Trasteros, la eterna necesidad de guardar
Inmobiliarias
El casco histórico sigue acaparando una gran parte de la oferta y la demanda de trasteros de nueva construcción, mientras que en extramuros se ralentiza el sector en algunas zonas
Cádiz/La fiebre de los trasteros surgió en Cádiz hace unos años. Actualmente, sin alcanzar los picos de entonces pero tampoco sin perder ritmo, el mercado se está adaptando algo más a una demanda que sigue existiendo pero que en la capital cambia dependiendo de las zonas. Porque si hace algunos años este boom llevó a construir trasteros por casi toda la ciudad, en un inteligente aprovechamiento de locales en desuso, el sector trata de amoldarse ahora a centrar su oferta en aquellos lugares, con el casco histórico a la cabeza, en los que hay más clientes. Porque, eso sí, la necesidad de guardar cosas, la necesidad de tener un rincón en el que almacenar objetos que ya no sirven o que, simplemente, no caben en una casa se mantiene. Es una necesidad casi eterna.
Los profesionales del sector inmobiliario coinciden en el análisis del actual mercado de trasteros en la capital gaditana, como resume Ramón Rodríguez de Trujillo, responsable de la agencia Hispania: “El tema de los trasteros todavía tiene vigencia. No es el auge que hubo en un momento determinado, donde había en Cádiz una gran oferta de trasteros, eso fue un boom en el que todo lo que se hacía se vendía o alquilaba con una velocidad grande. Ahora sigue habiendo demanda de trasteros, lo que pasa es que ya más zonificada. Hay zonas donde hay más demanda de trasteros que en otras distintas. Por ejemplo, el centro, como siempre, sigue muy solicitado de garajes y de trasteros. Como siempre. En extramuros, va por zonas. Los barrios que están más envejecidos, como es lógico, tienen menos requerimiento de este tipo. Los barrios con vecinos más jóvenes siguen admitiendo la construcción de trasteros”.
Y es que si en el casco histórico la demanda se mantiene alta, con cifras muy similares a la de hace tres o cuatro años, en Puertatierra la demanda va por barrios, con algunos como la Laguna o Segunda Aguada en los que la oferta va menguando porque ya no se trata de un inmueble tan demandado, mientras otras zonas quizás más cercanas a la playa o la Avenida mantienen aún un ritmo relativamente alto de venta o de alquiler. En cualquier caso, la búsqueda de trasteros se limita a la zona más cercana al domicilio del demandante.
Ramón Rodríguez da también algunas claves que explican esta demanda al afirmar que son los jóvenes quienes más buscan ahora este inmueble, en una evidente asociación entre la edad y el estilo de vida: “El demandante de trastero es joven en general , jóvenes que tienen su bicicleta, su tabla de surf, todas las cosas de actividades deportivas que no tienen cabida en una casa. La demanda va también por el tipo de vida que hacen las personas en la sociedad. Tenemos juguetes y otros objetos que no entran en las casas”.
Porque la actual configuración de las casas es otra de la razones que lleva a buscar un trastero que sirva de desahogo, de almacén, para aquellas cosas que efectivamente no caben en un domicilio o que ya no se usan y que se prefiere de momento –a veces un de momento muy largo– guardar por su valor material o, incluso, sentimental.
Y es que en las casas de ahora prima más la habitabilidad, el espacio para convivir, que los rincones para guardar. La normativa, como explica Rodríguez de Trujillo, va marcando un camino en el que se van perdiendo los armarios empotrados por ejemplo, con sus útiles altillos, en beneficio de otros elementos: “La tendencia es construir casas con espacios abiertos y más amplios donde hagamos un modo de vida en común, y que los dormitorios sean más para dormir. Las normativas no exigen que haya armarios empotrados, pero sí un número de metros mínimo en el dormitorio, por ejemplo, casas más habitables”.
A ello se une la amplia oferta de armarios modulares que existe en el mercado, con el modelo Ikea a la cabeza, con muebles que se van montando según las necesidades del espacio de la vivienda y que condicionan la configuración de la casa.
