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Vuelta al cole: nadie dijo que iba a ser fácil

Educación: un curso marcado por el Covid

Representantes de la comunidad educativa analizan el comienzo de curso más exigente de la historia y coinciden en que los padres deben colaborar y despejar las entradas de los colegios

Toma de temperatura a un alumno del colegio Carmelitas de la capital gaditana. / Julio González

Solo unos días de curso han dado para mucho. Era la semana del estreno de los protocolos Covid en los colegios y en estos se han vivido intensos momentos. En algunos, vivencias amargas con positivos de escolares. Pero nadie dijo que iba a ser fácil. Responsabilidad, miedo, incertidumbre, quejas, anécdotas… Distintas personas relacionadas con la comunidad educativa nos cuentan cómo han observado la vuelta al cole más exigente de la historia. Y coinciden en resaltar la labor de equipos directivos y profesores frente a los obstáculos, la capacidad de adaptación de niñas y niños… y la necesidad de hacer ver a los padres que no deben aglomerarse en las puertas de los centros.

Y entre tanta confusión, Pedro Pablo Reynoso, portavoz de las AMPAs de los colegios concertados de la capital y a su vez presidente de la AMPA de San Felipe Neri, pone los puntos sobfre las íes: “Hay mucha gente hablando sin saber con opiniones para todos los gustos. Demasiada información que a veces desinforma. Los listos que saben de todo, de educación, de sanidad, de todo… hay que dejarse llevar por los profesionales en todos los ámbitos”.

LOS ALUMNOS

Los absolutos protagonistas. “Los niños se buscan la vida. Nos dan lecciones. No van al colegio con el miedo que tenemos nosotros ni se quejan”, apunta Marian Gil, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (Flampa Gades). Reynoso, por su parte, asegura que “los profesores nos dicen que los niños han asimilado la situación, con una gran capacidad de adaptación como demostraron en el confinamiento. Y todo el tiempo con las mascarillas sin rechistar”. Sobre el modélico comportamiento de los escolares, añade Reynoso que “el primer día había muchos nervios y luego la cosa ha ido cambiando. Ya se ve un poco más relajados a los padres. La preocupación se disipa cuando ven las caras de los niños ir y venir del colegio”.

MADRES Y PADRES

Mucho por corregir. No es justo generalizar, pero un buen número de progenitores debe seguir las normas para no causar más problemas de los que hay. Tanto Gil como Reynoso coinciden en alertar sobre las aglomeraciones de madres y padres en los exteriores de los centros. “Los colegios por dentro están superordenados, por fuera son una feria”, destaca Gil. Coincide Reynoso en que “hay más preocupación de puertas hacia afuera. Hay padres y madres que no saben llegar, dejar a los niños e irse. Se intenta que dentro del colegio los niños estén distanciados pero los padres se agolpan en las puertas. Debemos ser puntuales para que se cumplan los horarios de entrada escalonados y no se pisen los grupos. Hay colegios con solo dos puertas de acceso y es importante hacer hincapié en esto”.

Pedro Pablo Reynoso. Portavoz AMPAs de los colegios concertados.

“Hay madres y padres que no saben llegar, dejar a su hijo e irse. Es importante no quedarse en las puertas”

Hay veces que las concentraciones de padres tienen que ver con la ubicación de los colegios. Marian Gil pone como ejemplo el CEIP San Felipe. “Tiene entrada por la calle Sacramento, calle estrecha. Pasan muchos coches y a la entrada y la salida se aglomera mucha gente, eso no puede ser. Hemos pedido al Ayuntamiento que pida a su vez a la Policía Local que corte el tráfico a esas horas punta”.

Los colegios piden a los progenitores que se pongan en fila guardando la distancia de seguridad, aunque por ahora no parece que se haga mucho caso.

