Entre terrazas
ocupación de la vía pública | propuestas para una nueva ordenanza
Colectivos partidarios de que se garantice el libre tránsito de personas con discapacidades y de peatones en general recorren algunas de las zonas de la ciudad en las que encuentran mayores dificultades
Cádiz/Vaya por delante que a nadie medianamente despierto puede escapársele la importancia de la hostelería en una ciudad que afortunadamente, para algunos, y desgraciadamente, para la mayoría, sigue volcada casi en exclusiva en el sector servicios y en la actividad turística porque continúa siendo un páramo industrial. Tampoco que los bares, los restaurantes y las cafeterías y, claro está, sus terrazas, representan desde hace décadas un salvavidas laboral para muchos trabajadores y familias. Como era previsible, en el pasado mes de abril, la hostelería se mantuvo como el sector que generó más empleo, con 1.343 contratos de los 6.002 que se registraron en la ciudad. Beneficiaron a 680 hombres y a 663 mujeres. Otro asunto es el de la calidad y el de la estabilidad de ese empleo y el del grado de cumplimiento del convenio provincial del sector vigente. Por eso no resulta extraño que generen una preocupación razonable entre la mayoría de los empresarios -e incluso cierto miedo infundado entre algunos- los planes municipales de una nueva ordenanza reguladora de terrazas. Pero ¿por qué una nueva normativa más restrictiva? El propio presidente de Horeca respondía hace unos días a esta pregunta hecha por una de sus socias: debido a orientaciones de la Federación de Municipios y Provincias derivadas de recomendaciones de los Defensores del Pueblo al hilo de quejas vecinales y de colectivos de personas con discapacidades.
Lo cierto es que muchos de esos ciudadanos se mueven a diario entre un mar de obstáculos y algunos, en algún momento han visto invadidos, cuando no usurpados, espacios públicos que son eso: de todos. A veces incluso hasta ver complicado el acceso a sus propios hogares. Esto no lo niega nadie. Ni siquiera los propios hosteleros: muchos reconocen que la causa de las restricciones son los abusos y los excesos... siempre de otros.
En cualquier caso, si nos sinceramos, todos sabemos por qué aceras se puede o no se puede disfrutar de un paseo en la ciudad, qué plazas son imposibles de cruzar sin hacer un eslalon gigante o sin saltar como en un circuito de hípica y en cuáles se puede disfrutar de verdad de una cómoda terraza. Pero nadie lo sabe mejor que ese vecino que con mucho esfuerzo tiene que moverse en silla de ruedas o con muletas. O esa otra vecina del parche en el ojo y el bastón blanco que a veces nos regala un golpe de suerte. Por eso, nadie mejor que ellos, que los colectivos que los representan en el debate ciudadano que ha abierto la Concejalía de Vía Pública, para señalar algunos de los lugares donde realmente tienen dificultades. Siempre desde el respeto a la actividad y al empleo que generan la hostelería.
Agadi
Desde la Asociación Gaditana de Personas con Discapacidades Físicas (Agadi) aseguran que la mayoría de los tramos difíciles "se deben a la conjunción de varios factores: calles y aceras estrechas o itinerarios peatonales insuficientes combinados con la ocupación del espacio público. Algunas se solucionarían transformando las calles en plataformas únicas y restringiendo el acceso de vehículos, garantizándose de esta manera itinerarios peatonales accesibles". Así, Agadi apunta que en la avenida de Fernández Ladreda, junto al edificio de la Junta, "a pesar de haberse ampliado la acera recientemente, el 1,80 metros de paso mínimo no se suele cumplir y el espacio necesario para acceder al vado semafórico es insuficiente para poder maniobrar con comodidad con una silla de ruedas". Y en la calle Brasil, "el desembarco de un vado peatonal junto al acceso al parking coincide con la mesa de un bar, que se desplaza cada vez que pasa una silla de ruedas". Agadi recuerda que esta calle "presenta un fuerte desnivel y este vado es el único itinerario accesible". También ven obstáculos en el Paseo Marítimo, desde la calle Sirena hacia la salida de la ciudad, "con acerados con mesas a ambos lados y trasiego de camareros y personas esperando su turno para sentarse".
En la Plaza del Tío de la Tiza detecta Agadi "mesas, sillas, mostradores refrigerados y otros elementos de manera que apenas queda espacio para transitar". Y en la calle Zorrilla y en la Plaza Mina, "una zona de saturación de mesas y sillas, aunque se permite el paso de momento". También en el casco antiguo señalan que la calle Sopranis "comienza a colmatarse de mesas", pero sobre todo destacan el obstáculo que supone una terraza colocada en una estrecha calle perpendicular, en Amaya. Un caso parecido aprecian en el acceso a la plaza Mendizábal por Cabrera de Nevares, "una calle estrecha ocupada con mesas, de paso imposible y molestias a vecinos". En el lateral del Teatro Falla -dicen desde Agadi- "se colocan mesas pegadas al edificio dejando poco espacio hasta el bordillo, caso peligroso, ya que presenta bastante desnivel con la calzada".
