"Todavía hay gente por la calle que me dice que me echa de menos"

Joaquín Seisdedos se jubiló como policía local el pasado mes de diciembre, después de 36 años de servicio en el Cuerpo, la mayoría de ellos al frente de la grúa municipal

"Todavía hay gente por la calle que me dice que me echa de menos"
"Todavía hay gente por la calle que me dice que me echa de menos"
Emilio López

21 de abril 2013 - 07:37

FUE el “terror” de los conductores cuando estaba en activo en la Policía Local y presume que al frente de la grúa municipal, junto con otros tres compañeros, “conseguimos que todas las aceras de la ciudad estuvieran libres de coches”. Se trata de Joaquín Seisdedos Gordillo, que el pasado diciembre pasó a la situacion de jubilado, después de 26 años de servicio activo en el citado Cuerpo. Ahora dedica todo su tiempo libre a su familia y a coleccionar carteles de Semana Santa de toda España, una particular “devoción” que dice que practica “desde siempre”.

—¿A usted le han tenido miedo todos los conductores de Cádiz?

— No todos. Me han tenido miedo los que no cumplen el código de circulación y se dedican a dejar sus coches en cualquier sitio, olvidando que los peatones también tienen derecho, que hay personas con minusvalías para las que ya es difícil desenvolverse en la calle, como yo mismo estoy comprobando ahora. Esos coches indebidamente aparcados incluso pueden provocar un problema de seguridad, y no exagero si digo que se han producido algunos a la hora de tener que pasar por una calle una ambulancia o un coche de bomberos por una emergencia y no poder hacerlo.

—Pero usted ha multado a mucha gente y quizás por eso se ganó la fama, incluyendo alusiones a su persona en coplas de Carnaval y hasta alguna pintada en su contra.

—No se olvide que es el propio ciudadano el que se sanciona a si mismo y en este caso por no cumplir el código de circulación. Lo que ocurre es que a la gente no se le olvida cuando se le toca la cartera. Es verdad que algunas agrupaciones carnavalescas me dieron varios toques en sus letras, lo que admití porque entonces era una persona pública. En cuanto a la pintada, que yo recuerde apareció en la confluencia de las calles Cánovas del Castillo y Valverde y era una mano con seis dedos en cuyo interior escribieron esa palabra que define al macho de la cabra, como sinónimo de perverso. Yo me limité a que borrasen uno de los dedos y ahí terminó el problema.

—¿No reconoce que era muy duro y hasta dicen que además poco benevolente?.

— Hay que puntualizar que eramos cuatro los policías locales que teníamos como destino la grúa, no yo sólo, los que acompañabamos al chófer que es de la Empresa Municipal de Aparcamientos ( EMASA), Lo que ocurre es que muchos se sacan el carnet de conducir y a partir de ese momento se olvidan del código de circulación y así estaba la ciudad, con coches aparcada por todas partes, mientras que nadie utilizaba los aparcamientos. Yo he sabido ser benevolente cuando ha hecho falta y hasta he retirado alguna denuncia. Hasta he soportado algún aparente intento de soborno y siempre he evitado enfrentarme con un ciudadano. Pero Seisdedos sigue limpio, nunca utilice mi puesto para conseguir beneficio alguno y me sigo sintiendo tan policía local como el día que juré el cargo, en abril de 1976, siendo alcalde Emilio Beltrami.

— ¿Cuando decidió que tenía vocación para ser policía local?

—Mi oficio es el de electricista. Yo hice formación profesional en el colegio Valcárcel, con los salesianos, antes de que llegaran allí los sagrados corazones. Lo dejé cuando tenía 18 años porque hacia faltaayudar en mi casa. Trabajé con Eduardo Delgado, en su comercio de la calle de la Rosa; también en Mol Publicidad en el mantenmiento de las señales de tráfico que eran luminosas entonces, y igualmente por mi cuenta, hasta que entré en el Cuerpo, que entonces se llamaba Policía Municipal.

