Unicaja cumple hoy 125 años en pleno proceso de expansión
La Caja de Ahorros de Cádiz, germen de la actual entidad andaluza, se constituyó el 15 de agosto de 1884 en Isabel La Católica · Nació con 217.968,75 pesetas; la futura Unicajasur reunirá casi 8,8 billones
"Un acontecimiento honroso, plausible y de alto interés para nuestra ciudad tuvo ayer efecto: la inauguración del Monte de Piedad y Caja de Ahorros". Con este encabezado, Diario de Cádiz daba cuenta y bienvenida el 16 de agosto de 1884 a la entidad financiera que durante 125 años ha gestionado el dinero, y en muchos sentidos, la vida de los gaditanos, primero como Caja de Cádiz y desde 1991 como Unicaja, la institución nacida de la fusión de las enseñas de Ronda, Málaga, Almería y Antequera, además de la gaditana.
Su nacimiento se enmarca en el proceso de transformación de los montes de piedad en España tomando como referencia los modelos instaurados desde finales del siglo XVIII en Francia o Inglaterra. Pero también fue la respuesta a la demanda de comerciantes y personajes de la burguesía que lamentaban tener que viajar a Jerez o Sevilla para realizar empeños. La autoridad política local, encarnada entonces en el gobernador civil Federico Sawa, reaccionó y creó una comisión en 1878 para pulsar el sentir popular y, de paso, conocer las cantidades que los ciudadanos estarían dispuestos a aportar, lo que hoy se denominaría un estudio comercial y de marketing.
Fruto de este proceso se publicaría en septiembre de 1883 el primer reglamento de la caja y, pasados once meses, el 15 de agosto de 1884, se constituyó formalmente el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Cádiz. Los más insignes políticos y empresarios de la época estuvieron implicados en su gestación, pero hay una figura que se alza sobre ellos como el verdadero alma máter: Diego Fernando Montañés y Álvarez, cuyo legado de 200.000 pesetas -una fortuna en aquellos años- allanó el camino y se convirtió en el primer gran patrimonio de la caja. También contribuyeron el Ayuntamiento, el Cabildo, la Compañía Trasatlántica y el propio gobernador civil, Fernando de Gabriel y Ruiz de Apodaca, de forma que los activos fundacionales sumaron 218.093,75 pesetas.
Aquellos 1.310 euros fueron la semilla de una institución que ha vivido tres grandes hitos: su intervención por el Banco de España en 1983, su integración en Unicaja en 1991 y la actual expansión territorial y empresarial a través de la fusión con Caja Jaén y CajaSur. Los años 80 fueron sin duda los más convulsos de su historia moderna por las dos crisis económicas que jalonaron la década y por el proceso, parcialmente similar al actual, de concentración financiera que marcó un antes y un después en el mercado español. Eran los tiempos del alumbramiento de La Caixa, el BSCH -tras la frustrada operación entre el Banesto y el Central-, el BBV (luego BBVA tras la absorción de Argentaria). Estos grandes procesos nacionales tuvieron su eco a nivel regional, donde la mayoría de cajas eran de carácter provincial y vinculadas su mayoría a la Iglesia o a las diputaciones. En Andalucía, donde coexistía la barbaridad de catorce instituciones, se produjeron, entre otras, las integraciones de El Monte de Sevilla y CajaHuelva, de San Fernando y Jerez y también la de las cinco entidades en Unicaja. Su presidente entonces y ahora, Braulio Medel, encabezó el consejo de administración y zanjó la presentación con estas palabras: "Con este acto no se termina nada, sino que empieza algo".
Era el 18 de marzo de 1991. Atrás quedaban tres años de duras negociaciones, marcadas por férreas posiciones políticas y territoriales y por un hito clave: el frustrado intento de crear dos cajas andaluzas, una oriental encabezada por Ronda y Granada y otra occidental pilotada por Caja San Fernando de Sevilla. La primera fracasó, entre otros motivos, por la ubicación de la sede principal y la segunda, por el choque entre Cádiz y Jerez.
La caja gaditana, presidida por Juvencio Maeztu, también intentó en este periodo la integración con la vecina jerezana, pero el protagonismo de Pedro Pacheco y su confrontación con el PSOE, sumado la histórica distancia entre ambas ciudades, resultaron irreconciliables. También se presentó una tercera opción: un acuerdo con la Caja de Ahorros de Madrid, defendido por el entonces director general, Manuel Muela.
Los contactos empresariales en la entidad gaditana se intensificaron a raíz del expediente sancionador que el Banco de España le impuso en el verano de 1989 por los insuficientes coeficientes de garantía que tenía la institución, la cual, en su descargo, argumentó que los excedentes de explotación se destinaron, según las directrices del regulador, a cubrir los fondos de pensiones. Además, el apercibimiento llegaba tras un intenso proceso de saneamiento desarrollado ese lustro que permitió mejorar ratios como el déficit (22,2% en 1990, aún dos puntos sobre el límite legal) y las garantías.
La opción de una caja que aglutinara al mercado del litoral cobró fuerza a finales de ese año -no sin reticencias importantes como las de Almería o colectivos sociales de Ronda- y fructificaría el 24 de febrero con la aprobación por parte de las asambleas de cuatro de las cinco sociedades, ya que la almeriense hubo de someter el acuerdo a una segunda ronda (26 de mayo) por no alcanzar inicialmente el voto favorable de los dos tercios del órgano.
Unicaja fue el nombre con el que arrancó ese 18 de marzo -previa autorización de la Junta y disolución del resto de sociedades-, pero, curiosamente, hubo otra denominación que al final se desterró: Casajol. Con unos activos de más de 793.000 millones de pesetas, 755 sucursales y 4.500 empleados, se convirtió en la primera entidad financiera de Andalucía y la cuarta de España, además de la segunda empresa de la región tras Sevillana.
Este periodo guarda similitudes con el actual. Ambos comparten detonantes inmobiliarios (de hecho, la Caja de Cádiz estuvo seriamente lastrada por su constructora Progades), la necesidad imperiosa de crecer y redimensionarse (antes a nivel regional y ahora nacional), de ahorrar costes y aprovechar sinergias -antes informáticas sobre todo y ahora humanas y materiales-, de mejorar la capitalización o de evitar la concentración de riesgos.
Esta nueva senda de concentraciones ha dado lugar a Unicajasur, la entidad que formarán Unicaja, CajaSur y Caja Jaén cuando concluyan los dos procesos paralelos de fusión iniciados. Los consejos de administración de Unicaja y Caja Jaén han dado su plácet esta semana en la que se celebra el aniversario, mientras que la operación con CajaSur, sobre la que hay un principio de acuerdo, está pendiente de una modificación legal. El resultado será una gran institución andaluza con activos valorados en 52.845 millones que, al cambio, son 8,8 billones de pesetas. Arranca así una nueva era que Diego Fernando Montañés emprendió hace 125 años con sus 200.000 pesetas.
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