Vía crucis de Cuaresma invernal
El frío y el viento marcaron los traslados del Cristo de Siete Palabras a la Catedral y el rezo de las estaciones en el primer templo, con mucho menos público que otros años
En el vía crucis de las Siete Palabras, frío fue la palabra más repetida por los presentes. La caída de los termómetros que ya se barruntaba el domingo y que se confirmó conforme avanzaba el primer lunes de Cuaresma se dejó notar demasiado en el acto penitencial de las hermandades gaditanas que ayer presidía el Cristo de la Sed. El frío y el fuerte viento que azotaba a la ciudad, y que trajo consigo incluso granizos a primera hora de la tarde, marcaron el vía crucis de las Siete Palabras.
En el público es en el apartado más se notó este inicio invernal de la Cuaresma. Las bajas temperaturas, que parecían descender conforme se acercaba la hora de que el cortejo se plantara en la plaza de la Merced, restaron bastante presencia en calles que otros años solían presentar un aspecto mucho más nutrido. La gente, además, buscaba los recovecos más resguardados, donde menos combatía el frío, y las estrecheces del barrio de El Pópulo para ver desfilar al Crucificado de Siete Palabras, que sí lució de forma destacada.
Y es que la hermandad del Viernes Santo había trabajado con esfuerzo para que el acto de ayer marchara con normalidad. Los detalles denotan siempre el trabajo que hay detrás; y la Merced estaba llena de detalles. A los pies del altar mayor, con la Virgen de la Merced al fondo, se presentaba el Cristo que tallara Luis González Rey no hace siquiera una década (2007). Lo hacía en una ancha parihuela rematada por tulipones dorados en las esquinas y con dos jarras de flores a los lados. El morado del exorno floral (que se completaba con centros a los pies del Crucificado y en la parte trasera de la parihuela), el dorado de las piezas de orfebrería y el negro de la tela que cubría los dos palos conformaban la estética elegida por la Mayordomía para esta ocasión, diferente al Sermón que cada año recorre también las calles en Cuaresma.
Un cuerpo de acólitos con seis ciriales y dos jóvenes vestidas a la Federica precedían la parihuela, que minutos después de las ocho y cuarto de la tarde se diría hacia la puerta de la Merced portada por cargadores con traje oscuro y guantes negros, y mientras el cortejo del que formaban parte todas las hermandades de la ciudad, o casi todas, avanzaba Merced abajo para salir a la calle San Juan de Dios y buscar el barrio de El Pópulo por el Arco de los Blanco.
Precisamente, el recorrido entre los dos arcos (el de los Blanco y el de la Rosa) fue lo más destacado del traslado de ida, donde el trío de capilla San Pablo acompañaba musicalmente.
En el interior de la Catedral, las estaciones se fueron sucediendo con la novedad este año de un recorrido que se recortó por delante del coro al quedar el trascoro inutilizable con la infraestructura instalada allí para las visitas a la Seo, que no había sido retirada.
El obispo diocesano, Rafael Zornoza, se situó detrás del Crucificado (donde iba el director espiritual de la cofradía, Balbino Reguera) acompañado por los sacerdotes Salvador Rivera, Juan Enrique Sánchez y Rafael Fernández; y tras ellos, en una extraña disposición del protocolo, iban el subdelegado de Defensa, Joaquín González; y el hermano mayor de Siete Palabras, Manuel García.
Tras completarse las catorce estaciones e invitar Zornoza a los presentes a vivir intensamente el Año Jubilar de la Misericordia, se inició el traslado de regreso.
Duro camino a la Merced el de un cortejo mermado que apenas fue contemplado en la calle porque al frío invierno que de repente se hizo presente ayer de forma contundente en la ciudad se le une un horario excesivamente tardío que todos los años resta a casi la totalidad del público de las aceras. Y es que eran las diez y media de la noche cuando el cortejo avanzaba por la plaza de la Catedral.
En las calles, eso sí, el Carnaval no había dejado rastro alguno, en un esfuerzo que ha mantenido el nuevo Ayuntamiento -no representado en el vía crucis por nadie, salvo la presencia de la exalcaldesa, Teófila Martínez, en la Merced a la salida- retirando de las calles del itinerario las luces, los tablaos y otros elementos de las fiestas que terminaron el domingo y que cedieron ayer el testigo en la ciudad a una invernal Cuaresma.
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