—¿Que recuerdos conserva de aquellos primeros años de pertenencia al Cuerpo?

—El comandante era Eduardo Rodríguez y el segundo José Machuca, al que muchos gaditanos recuedan con afecto y con su tiza en un bolsillo para que su uniforme blanco estuviera siempre inmaculado . El cuartel estaba en las bóvedas de Santa Elena, en las Puertas de Tierra, donde cada día se distribuían los servicios. Contábamos con un Seat-127 y un viejo Land Rover. Recuerdo a sargentos de aquellos años, como Diego Esparragosa, los hermanos Morales, Mesegué, Claret, Barberá, y entre los guardias al cabo Cózar, Barquín (toda una institución), Salvador Abad, Diego Calero, Manolo Candanedo o Antonio Casero. Algunos han fallecido y hoy están en el Cuerpo sus hijos, y otros afortunadamente viven.

— La actual Policía Local se tiene que parecer muy poco a aquella de finales de los años 70 cuando usted entró en el Cuerpo.

— A modo de ejemplo, la primera grúa era la de la empresa de taxis de Parrado y los coches que se retiraban se ponían delante del Ayuntamiento. En 1979 llegaron los primeros ayuntamientos democráticos y siendo Carlos Díaz el alcalde de Cádiz. Juan José Gelos, que era el teniente de alcalde delegado de Personal, y Gregorio López, el de Policia, se preocuparon de renovar el material, incluyendo nuevos vehículos, también se modificó la uniformidad, desapareciendo los salacots que se utilizaban en verano, se establecieron las patrullas en parejas, se creó la Patrulla Verde, con Eduardo Loaiza al frente, y el primer responsable de la grúa fue Federico Fuertes, el padre de Miguel Angel. Tamb ién se incorporó como jefe Antonio Rosón y más tarde las primeras mujeres.

— Llegó hasta a tener un “rifirrafe” en su momento con Francisco Súnico siendo este concejal delegado de Tráfico. ¿Qué pasó?

—El que pone una denuncia tiene potestad también para quitarla y eso es lo que hice con la de Francisco Súnico, que además lo considero amigo, pero alguien se hizo con el boletín y se lo pasó a Fermin Moral que entonces era concejal de la oposición y lo hizo público. Eso fue lo único que sucedió.

— ¿Usted añora no ejercer como policía local al frente de la grúa municipal?

— Si pudiera estaría dispuesto a volver a ejercer como policía local y, por supuesto, en la grúa. Todavía hay gente que me dice por la calle que me echa de menos. Pero ese tiempo ya pasó, el mejor recuerdo que conservo son mis compañeros de todos esos años y sólo me queda agradecer la confianza que mis respectivos jefes depositaron en mí durante todo el tiempo que estuve desempeñando ese servicio que me encomendaron.

—Pero a usted lo que de verdad le gusta es la Semana Santa, hasta el extremo de que inclusola sintonía de su móvil, como he podido comprobar, es una marcha procesional.

— Es cierto y pertenézco a tres hermandades, Sanidad, Aguas y Sentencia, aunque en ninguna he salido como penitente, porque mi trabajo no me lo ha permitido. En algunas ocasiones he escoltado como agente de la Policía Local los palios de la Virgen de las Angustias del Ecce-Homo y el del Buen Fin de Sentencia, y también los de misterio de Medinaceli y Buena Muerte. En el año 1973 estuve en la junta de gobierno de la cofradía de la Piedad, cuando el hermano mayor era Ramón Domínguez Valero y el mayordomo el actual teniente de alcalde José Blas Fernández, que más tarde fue igualmente hermano mayor y del que soy amigo desde entonces. Recuerdo que en aquellos años ya propuse sacar en un paso de palio a la Virgen de las Lágrimas, lo que entonces descartaron, y el tiempo me ha dado la razón. Tambien he pertenecido como vocal al Consejo Local de Hermandades y Cofradías con Rafael Corbacho entonces al frente del mismo.

