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Valcárcel y su complicado futuro en Cádiz. ¿Y si nos olvidamos de la Facultad?

EL PASEANTE

Aunque parezca sorprendente, el futuro uso del antiguo hospicio no está claro

La UCA tiene que definir qué quiere y ahora ya no hay suelo para las pistas deportivas

El rector de la UCA y el alcalde de Cádiz miran más allá de Valcárcel

Así era el hotel de lujo proyectado en Valcárcel

Interior de Valcárcel en una imagen de hace dos años. / Lourdes De Vicente

EN la dura competencia que hay en Cádiz entre solares y edificios públicos que se encuentran vacíos a la hora de darles un uso, el histórico inmueble de Valcárcel, el centenario hospicio, se apunta cada día que pasa un tanto para liderar este listado.

Superados ya los veinte años desde que la Diputación Provincial, propietaria del inmueble, anunció la conversión del centro educativo en un hotel, el inmueble aguanta en pie, cada vez con más achaques, sin que nadie aclare qué se va a hacer con el mismo.

Zaragoza Urbana, la cadena hotelera propietaria del Playa, se quedó con el inmueble y proyectó un espectacular hotel de 5 estrellas, diseñado por un equipo de arquitectos comandado por Rafael Moneo.

Este plan, que hace una década planteaba una inversión de 50 millones de euros, se fue al traste por las disputas de las administraciones implicadas en la operación y, también, por el inicio de la crisis financiera, que afectó al plan de inversiones de la cadena hotelera. Esta abandonó el proyecto en 2016.

El segundo capítulo se inicia entonces. Diputación mantiene que hay interés por el edificio por parte de las grandes cadenas del sector turístico. Pero lo cierto es que la economía aún no daba para inversiones de este calibre. Además, se había perdido la oportunidad de reubicar en Valcárcel al viejo Parador.

A falta de un inversor, en diciembre de 2017 la Diputación aprueba la cesión del inmueble a la UCA. La idea era que retornase a Cádiz la Facultad de Ciencias de la Educación, en precario funcionamiento en el Campus de Puerto Real.

El convenio de cesión caducaba en cinco años, pero las dos partes estaban seguras de que había tiempo suficiente para iniciar las obras.

Ingenuos. Se toparon con el coste de la obra. Diputación ya decía entonces que bastante había hecho cediendo el edificio; la Universidad se apoyaba en la Junta para financiar la operación.

Pero llegaban otros tiempos en la Junta, otro partido y otras prioridades en el gasto. La administración regional dejó claro que no estaba para rehabilitar edificios (algo que sí había financiado en otros campus) y que si se quería Valcárcel como Facultad todos tenían que poner su parte.

Aquí se inicia otro capítulo cargado de protestas, fotos ante un edificio cada vez más deteriorado, golpes en el pecho de “yo lo voy a hacer”... Hasta que al final la Junta se salió con la suya y todas las administraciones aceptaron poner su parte.

(Ahí entran los 5 millones comprometidos por el gobierno municipal de José María González. Un compromiso aire pues los billetes no estaban en ninguna parte).

Cuando todo parecía que iba a salir adelante, vuelven las diferencias de criterio. Y Valcárcel vuelve a empantanarse.

Cambio en la Universidad

Por una parte, hay cambio de rector en la UCA. Sale Francisco Piniella (al que nunca le hizo gracia esta operación, pero la asumió) y entra Casimiro Martell.

Sin empezar de cero, o casi, el nuevo rector deja claro que la UCA antes de tomar una decisión la institución elaborará un informe sobre la situación en materia de infraestructuras de la Universidad. Tiene su lógica, en cuanto supone ver dónde estamos y qué queremos-podemos hacer.

La previsión es que entre este mes y junio se tenga el documento. Lo normal sería que sobre el mismo pesase las necesidades de la UCA, y no las de determinada ciudad, institución o colectivo.

Pero a este plus que se le añadió hace unos meses al ‘Caso Valcárcel’, ahora se une la intención del Ayuntamiento de vender el Campo de las Balas para, siguiendo lo previsto en el PGOU, levantar un nuevo hotel.

Este proyecto hotelero, ya manejado por el anterior gobierno de José María González, es esencial para obtener los 5 millones de euros que el Ayuntamiento debe poner para traer a Ciencias de la Educación a La Viña.

Pero la misma operación de enajenación de la propiedad municipal implica dejar fuera de la misma las pistas deportivas que iban a ocupar este suelo. Un auténtico pastiche en esta zona de la ciudad.

Pistas incluidas en las infraestructuras de la Facultad, obligadas para quienes estudian Ciencias del Deportes en este centro. Aunque sin un convenio por delante, la idea era que el Ayuntamiento cediese a la UCA este suelo para la construcción del complejo deportivo. Sin embargo, este se cae si sale adelante el plan hotelero.

Y no hay espacio en la ciudad para sustituirlas, salvo que los estudiantes se vayan a las pistas de La Paz.

De esta forma, el ‘Caso Valcárcel’ se lía más: si la UCA lo incluye en su plan de equipamientos y si todas las administraciones logran firmar el convenio para su desarrollo, ahora habrá que plantear la partición en dos de los estudios que se dan en la Facultad, dejando en Puerto Real todo lo dedicado al deporte. No parece, a priori, muy lógico esta división en dos de estos estudios, separados entre si por demasiados kilómetros.

¿Qué se hace con Valcárcel?

Con todos estos cambios de marcha, da la sensación de que son pocos, entre las administraciones afectadas, los que de verdad apuestan por meter Ciencias de la Educación en el histórico edificio de La Viña (que no es lo mismo que decir que no vuelva a Cádiz).

Ya sea por hartazgo ante tantos años de problemas y discusiones, ya sea por el coste de un proyecto que sube año tras año, parece como si se esperase que alguien fuese el primero en decir: “busquemos otra propuesta para Valcárcel”, para que el resto se apunte a la idea.

Y ya puestos: después de dos décadas bien podríamos dedicar unos meses, o mejor semanas, a reflexionar sobre lo que de verdad necesita la ciudad.

Una reflexión global que debería de implicar a otros espacios. Ver qué hacemos con el solar de San Severiano (y si mantenemos Justicia en los Depósitos de Tabaco: un espacio relevante para la cultura y el ocio urbano); ver qué hacemos con el polígono exterior de la Zona Franca; ver qué hacemos con los terrenos de las Casitas Bajas (de propiedad privada aunque con la mitad del suelo en manos municipales); ver qué hacemos con el chalé de San Luis, o el edificio de Náutica.

¿Y si volvemos a plantear un gran hotel en Valcárcel?, en un sector en crecimiento y que está generando empleo directo e indirecto en la ciudad.

Todo antes de que nos arrepintamos por hacer algo que no merecía al final la pena.

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