Ramón Rodríguez va incluso más allá y, atento a las nuevas costumbres impuestas por la pandemia, augura que el sector de los trasteros no bajará su demanda por un tiempo: “El teletrabajo, por ejemplo, requerirá espacios en las casas habilitados para ello, y con esta forma de trabajar creo que no va a ir a menos la demanda de trasteros. La gente se pensará mucho cómo optimizar el sitio en casa y necesitará guardar los tiestos en otros lados”.
¿Y los precios? Desde Hispania se afirma que el mantenimiento generalizado de la demanda, con los altibajos señalados en función de los barrios, de su densidad y de la edad media de sus vecinos, no ha implicado un gran aumento de precios. “No hay una subida de precios significativa, y se siguen colocando salvo que estén en sitios realmente malos, como en determinadas zonas de La Laguna u otras como Segunda Aguada donde ya hay una oferta suficiente”.
En general, el precio medio del metro cuadrado de un trastero en la capital gaditana oscila, según los datos de Hispania, entre los 2.400 euros en Puertatierra y los 2.500 en el casco histórico, unas cifras que lógicamente también dependen de la zona y las calidades de cada trastero. La horquilla del precio de venta se sitúa entre los 9.000 y los 12.000 euros. En el capítulo de los alquileres, aunque hay variación en función de distintos elementos, los 80 euros mensuales es una cifra media acertada. Lógicamente, se pueden encontrar trasteros a un precio mayor y otros, incluso, a una cifra menor, 50 euros por ejemplo, en caso de trasteros más antiguos ubicados en garajes u otras dependencias.
Pero la moda de los trasteros llegó acompañada de la nueva construcción. No solo en edificios de viviendas de nueva planta, donde el coste de los trasteros puede en algunos momentos a ser menor, sino en el aprovechamiento de locales abandonados, sin uso, de complicada colocación, que se han ido adaptando para albergar trasteros segregados aprovechando al máximo el espacio y con la exigente normativa como marco legal para su construcción y equipamiento (contador, toma de agua, toma de telecomunicaciones, acceso para discapacitados, anchura y longitud mínima de los pasillos...). Son los casos de locales comerciales, garajes o bajos de las viviendas, que se han ido adaptando para la construcción de trasteros.
Un certero ejemplo de este aprovechamiento es la promoción de trasteros anunciada en la Cuesta de las Calesas, esquina a la calle La perla de Cádiz, en un antiguo taller mecánico que la promotora Cádiz Inmobiliaria tiene previsto transformar en 36 trasteros. El director de la entidad, Ramiro Molina, confirma que los trasteros se vendieron todos en apenas un mes, excepto algunos que la promotora destinará al alquiler, y que fue una promoción que salió al mercado con “precios muy competitivos”. De distintos tamaños, los trasteros se han vendido a “un buen precio”, de hecho el más caro costó unos 8.600 euros.
Molina también echa mano de la división geográfica de la ciudad, entre el casco histórico y Puertatierra, para diferenciar la demanda en el sector. El auge de este tipo de construcción en el casco antiguo de la capital se demuestra en la rapidez con la que Cádiz Inmobiliaria colocó sus nuevos trasteros. Lo hizo solo con los planos del proyecto y aún mantienen a personas en lista de espera por si acaso alguno de los compradores renuncia. El trastero más pequeño será de 3,60 metros cuadrados útiles.
El responsable de Cádiz Inmobiliaria cree que el mercado de los trasteros se mantendrá en auge, al menos en el casco histórico, durante un tiempo porque advierte que las casas que eran grandes en Cádiz se han ido dividiendo, en su mayoría, en dos viviendas: “Hay menos metros y cada vez tenemos más cosas que guardar; al final, estas cosas hacen que los trasteros tengan una demanda impresionante en el casco antiguo, nada que ver con Puertatierra, donde hay zonas con trasteros libres”.
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