Vicente Acero, un arquitecto incomprendido
día mundial de la arquitectura El autor del proyecto de la Catedral Nueva
La construcción de la Catedral fue objeto de numerosas y contundentes críticas, que le hicieron abandonar las obras
Fue la persona elegida para construir el último y más moderno eslabón de la cadena de catedrales españolas y, sobre todo, de la serie de catedrales 'a la romana' de Andalucía. Sobre el papel llegó a pintar unas torres más altas que la Giralda de Sevilla... Pero, como le suele ocurrir a las mentes que van por delante de los tiempos, no contó con el apoyo de la sociedad. El Colegio de Arquitectos dedicó ayer a Vicente de Acero y Acebo la celebración del Día Mundial de la Arquitectura. Y en el interior de la Catedral que éste empezó a construir, Juan José Jiménez Mata lo definió en su conferencia como un "arquitecto incomprendido".
El trabajo de Acero en la nueva Catedral de la ciudad fue objeto de numerosas y muy duras críticas. Tanto, que según destacó ayer Jiménez Mata -arquitecto encargado de las obras de la Catedral desde 1987 y profundo conocedor de Vicente Acero- se convirtió en el primer arquitecto español que defiende su obra por escrito. Una de esas críticas, por ejemplo, es la que expuso el entonces secretario de la Academia de San Fernando de Madrid, Antonio Ponz, quien dijo: "no hay otro remedio que demoler la iglesia hasta el suelo y hacer cuenta que se la tragó el mar. Dios lo haya perdonado". Igualmente, llegaron críticas desde Madrid, donde enviaron planos ante la incertidumbre generada por lo que Acero estaba proyectando en Cádiz, e incluso desde el propio Cabildo Catedral, tampoco convencido de su obra pese a haberlo elegido en el año 1721 después del concurso convocado al efecto.
La cimentación de las torres (por abajo pasaba una canal y hubo dificultades para asentar la piedra) fue, al parecer, el problema que provocó que saltaran todas las críticas que, por otro lado, provocó "su arquitectura por moderna, avanzada y desconocida por los arquitectos y por la ciudadanía de aquellos tiempos", indicó el conferenciante.
Jiménez Mata explicó ayer que era tal "el entuerto que se había formado en la ciudad" que Acero hizo una defensa por escrito de más de treinta folios, en los que expuso sus inspiraciones, motivaciones e intenciones. Y si las críticas fueron subidas de tono en muchos casos, la respuesta de Acero tampoco se quedó corta, lo que refleja la enorme tensión que se vivió en aquellos años. Así, en su Probocado -que es como se denomina el texto de respuesta a los críticos que redactó y publicó Vicente Acero- habla de "la torpe ignorancia con la que los antiguos arquitectos hacían sus obras" y se refiere negativamente a edificios como El Escorial (del que dijo que era tan "robusto" que hubo que quitarle once pies para que se sostuviera; o la Catedral de Sevilla, de la que pone en duda la debilidad de su piedra frente a la de Cádiz; y a personas como Leonardo de Figueroa, maestro mayor del Colegio de San Telmo de Sevilla, del que duda que sea arquitecto o albañil.
Frente a todos estos ataques de los que fue objeto Vicente de Acero en su trabajo en Cádiz, Juan José Jiménez Mata quiso destacar ayer la labor que realizó en el diseño de la Catedral -que no terminó llevándose a cabo al 100%- y, sobre todo, en la solución que dio a la unión de la girola con el salón, un gran problema de aquellos tiempos.
"Yo creo que él vivía obsesionado con esto, que creía que podría darle una vuelta de tuerca a esa unión", comentaba Jiménez Mata, que destaca que finalmente esa unión se resuelve con pilastras y columnas de diferentes formas geométricas, "que a su vez le da mucho movimiento arquitectónico" al espacio. "No hay nada en España en esos momentos que se le parezca", señala el actual arquitecto del primer templo de la diócesis.
Los ataques a este arquitecto incomprendido no cesarán hasta que en 1729, ocho años después de ser contratado y siete después de colocar la primera piedra del templo, Vicente de Acero dejará las obras al sentirse ofendido por el propio Cabildo, que lo había tachado de "terco", de "inconstancia y desigualdad en el gobierno de la obra" o de "pretensiones poco políticas". La opinión de Jiménez Mata en todo esto es que "se le echó de la obra porque creen que no va a ser capaz de construir la cúpula que estaba dibujando".
Con la marcha de Acero quedó sin ejecutar el proyecto que él había concebido, con una Catedral de mayor altura que la que finalmente se construyó y con una fachada que a día de hoy sigue siendo un misterio. Al mismo tiempo, las limitaciones económicas que llegaron en años posteriores a la ciudad también se dejaron notar en un edificio que se inauguraría en 1838, aunque las obras de construcción -por las que después de Acero desfilaron Gaspar Cayón, Torcuato Cayón, Miguel Olivares, Manuel Machuca y finalmente Juan Daura- seguirían hasta 1853.
Pese a esos ataques a Vicente de Acero que le llevaron a marcharse de Cádiz, Jiménez Mata -que ha escrito un libro sobre Acero y la Catedral de Cádiz que saldrá a la luz este mes de octubre- valora el gesto del Ayuntamiento cuando en 1931 se abre la calle anexa a la Catedral y se da el nombre del arquitecto, entendiendo que este gesto es una muestra de que al final la ciudad reconociera la labor de este arquitecto incomprendido.
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