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Caídas ligeras
Las monjas concepcionistas de Santa María tuvieron que mudarse de forma obligada al convento de la calle Feduchy en 2006. Salieron de su barrio con pena pero asumiendo que el edificio donde residían, con cerca de 500 años de existencia, amenazaba ruina.
2006 fue el año límite, pero desde antes el estado del inmueble había puesto en alerta a la congregación, que buscó fórmulas para restaurar el monasterio, uno de los edificios más antiguos que siguen en pie, tras la destrucción de la ciudad tras el asalto angloholandés de 1596.
Han pasado 16 años desde entonces y ahora las monjas preparan la vuelta a su monasterio y a su barrio de Santa María. La mudanza inversa será en cuestión de pocas semanas y será posible tras un esfuerzo económico en los últimos años de la propia comunidad y de la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María.
Retornan, además, cuando se anuncia la marcha de otra congregación, en este caso la de los franciscanos, lo que hace aún más loable el esfuerzo de las concepcionistas por permanecer en Cádiz y en su casa de siempre.
El retorno se limitará, en todo caso, a una pequeña parte del extenso monasterio. Retorna a la zona llamada “Casa del capellán”, con acceso desde la calle Teniente Andújar. Su fachada ya luce blanca, como las casas de Cádiz, mientras que por dentro se ha producido una radical transformación, con instalaciones que guardan un diseño clásico en su patio, pero moderna en cuando a los servicios con los que contará la congregación.
Queda, sin embargo, mucho que hacer pues parte del monasterio sigue necesitando importantes y costosas obras, aunque en las mismas ya se haya actuado de forma puntual para afianzar la construcción, entre ellas el único patio medieval de la ciudad que sigue en pie.
La reapertura parcial se logra tras unas obras comenzaron en 2015. En primer lugar se procedió al derribo de los techos que estaban en mal estado y la construcción de unos nuevos de hormigón. Estos sirvieron además para arriostrar los muros del edificio y así darle mayor consistencia y seguridad. También han permitido eliminar las paredes que cegaban dos de las crujías o laterales del claustro, quedando este con todas sus columnas exentas, recuperando de esta forma el diseño original.
Desde la Asociación de Amigos, que junto a las monjas, han financiado con gran esfuerzo todas las obras, recuerdan que los trabajos de esta primera fase hubieron de interrumpirse por falta de fondos para poder continuar. Hubo que esperar hasta agosto de 2021, cuando se reanudaron los trabajos hasta la conclusión del proyecto.
Desde este colectivo ciudadano, que han demostrado la fuerza que pueden tener todos los que defienden el patrimonio de la ciudad, se advierte que el proyecto ejecutado "no se trata de una reconstrucción o restauración de un inmueble antiguo (construido en 1626), lo que hubiese implicado la recuperación de techos, vigas, puertas y ventanas, algunas de ellas en muy mal estado de conservación, y con un coste muy elevado del que no se disponía".
Junto a todos estos inconvenientes, dentro del edificio existían numerosos desniveles, con escalones, que dificultaban el tránsito por su interior. "De todas maneras se han conservado las viguerías de las galerías del claustro y de la cocina, las ocho columnas toscanas de mármol genovés, y el brocal del pozo del claustro, así como su enorme aljibe", se destaca.
Se ha optado por una construcción sencilla y funcional tratando que el coste fuese lo mas aquilatado posible. La ejecución de esta segunda fase ha corrido a cargo de la empresa Corsantec S.L.
De otra parte, y sin perder de vista lo contemplado en el Plan Director que se impulsó desde la propia Asociación, se destaca que "la normativa y estándares técnicos de edificación empleadas, permitirán en un futuro, cuando la comunidad de monjas concepcionistas pudiesen habitar el resto del edificio, muy necesitado de una profunda reparación, darle un uso como hospedería abierto al público en general".
Este último aspecto les procuraría unos ingresos básicos para el mantenimiento de todo el conjunto monacal, incluida la iglesia de Santa María, propiedad de las concepcionistas, como ocurre con los dominicos y el hotel que funciona en el edificio de su convento.
El proyecto, redactado por los arquitectos Alfonso Montes y Fernando Ríos, miembros de la Asociación, no solamente ha conseguido eliminar las barreras arquitectónicas existentes en el viejo edificio, sino además se ha obtenido una distribución muy ajustada que permite ubicar las distintas dependencias de lo que será un "mini-monasterio" de Santa María del Arrabal en Cádiz.
Así, en la planta baja se encuentra el torno que comunica con la clausura. También están las cocinas, el locutorio, la capilla, y el refectorio. Desde un ángulo del claustro se accede por una escalera, al primer piso donde están las celdas o habitaciones. También se localiza un amplio salón que hará las funciones de biblioteca y despacho de la abadesa. En el segundo piso se ha reservado espacio para la futura ampliación cuando se disponga de los fondos necesarios.
Todos estos trabajos han sido posibles gracias a las cuotas de los socios de la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María, que junto a los ingresos procedentes del columbario que se construyó junto a la iglesia hace unos años y de numerosos donativos anónimos recibidos por las monjas concepcionistas de Santa María, han permitido terminar esta primera fase de una operación que se puede considerar como histórica en la ciudad, especialmente al dar un paso esencial en la recuperación de uno de sus patrimonios inmobiliarios más relevantes.
Junto a todo ello, las obras de consolidación permitieron descubrir un elemento excepcional en nuestra ya rica historia. Un mosaico romano “único” en Cádiz ha sido documentado en una de las dependencias del Monasterio de Santa María.
Recuerdan desde la Asociación que "apareció hace más de un año, pero es ahora cuando los trabajos de restauración que actualmente realiza el equipo que integran Pilar Morillo y Álvaro Domínguez han sacado a la luz que se trata de un pavimento de época romana realizado en opus sectile, que es una técnica artística romana digna de opulentos bolsillos de la época. Parece que la variedad y calidad de los materiales empleados lo hacían muy costoso. De este modo, en el lugar donde se encuentra el Monasterio, un día pudo erigirse un edificio público o una domus (casa romana) perteneciente a un rico patricio".
Un tesoro dentro de otro tesoro que justifica, si eso era necesario, la continuidad de la recuperación del Monasterio, y la ayuda de todos para conseguirlo.
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