Valvanuz lanza un grito de auxilio ante la falta de alimentos para los necesitados
Solidaridad
A las puertas de la Navidad se precisan donaciones y víveres para atender a 200 familias
La fundación benéfica atiende a personas que han perdido el empleo en esta crisis del Covid-19
La crisis, recrudecida por la epidemia del coronavirus, está asfixiando a la Fundación Benéfica Virgen de Valvanuz. La situación es “preocupante”, según expresa su responsable, Mila Aragón. A las puertas de la Navidad faltan donaciones, faltan alimentos para atender a las más de 200 familias que mensualmente acuden a las instalaciones de la calle Santiago para recoger los víveres. El día 15 se prevé otra entrega y en esta entidad no saben si llegarán al objetivo. “Necesitamos ayuda. Las familias no pueden quedarse sin su bolsa de Navidad. Cádiz es muy solidario y siempre responde. Pensamos muchos en los niños, que deben tener como los demás sus chucherías y dulces navideños”, explica Aragón.
La pandemia se ha hecho notar en Valvanuz. La Fundación respiró un poco en septiembre después de unos meses frenéticos en los que la demanda de ayuda creció de manera importante, llegando a atender a más de 400 familias, cuando lo habitual eran unas 160. Pero las cifras han ido aumentando hasta este final de año que se presenta muy duro. Llegan personas “que nunca pensaban venir a un sitio así, autónomos, gente que trabaja en la hostelería y se ha quedado sin trabajo, o del comercio, gente conocida que viene avergonzada a pedir. Pero aquí nadie se queda sin alimentos”. Los productos llegan mayoritariamente desde el Banco de Alimentos. Manoli Ríos, encargada de la cocina y del reparto a familias, señala que para que esta institución les ayude tienen que presentar documentación que acredite la situación de esas familias. “Y ahora mismo hay familias que tienen problemas para sacar esos papeles, citas teléfonicas, trámites telemáticos que ni siquiera pueden hacer porque carecen de medios. Se les hace más difícil aún”, apunta. La burocracia, más ralentizada que nunca, juega en contra de la necesidad.
Mila Aragón. Resposanble de la Fundación Virgen de Valvanuz.
“Vamos al día, no sabemos qué nos vamos a encontrar al día siguiente. No podemos planear nada”
Por las mañanas, martes, miércoles y jueves, se reparten los alimentos a las familias, mensualmente, sin colas, con horario de cada diez minutos. Faltan alimentos, pero sobre todo surtido navideño. “Con informes tenemos a 200 familias. Y las que faltan por traerlos… nos podemos ver desbordados estas navidades”. Valvanuz espera recibir otras donaciones que complementen a la aportación del Banco de Alimentos, que tiene pendiente la Gran Recogida de las fechas que nos ocupan. “Colaboran muchas cofradías y distintos colectivos, pero es un año raro. A ver si los colegios pueden hacer las colectas habituales”, indica Mila Aragón. Valvanuz, según cuenta su responsable, también recoge, como cada año, juguetes, aunque precisa que deben ser nuevos o seminuevos. “Ya hay familias necesitadas que nos han preguntado por esto”, asegura.
También ha descendido el número de socios colaboradores, personas que han fallecido o se han dado de baja. Hacen falta suscripciones. “El mantenimiento de esta casa es importante y no podemos cerrar”, destaca Manoli Ríos. Queda por llegar la subvención de la Junta de Andalucía. “Estamos esperando la resolución de la de 2020, que la solicitamos en marzo. Claro, llamas para preguntar y no te cogen el teléfono, es complicado contactar con la administración en estos tiempos de epidemia”, admite Mila.
Pero el reparto de alimentos no es el único frente abierto de Valvanuz. Cada tarde a las seis se forma una cola en la calle Santiago. Son los usuarios del comedor social, cerrado desde marzo por evitar las aglomeraciones de público en tan reducido espacio. “Ahora entregamos fiambreras desechables, de lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, para así dar margen de tiempo por el toque de queda de las 22.00”, dice Manoli Ríos mientras enseña la cocina. Una enorme olla expande por la finca un delicioso olor a puchero. Ese es el primer plato de este martes en los que la Fundación atiende al Diario. Con su pringá. Más un bocadillo y arroz con leche de postre. “Estamos atendiendo a entre 120 y 130 personas a diario. Muchas de ellas sin hogar o con un techo pero sin recursos”, añade.
Los recursos escasean mientras en Valvanuz van tapando agujeros entre el reparto a las familias y el comedor. “Vamos al día, no sabemos qué nos vamos a encontrar al día siguiente. No podemos planear nada”, alerta Mila Aragón. Justo antes de que ella nos conduzca a otro local de la calle Santiago para mostrarnos dónde almacenan los alimentos -y comprobar que las reservas han menguado- llega una mujer con un carro de la compra cargado de verduras: cinco kilos de papas, puerros, hierbabuena, zanahorias... Y esa es la esperanza de Valvanuz: que Cádiz nunca le da la espalda.
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