EQUIPOS DIRECTIVOS

La comunidad educativa es unánime al calificar el trabajo que han realizado en el verano: extraordinario. Marian Gil dice que “han sacado esto adelante sin vacaciones, diseñando protocolos sin ser sanitarios y aguantando cómo, el 3 de septiembre, con todo ya preparado, la Consejería cambiaba normas. Nos consta que ha habido episodios de ansiedad en algunos directores a causa de tanto estrés, de tanta responsabilidad como les ha caído”. Miguel Ángel Guillén es el director del CEIP Juan Carlos Aragón. “¿Vacaciones? Una semana. Aquí hemos sido conejillos de Indias con el programa de refuerzo estival. Mucho trabajo, pero luego se han visto los frutos”, cuenta. Según Guillén “los padres tenían miedo, pero cuando han visto el trabajo realizado, se han quedado tranquilos”.

Miguel Ángel Guillén. Director del CEIP Juan Carlos Aragón.

“Los padres tenían miedo, pero cuando han visto el trabajo realizado se han quedado tranquilos”

Montserrat Ruiz, presidenta de la AMPA del CEIP Campo del Sur asegura que el trabajo de los equipos directivos “ha sido para quitarse el sombrero”. Los colegios se rigen estos días por un protocolo “hecho por educadores, no sanitarios. Y el sanitario de referencia, del centro de salud más cercano, se incorporará a un protocolo ya realizado. El verano ha sido una locura para el equipo directivo, con muy pocos recursos”. Ruiz es contundente al decir que “la sensación es que están experimentando con profesores y alumnos”.

Reynoso refuerza las anteriores opiniones. “Los presidentes de las Ampas de centros concertados sabemos que los colegios han puesto todos los medios que tenían a su alcance y felicitamos a todos los colegios de la ciudad por el trabajo que han hecho para acoger a nuestros hijos”.

PROFESORES

Chica tarea la que les ha caído, sobre todo los que tienen que bregar con los más pequeños. Ya no basta con educar o enseñar. Como afirma una profesora de Educación Infantil, curso de 4 años, “es un cambio muy grande en cuanto al trabajo, que es ahora más asistencial. Se reduce el tiempo de las clases, de lo puramente académico, atendiendo a las medidas contra el Covid”. Porque los alumnos “tienen que lavarse las manos cinco veces, y así se pierde bastante tiempo. La organización de la clase está en función del protocolo sanitario y no de la metodología. Los alumnos pierden autonomía, los espacios se fijan, no pueden moverse libremente”. La docente explica que “tienen cuatro años y es complicado controlar que todos se laven las manos y hagan caso de las normas higiénicas. Son muy pequeños para entender qué está ocurriendo. Hay algunos que por miedo no los traen sus padres”.

Marian Gil. Presidenta de Flampa Gades.

“Nos consta de que hay directores que han tenido cuadros de ansiedad preparando los colegios”

A las plantillas habituales se han incorporado los profesores de apoyo Covid hasta diciembre, como si el virus se marchase ya a finales de año. Se dan casos de aprendizaje exprés. A alguno que otro le han asignado una tutoría, lo que además de una excesiva responsabilidad hace que tengan que dejar esas tutorías y sus programaciones en el segundo trimestre, pues tienen contrato hasta diciembre.

PERSONAL NO DOCENTE

Además de equipos directivos y profesores, en los colegios realizan una labor muy importante los monitores de servicios como el aula matinal o el comedor, también en contacto directo con el alumnado. De ahí que una de las grandes quejas del inicio de curso sea la ausencia de pruebas Covid a estos trabajadores. Cuenta Montserrat Ruiz que en el CEIP Campo del Sur “muchas familias han quitado a los niños del comedor conociendo que los monitores y monitoras no se han hecho la prueba Covid”. Y a juicio de Marian Gil, de Flampa Gades, “es una vergüenza. Como sus empresas no les han hecho las pruebas a estos trabajadores, muchos padres han optado por no llevar a los niños a estos servicios. ¿Y qué hacen estas empresas? Pues echar a monitoras y monitores porque hay menos trabajo. Y la Junta sin hacer nada cuando está en riesgo la salud de nuestros hijos”. Gil tiene claro que “esto se solucionaría si la Junta de Andalucía asumiera los servicios de aula matinal y comedor. Pero conceden el servicio a la empresa más barata, que tiene poco margen de beneficios. Y así nos va”.

