Tosantos, una tradición muy viva de Cádiz
Fiestas
La Plaza ha acogido este lunes a un numeroso público, con destacada presencia infantil, que disfrutó de una de las costumbres gaditanas más originales cuyo origen se remonta al siglo XIX
Ya se conocen los ganadores de los Tosantos 2023 de los mercados Virgen del Rosario y Central de Cádiz
Las imágenes de la fiesta de los Tosantos en el Mercado Central de Cádiz
Cádiz/Donde hay niños, hay futuro y para ver los puestos de la Plaza disfrazados de escenas imposibles, protagonizadas por cabezas de pescaíllas, calabacines y ristras de chorizo, no faltan ni infantes ni adultos que, aplicado el resorte que pone en marcha la memoria sentimental, son un poco más niños cuando entran por las puertas del Mercado de Abastos. Hay niños, muchos niños, con sus ojos grandes de niños que en lo que dura un recorrido olvidan que son brujas y esqueletos, que son momias y zombies, y hasta que están a las puertas de su Halloween, porque han atravesado el umbral de los Tosantos de sus padres. Y lo abrazan, como abrazan las cosas los niños, sin preguntas, sin débitos, sin prejuicios. Y disfrutan, y los mayores con ellos, porque en el Mercado Central de Cádiz y en el Virgen del Rosario, en vísperas del Día de Muertos, se celebra una tradición que va para dos siglos y que está muy viva.
Los detallistas que cada año se esfuerzan por mantenerla son los que obran el milagro. Y este año, a juicio de los comentarios de los gaditanos y visitantes (muchos, los primeros; no han estado nada mal, los segundos) que se han acercado a la Plaza de Abastos, ha sido un milagro muy celebrado. Entre el pasado y el futuro, entre la crítica social y el homenaje, se han balanceado los cuadros de pescaderías, carnicerías, fruterías y hasta establecimientos del Mercado Gastronómico. Que si la vista desde el Muelle de Cádiz de 1900 –con sus torres miradores, sus contrabandistas, sus trabajadores y hasta con una antepasada de la presidenta de la Autoridad Portuaria (Teófila Martínez)– del puesto Juan de Micaela creaba un auténtico tapón en su pasillo; no pocos gaditanos se emocionaron al contemplar las propuestas de Coucheiro y de Paco de la Rosa, ambas dedicadas, cada una a su estilo, al querido y desaparecido Paquito del Mentidero.
Y es que Cádiz siempre se llama en sus fiestas. Se acuerda de lo que fue, de los que se han ido, de sus logros y sus miserias. Y, también como siempre, ya sea en verso o en prosa, se mira a sí misma con visión afilada, con su eterna carga, la verdadera marca Cádiz.
Como un cuplé carnavalero, como un cante por alegrías, Cádiz hace que parezca fácil, pero es tan difícil... También ocurre en esta tradición de los Tosantos. Es difícil en el fondo –sacar el pellizquito de actualidad, tirar la gracia sin hacerse el gracioso– y es difícil en las formas –mantener los equilibros, buscar los contrapesos, transformar los productos frescos en formas humanas o en trampantojos sorprendentes–. La Floristería del Mercado, es decir, la propuesta de la carnicería de José Luis Martínez que emula ramos de flores con los avíos de un puchero o de una berza, da buena muestra de este arte; al igual que la recreación de La Sirenita del puesto de Los Paramio. Davinia Paramio, de hecho, trabaja doblemente y hasta se atreve con un repertorio de ultimísima hora dando vida con sus frutas y verduras al pregón de Tosantos que el artista gaditano Riki Rivera protagonizó el pasado martes.
Cádiz se llama a sí misma en esta tradición reflejando sus otras tradiciones (el Carnaval, los juanillos...) y deformando el espejo donde se miran sus políticos. No se libra Bruno García, alcalde de Cádiz, de ver su cara en el cuerpo de un pollo entero, pero tampoco otras figuras nacionales como Yolanda Díaz, Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. Todos ellos en un Cinema Palillero que crea el puesto de Esmeralda para que echen su particular visión de Barbie.
Y es que el fenómeno cinematográfico de las muñecas de Mattel ha calado este año en los Tosantos, al igual que el de las aventuras de Ariel y del resto de princesas creada por Walt Disney. Los niños, hay que enamorar a los niños...
Por ello, fuera de la Plaza, en el lateral de Correos, Valle de Cuentos les reserva un espacio para ellos con pintacaras, con taller de manualidades, con juegos tradicionales, atendidos por personajes como Miércoles, la pandilla de Scooby Doo o las tres hermanas Sanderson que creara Roald Dahl y que inmortalizara la gran pantalla con El retorno de las brujas.
La fila es tremenda, el gancho funciona. Y el olor de las castañas asadas de nuestra infancia rima con la música techno del pasacalles de El Carromato, y los globos de la Patrulla Canina se sujetan con las mismas manos que aguantamos las nueces y las avellanas de los toros, y una brujita con los ojos grandes, muy grandes, ha dejado de asustar para reír con una cabeza de corvina que se cree que es Hércules o una malvada Úrsula hecha de calabaza, rematada en membrillo y con tentáculos de pimientos de freír. Porque en Tosantos todo es posible, porque, al igual que un niño, está lleno de futuro.
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