Sepelio de la matrona Modesta Calvo Rueda
Atendió más de 10.000 partos en cincuenta años
En la tarde de ayer se celebró el acto del sepelio de la matrona gaditana Modesta Calvo Rueda, fallecida el pasado viernes, a los 78 años de edad.
Modesta Calvo, hija de otra recordada matrona, Modesta Rueda, de la que heredó la vocación, dejó su trabajo hace 16 años, después de casi medio siglo de ejercicio profesional, en los que atendió más de 10.000 partos.
Acompañando a su madre inició su trayectoria profesional, para a la vez estudiar para matrona, practicante y enfermera, estudios que terminó con sólo 19 años.
Tras desarrollar su profesión en el Hospital de Mujeres y en domicilios particulares, en los años 50 del pasado siglo entró a a formar parte de la plantilla de la antigua Residencia Fernando Zamacola.
Pocos años después contrajo matrimonio con Antonio Merino Contero, lo que entonces obligaba a la mujer a dejar su empleo, si bien en el eño 1975 logró una plaza que se encontraba vacante como matrona de Zona en la Seguridad Social, dedicándose a la atención a domicilio y a las consultas de Tocología.
El matrimonio, que el pasado año celebró sus bodas de oro, tuvo cuatro hijos, José Antonio, Rosa, Ana y Raúl,
Tres años después pasó a ser matrona de Atención Primaria y poco más tarde empezó a impartir los programa de educación maternal y de control de embarazo.
Los últimos veinte años de su trayectoria profesional los desarrolló en la clínica de la Salud, donde también atendió su primer parto de trillizos, y pasó a ser una de las matronas más estimadas de la ciudad, tanto por su reconocida profesionalidad como también por su carácter cordial y afable con todos.
En marzo del año 2005, junto con la también matrona Teresa Rodríguez Braza y otro grupo de gaditanas destacadas por su contribución al desarrollo de la ciudad a través de su quehacer diarioa, la Fundación Municipal de la Mujeres le tributó un homenaje coincidiendo con 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
En su caso se destacó que a lo largo de su vida profesional había ayudado a venir al mundo a más de diez mil nuevas vidas.
Una dolencia la obligó a permanecer en sillas de ruedas, en la que la paseaban su esposo y sus hijos, y desde la que seguía recibiendo el cariño de numerosas personas, que no olvidaban su inestimable ayuda tanto en momento felices como en otros más tristes, en los que siempre predominaba su gran calidad humana hacia los demás para los que siempre encontraba una palabra amable.
Desde estas líneas enviamos el testimonio de nuestro pesar a su esposo, a sus hijos, nietos y demás familiares. Descanse en paz.
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