Conviene reparar en otro servicio tan directo como el de la conserjería, competencia del Ayuntamiento de Cádiz. Otro sector que ve duplicado su trabajo en esta situación de pandemia, y en contacto directo con el alumnado, lo que no deja de ser una responsabilidad añadida a sus quehaceres habituales. La conserje de un colegio público de Cádiz intramuros destaca que “tengo que estar pendiente de cuatro puertas de entrada cuando antes eran solo dos. Son muchas cosas nuevas que nos tienen alerta”. Lo califica de “aprendizaje diario”. “Poco a poco me voy enterando de cosas”, resalta.

RATIOS

La eterna polémica de las elevadas ratios ha cobrado más fuerza en estos tiempos, dando la razón a quienes defendían un menor número de alumnos en las clases con el objetivo de mejorar las prestaciones educativas y salvar los centros amenazados por cierre al no tener demasiada demanda. Ratios elevadas comportan escasa distancia entre los escolares. Por lo tanto, mayor riesgo de contagio.

Cuenta Montserrat Ruiz que en el CEIP Campo del Sur la mayor ratio se da en 5º y 6º, con 24-25 alumnos. “No hay un metro y medio de distancia de seguridad, sobre todo en 5º, donde hay muchas ausencias. Familias con patologías, abuelos con riesgo… Están 5º en una planta y 6º en otra, cada una con su cuarto de baño. La mitad de 5º no está acudiendo a clases. Mi hijo, por ejemplo. Pero no los estamos mezclando en el parque o en la playa con quienes sí van a clases. Están de momento en casa repasando temario del año pasado”. Curiosamente, “ahora, gracias a esto, los 12 que van están bien de espacio”. Los padres están recogiendo firmas para entregarlas en la Delegación de Educación. “La solución es desdoblar y hay una clase vacía, pero harían falta para ello más profesores”, apostilla Ruiz.

Una paradoja. En colegios que penden de un hilo por la escasa demanda y en los que tienen pocos alumnos no hay problemas para aplicar los protocolos, principalmente los de distancia. Ahora, sin que sirva de precedente, tienen una ventaja. “Tenemos una ratio ideal que permite distancias entre los alumnos en las clases. La clase con más ratio tiene 17 alumnos. Son clases grandes, de colegio antiguo, cuando convivían 45 niños”, expone Miguel Ángel Guillén, director del CEIP Juan Carlos Aragón. Aprovecha para dar un toque de atención: “Había colegios con plazas como el nuestro, el Gadir, el Adolfo de Castro… se hubieran evitado aglomeraciones si se hubiera contado con estos centros para acoger a alumnos”.

La semipresencialidad no es buena para 2º de Bachillerato en el curso en el que los alumnos se juegan la Selectividad

Marian Gil argumenta que “ya hemos tenido positivos y van a ser más, lo tenemos asumido. Y más si la Junta no entra en razón para bajar las ratios y contrata más profesores. Sin distancias mínimas de 1,5 metros es más probable el contagio”.

LA SEMIPRESENCIALIDAD

Un asunto que trae de cabeza a las familias, sobre todo a las de alumnos de Secundaria y Bachillerato. “No hay una uniformidad en los protocolos. Unos centros eligen educación presencial, otros semipresencial, nadie les ha asesorado”, dice un profesor de la ESO. Hay modelos para todos los gustos. En un instituto de Jerez se da una semipresencialidad incómoda. En una clase, un grupo asiste al aula hasta las 11.00 mientras la otra mitad sigue la clase desde su casa de manera telemática. Luego se cambian, y el grupo que entra en clase a las 11.00 debe esperar a que los alumnos ‘presenciales’ del primer turno lleguen a sus casas y así seguir todos las clases telemáticamente.

Una de las grandes preocupaciones radica en aquellos alumnos que cursan este año 2º de Bachillerato. Les espera la Selectividad a final del curso y no están para experimentos. Se juegan mucho y así lo entienden las familias. La semipresencialidad no es lo más adecuado para estos estudiantes. Ya se han dado casos de protestas de madres y padres, que están siendo valoradas por los institutos.

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