— Incluso presentó una candidatura para presidir el citado Consejo y en otra ocasión la retiró antes de que se produjesen las elecciones. ¿Que le pasó?.

— La primera vez competí con Rafael Corbacho, que tuvo mucho que ver con la reapartura de la Catedral para que las cofradías realizaran su estación de penitencia y que también promovió la procesión magna de 1982. Decidí encabezar una candidatura cuando terminó su mandato, él resulto reelegido y yo creo que perdí por culpa del puesto que ocupaba en la Policía Local, el responsable de la grúa. La segunda vez me retiré y el elegido fue Miguel García Díaz.

—¿Ahora que está jubilado y tiene tiempo ha barajado la posibilidad de volver a presentarse?

— No creo que vaya a volver a presentarme para ocupar la presidencia del Consejode Cofradías, pero estoy dispuesto a colaborar con el que salga elegido si me lo pide, igual que siempre estoy a disposición para ayudar a cualquier cofradía que lo necesite.

—La pasada Semana Santa, los pocos días que el tiempo lo ha permitido, se le ha vuelto a ver en la calle Ancha para presenciar los distintos desfiles procesionales. ¿Cree que las cofradías gaditanas atraviesan un buen momento?

— Creo que las cofradía gozan de buena salud, lo único que sobra es la alfombra de pipas en las calles, como ha dicho el presidente del Consejo, Martín José García, y también algún que otro botellón.

—¿Modificaría la actual carrera oficial?

— Cambiar la carrera oficial no es algo que se pueda hacer de un día para otro. Es un asunto que requiere un estudio en profundidad, contando para ello con el parecer de las propias hermandades. Lo que sí mejoraría sería la imagen de la tribunal oficial en la plaza del Palillero, lo que creo que se le podía encargar a una persona como Ramón Velázquez, que tiene experiencia al respecto.

- Aparte mantiene su afición de coleccionar carteles de Semana Santa de toda España y sigue editando un itinerario con las procesiones de la de Cádiz.

— La Semana Santa me ha gustado siempre en todas sus facetas. De pequeño ya hacia pasos de Semana Santa en miniatura, luego empecé a coleccionar carteles de Semana Santa y ya son más de 2.000 los que conservo. También llevo 30 años editando un itinerario de los cortejos procesionales, en lo que colabora mi compañerao, José Antonio Ríos, ahora también jubilado, y para 2014 queremos editar un cartel anunciador de la Semana Santa de Cádiz.

— ¿Su familia también comparte esa “vocación” por la Semana Santa?

— Mi hijo Joaquín también hace pasos en miniatura y colabora conmigo en la colección de carteles, aparte de cargar a los titulares de su hermandad.

— El Carnaval, por el contrario, no es precisamente una fiesta de su agrado, pese a que incluso ha protagonizado alguna que otra letra por aquello de la grúa.

— La respeto, como también respeto otras cosas que no me gustan, y no es porque alguna que me hayan dado algún toque en más de una letra. Nunca he participado en esa fiesta, porque tampoco me ha atraído.

—¿A que dedica ahora tanto tiempo libre?

— Yo nunca me aburro, ahora puedo dedicarme más a mi casa, en la no he podido estar antes todo el tiempo que me hubiera gustado. Salgo todas las mañana, paseo, charlo con los amigos, hago alguna gestión y dedico siempre parte del tiempo a la colección de carteles, además de estar pensando ya en el itinerario para la Semana Santa de 2014.

— ¿Cómo transcurre actualmente una jornada normal en la nueva vida de Joaquín Seisdedos?

— Meayudan a levantarme, por mis problemas de movilidad en las piernas, y voy todos los días a desayunar el bar San Lorenzo, donde me tomo un descafeinando y un pan con manteca colorá, que me encanta. Luego doy un paseo por el casco antiguo, donde me encuentro a muchos amigos, que también los tengo, hago alguna gestión que me haga falta y vuelvo a casa para almorzar. Generalmente no suelo salir por las tarde, a no ser que tenga algo concreto a lo que acudir.

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