Sonrisas y lágrimas para despedir al farmacéutico de Guillén Moreno
Actos en honor de Alfredo Díaz, el último fallecido por coronavirus en Cádiz
Centenares de personas del barrio secundaron el minuto de silencio por la muerte de Alfredo Díaz tras 80 días luchando contra el coronavirus
"Era el médico del barrio". Allí, en Guillén Moreno, el minuto de silencio no era por un auxiliar de farmacia cualquiera porque Alfredo Díaz no fue cualquiera. Y la muestra es un minuto de silencio que se convirtió en dos minutos y un minutos de aplausos que se convirtió en tres, cuatro o cinco minutos.
Era inevitable. Guillén Moreno se convirtió en un hervidero de cariño y hubo lágrimas que se turnaban con sonrisas que hacían su aparición cuando salía a relucir el buen humor del Alfredo. Sin ir más lejos, María José Bello, técnico y compañera de Alfredo, contaba que "llevaba sólo unos días y me rebautizó como Mariflor. Mariflor para acá, Mariflor para allá... Al final la gente del barrio me llama Mariflor". Sonrisas y lágrimas en el rostro de María José.
Y no era el único, José Pardo pasó por la puerta de la farmacia con los andares que ya dan los más de 70 años de sabiduría y con su consabida mascarilla y contaba que "¿Sabes lo que me decía Alfredo? Que me fuera a cargar dos sacos de cemento cada día. Con esa broma quería que no dejara de moverme".
Fueron decenas los relatos que se sucedieron durante media hora. Los "guillenmoreneños" se pusieron en cola delante de este periodista para dar su testimonio de cariño en honor al que todos lo llamaban el médico del barrio.
Otro testimonio, el de Esteban Pérez, que hoy no podía perderse este aplauso junto a su esposa Carmen Teba. "Le debo la vida. Llegué con un dolor en el pecho y Alfredo fue el que me dijo que tirara para urgencias. Llamó a la ambulancia y, efectivamente, me estaba dando un infarto y en pocas horas me pusieron tres stent en el corazón. Vivo gracias a él".
Otros muchos pensaban que Diario de Cádiz recogía firmas para pedir la calle para Alfredo y simplemente llegaban, daban sus nombres y se iban. "Se sabía los apellidos de todo el mundo", comentaba Isabel Díaz. "Te asomabas a la farmacia y ya estaba llamando por tu nombre".
Y lo de perdir la calle para Alfredo no se va a quedar sólo en meras intenciones. Desde la propia asociación de vecinos Fermín Salvoechea, lo corroboraba su presidente, José Miguel Blanca, hijo del también muy querido en el barrio Francisco Blanca que a día de hoy le da nombre al pabellón del barrio. Blanca afirma que en los próximos días van a iniciar los trámites para pedirle al Ayuntamiento que, al menos uno de los tramos de la Avenida de San Severiano tomara el nombre del fallecido.
Manuel Fernández Romero se entremezcló entre los familiares de Alfredo durante el minuto de silencio. Él se siente autorizado para ello porque "soy uno más de la familia". "¿Sabes lo que me dijo ayer Marian, la viuda de Alfredo? Que no la abandonara, que ahora le hago más falta que nunca". Manolo no era ni auxiliar ni técnico ni farmacéutico, pero es el que le hacía los recados a Alfredo y le llevaba medicamentos a la gente que, por lo que fuera, no podía acercarse hasta la farmacia.
Allí, su viuda, Marian, su hijos, Alfredo y María, su hermana Pepa, recibían los pesares incluso desde los balcones. Junto a ellos, Modesto, el auténtico dueño de la farmacia, contaba que "esta es y seguirá siendo la farmacia de Alfredo y a mí me da igual que lo sea porque, de hecho, para mí lo será siempre". Modesto Berraquero se hizo con la botica hace 35 años. Se la compró a doña María Teresa Amigo Moreno cuando falleció su marido. Pues en el paquete de la farmacia ya iba incluido Alfredo y su compañero Mateo. El resto del personal fue llegando con posterioridad: Macarena, María José, Paca. "Aquí somos todos una familia, que hoy a incorporado a los cientos y cientos de personas del barrio que no nos han querido dejar solos".
Pero la de Alfredo no ha sido la única farmacia de la ciudad que se ha querido sumar a este homenaje que no sólo va por el boticario de Guillén Moreno sino por todos los fallecidos por culpa del coronavirus y por el sector de los farmacéuticos que han tenido que estar durante toda la crisis sanitaria en primera línea de batalla. De hecho, justo es recordar que la iniciativa de este minuto de silencio partía este sábado desde el propio Colegio de Farmacéuticos.
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