"Vengo aquí para decir la verdad"
Rodríguez de Castro y Osuna escenificaron ayer en la Audiencia Provincial dos caracteres contrapuestos
Un mismo caso, el mismo puesto ocupado y dos ex delegados sentados en el banquillo con caracteres completamente distintos. Manuel Rodríguez de Castro siempre se ha sentido cómodo ante los medios de comunicación y ha tenido muy buenas dotes comunicativas. Tanto cuando acudió a declarar hace unos años como ayer mismo, cuando se sentaba en el banquillo de los acusados, no rehuyó de los medios y nada más llegar pasadas las nueve de la mañana atendió de manera muy breve a los periodistas que ya se encontraban a esa hora en las puertas de la Audiencia Provincial.
Al llegar fue muy conciso en sus declaraciones, simplemente que llegaba a la Audiencia Provincial "a decir la verdad".
En este sentido, sigue manteniendo después de los años que el portal informático Rilco "podría haber sido un gran éxito para Cádiz". Acusó asimismo al PSOE de "destruir el proyecto", lo que en su opinión ha generado "un problema del cual hoy todavía tenemos que ver hasta donde va a llegar".
Con un traje azul oscuro, con una barba encanecida y con menos pelo, el paso de los años no lo ha cambiado demasiado físicamente, a pesar de que sufrió una grave enfermedad hace una década. En la expresión esas inolvidables cejas arqueadas tipo Carlos Sobera que tantas veces enseñaba cuando se ponía serio. Allí en el pasillo de la Audiencia aguantaba el chaparrón de fotografías e imágenes por parte de los medios con plena naturalidad, con una media sonrisa y posando para ellos. Rodríguez de Castro, más allá de su imagen pública, es un tipo educado y no dudó en saludar a los escasos periodistas supervivientes de su época al frente del Consorcio, con los que incluso tuvo alguna conversación.
Pero la tensión se podía cortar en el ambiente. En un pasillo los seis acusados estaban unos junto a otros. La antítesis de Manuel Rodríguez de Castro era su sucesor en el cargo, Miguel Osuna, que siempre le ha costado más manejar el tema de la comunicación, aunque es una persona también muy accesible para los medios. Mientras que Manuel Rodríguez de Castro posaba con naturalidad, Miguel Osuna se salió del pasillo y estuvo hablando por teléfono durante unos minutos. Nunca le ha gustado el protagonismo, y en un día como el de ayer, todavía menos.
Aún así, también estuvo hablando con algunos periodistas de manera informal antes de su entrada en el juicio pero la declaración oficial la dejaría para el final de la primera sesión para dejar una frase lapidaria: "Me parece increíble que una persona que ha estado trabajando en la Zona Franca asesorándonos de cómo había que hacer las cosas, ahora se convierta en la acusación".
La foto más buscada era la de los dos ex delegados juntos o, al menos, cerca. En el banquillo de los acusados de la Sección Tercera los dos trataron de no estar juntos y cada uno se sentó en un extremo. Entre ellos el ex director de Informática del Consorcio, José David Sánchez, y el matrimonio formado por Germán y Camila Leiva, propietaria de Miami Free Zone.
El único que no se sentó en el banquillo fue el ex director general de Rilco, Rafael Ortiz, que se puso la toga para representarse a sí mismo junto a un compañero letrado y, por lo tanto, se situó en el estrado con todos los abogados.
Los únicos espectadores del juicio fueron los periodistas. Este tema no tiene el alcance mediático rosa de las Campanario, Pantoja y cachulis. Eso sí, en la primera parte no se escuchaba apenas nada y ni siquiera los acusados podían oír por la separación que había con los micrófonos y por el mínimo tono de voz de algunos de los intervinientes, en especial, el fiscal.
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