Once
La Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) ha preferido no especificar lugares conflictivos concretos para sus asociados y recuerdan que sus propuestas al borrador de la nueva ordenanza se resumen en la reserva de un paso mínimo de dos metros desde la pared de cualquier edificio a cualquier terraza con el fin de que se puedan seguir las líneas de fachada con el bastón, la señalización de los veladores con algún tipo de color llamativo para las personas con ciertas deficiencias parciales de visión y la altura mínima de 2,20 para cualquier toldo, tal y y como se exige en la legislación estatal vigente.
La Zancada
La Asociación Gaditana de Peatones La Zancada sí que ve necesario señalar una serie de zonas que, a su juicio, representan dificultades para los peatones en general y, sobre todo, para los de movilidad reducida. Así, apuntan a la Plaza del Mentidero como "una zona saturada por donde no es posible transitar, obligando a los peatones a bajar a la calzada". "Las condiciones son particularmente penosas para las personas que temporal o permanentemente se desplazan en sillas de ruedas o para padres y madres con carritos de bebés", añaden. "No queda ya espacio para que jueguen los niños y es un ejemplo evidente de privatización de facto del espacio público", concluyen.
En la calle de la Palma, -argumentan desde La Zancada- "la competencia entre los establecimientos está centrada en el número de mesas con las que ocupan progresivamente el espacio peatonal". "A mesas y sillas hay que sumar carteles y sombrillas que exceden el área reservada a las terrazas", apunta el colectivo, que detecta "dificultad para el tránsito peatonal, en particular de personas con movilidad reducida". Estiman que "ocurre algo semejante en la plaza del Tío de la Tiza: el hábito ha normalizado una situación que tampoco es razonable".
En la Plaza de la Catedral, la asociación de peatones detecta la "progresiva saturación por carrera en la ocupación: la competencia entre los locales conduce a la acumulación de filas de mesas que, sin embargo, quedan vacías la mayor parte del día. La ocupación parece más bien preventiva: si no ocupo yo, ocupará otro". La Zancada considera que "el mobiliario es tosco, sin cuidado con el entorno" y que "el itinerario peatonal de la parte opuesta a las escalinatas de la Catedral resulta cada vez más difícil para el tránsito". El colectivo concluye que "el aspecto general que presenta la plaza no es el mejor reclamo para la actividad hostelera".
En la Plaza de San Francisco La Zancada observa "saturación por acumulación". Y estima que "ante la aparente inacción policial o la suavidad de las multas, aumentan de manera regular las líneas de mesas. Curiosamente, las del fondo son las que suelen quedan vacías, lo que confirma el principio de que una terraza de interés es aquella que permite observar un entorno lleno de vida".
La asociación de peatones se refiere a la avenida Ramón de Carranza, entre Sánchez Barcaiztegui y Cristóbal Colón, y a la plaza del Ayuntamiento, "como ejemplos de cómo obstaculizar el paso de peatones y romper las líneas visuales de los que transitan y de los que deciden sentarse en las terrazas". En ambos lugares, la asociación detecta "contaminación visual, invasión del espacio público y daño autoinfligido a la propia lógica comercial". "La decisión de evitar Ramón de Carranza para no tropezar con los carteles es muy frecuente", dicen.
Para el colectivo, el Callejón del Tinte y la calle Cabrera de Nevares son "calles muy estrechas, en la que hay poco espacio para poner terrazas" y considera que "el mobiliario permitido o elegido por los propietarios no es seguramente el idóneo". Coinciden con Agadi que en estas calles, "las personas con movilidad reducida presentan probablemente dificultades para el tránsito o el acceso a viviendas".
En Fernández Ladreda, tras la ampliación del acerado para permitir el paso de los peatones y dar autorización a las terrazas, "en muy poco tiempo empezó la carrera entre los establecimientos por ampliar la oferta de mesas invadiendo espacio no asignado". "Es sorprendente ver de nuevo a muchos peatones elegir la minúscula acera de enfrente: durante muchas horas del día no se respetan los 1,80 metros y, en cualquier caso, se vulneran los límites que se asignaron inicialmente".
Por último, La Zancada ve en el Paseo Marítimo "un exceso generalizado", de manera que "la reforma prevista con la construcción del carril bici y la peatonalización parcial desde el Hotel Playa a Cortadura requiere de regulación. Si no existiera, terminaría dañando al itinerario ciclista y al nuevo espacio peatonal".
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