el bien de su familia, que era su gran objetivo en la vida", resalta el autor de la biografía del fotógrafo gaditano.
La diabetes, en su época casi desconocida y por ello sin ningún tratamiento, le atormentó interiormente pero jamás le restó ánimos en el trabajo. "Su gran bondad le llevaba a ocultar a su familia los dolores que sufría", relata Herrera.
Rosita, una de sus hijas, fue su mano derecha aunque sus hermanas también ayudaban en la tienda. "Ella tuvo un papel esencial en el trabajo de cada día y en la organización de la tienda. Era el alma, las manos de su padre y se convirtió en la líder de todo el equipo tras el fallecimiento de Segundo al ponerse al frente del estudio".
De todo el conjunto de fotografías que componen el libro, bajo el nombre de ‘Foto Segundo y Rosita. Toda una vida”, editado por Q-book, Joaquín Herrera destaca, cuando se le pide un listado de sus preferidas, las rescatadas de la Explosión de 1947, donde se ve la ruina de varios edificios de la parroquia de San Severiano, o una imagen del mercado de abastos datada en los años treinta, los talleres laborales de los Salesianos o las históricas bodegas de Lacave y, muy cerca, la fotografía del cementerio de los ingleses de la calle Adriano.
Lo cierto es que el libro cuenta con un álbum fotográfico muy extenso, nada habitual en este tipo de obras.
Junto a los retratos, individuales y familiares, en traje de domingo o disfrazados, que es santo y seña de Segundo y Rosita, nos permite un recorrido en blanco y negro por las calles del casco antiguo, aún sin la presión del automóvil iniciada en los años sesenta; edificios ya perdido como el Teatro Pemán, Radio Juventud, el inmenso anuncio luminoso en la azotea del edificio de la Transmediterránea, las chabolas en la Cuesta de las Calesas, el acceso al Mirandilla...
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