Zornoza 2024

El relevo del obispo de Cádiz

Los cambios en la cúpula de la diócesis llegan en medio de la renovación episcopal en España

Todo hace indicar que el obispo cumplirá en Cádiz los 75 años de su ‘jubilación’

El obispo Zornoza, durante la misa del pasado domingo, cuando reabrió al culto la Catedral
El obispo Zornoza, durante la misa del pasado domingo, cuando reabrió al culto la Catedral / Fito Carreto

Las cosas que rodean al Obispado no suelen dejar indiferentes desde el año 2011, cuando en un verano como el que acaba de comenzar se supo que Antonio Ceballos sería sustituido por el madrileño Rafael Zornoza. Desde ese día, y especialmente desde el 22 de octubre de aquel año cuando el obispo tomó posesión de su cátedra, las decisiones que se han ido anunciando o conociendo han estado sujetas a todo tipo de análisis, conjeturas y comentarios de propios (incluido el clero) y extraños. Y sobre el obispo madrileño ha sobrevolado casi desde el primer día el mismo agüero que el entrenador de fútbol que no termina de hacerse con el club (véase Lopetegui en el Real Madrid la temporada pasada), o del político que incomoda demasiado a sus adversarios (que se lo digan a José María González, sobre el que desde el primer día que llegó a San Juan de Dios sobrevuela la amenaza de moción de censura): “A Zornoza lo destinan a otro lado”, es una frase escuchada hasta la saciedad desde hace ocho años.

La diócesis parecía demasiado acomodada al carácter y al estilo de gestión de Ceballos, y el cambio de timón que ha propiciado el actual obispo desde su llegada no se ha visto con buenos ojos en numerosas ocasiones. De ahí que habitualmente se haya puesto a Zornoza en la rampa de salida de Cádiz y Ceuta; como si sólo estuviera en Cádiz de paso para soltarse como obispo (en Getafe era auxiliar) y hacerse con una diócesis de mayor importancia; o como si él nunca hubiera querido aceptar este destino y solicitara de manera constante el cambio a otra diócesis.

Pero los años han ido pasando, polémica por aquí, escándalo por allá, y Zornoza ha seguido inmutable dirigiendo la nave de la Iglesia gaditana hacia la dirección por él deseada. O a él encomendada desde arriba, que también hay teorías que apuntan en este sentido. Así ha llegado la diócesis a este junio de 2020, en el que en vísperas de San Juan el obispo lanzó su (pen)última perla: el mismo día y en el mismo decreto se desprende de sus dos hombres fuertes, de sus dos cargos de máxima confianza y mayor importancia en la gestión y administración de la diócesis, y nombra a los sustitutos.

La maniobra de Zornoza, el movimiento de despachos en Hospital de Mujeres sucede justo en el momento en que Roma ha iniciado la renovación episcopal española, que tenía más de una treintena de diócesis pendiente de nombramiento de obispo en apenas tres años y que ha comenzado con la llegada del nuevo nuncio, Bernardito Azua. Los cambios ya han tocado de cerca a Cádiz, con el traslado la semana pasada del obispo auxiliar de Sevilla a la diócesis de Huelva; una maniobra que prepara también el escenario para que Juan José Asenjo (valedor y defensor de Zornoza, por cierto) deje también vacante la diócesis hispalense el próximo octubre.

En medio de estos primeros movimientos de obispos, Rafael Zornoza ha movido fichas en un claro gesto de acercamiento a su clero, poniendo al frente de la Vicaría General a Óscar González Esparragosa (sacerdote de la vieja guardia ‘ceballiana’, como ya se ha comentado) y cesando a Diufaín (flanco de muchas críticas en estos años) como ecónomo de la diócesis. Y si alguien pensaba que estos nombramientos pudieran ser síntoma de algún cambio episcopal, todo hace indicar que estamos ante el escenario totalmente contrario: Zornoza ya sabe que no se moverá de Cádiz, que aquí finalizará su carrera episcopal. Y a falta de cuatro años para presentar su renuncia al Papa (el 31 de julio cumplirá 75 años, la edad establecida en la Iglesia para que los sacerdotes y los obispos dejen de tener responsabilidades en primera línea), ha sentado las bases de una dirección más amable, de una despedida más tranquila, de un tramo final de episcopado sin tantos sobresaltos ni amenazas de polémicas y escándalos.

Zornoza ha consolidado su modelo de gestión, sobre todo en el apartado económico; ha modificado los pilares o la estructura sobre la que se asentaba Cáritas; ha introducido nuevas vías de evangelización y de grupos eclesiales; y ha comprendido la importancia y el modo de vivir la religión de las cofradías. Gran parte de la misión que le trasladaron o que se propuso en aquel verano de 2011 se puede dar por completada. Y como el barco que se acerca al cantil o el coche que llega a su plaza de aparcamiento, toca levantar el pie del acelerador y empezar con la maniobra para poner fin a este viaje, que todo hace indicar tras los movimientos de esta semana que culminará en 2024.

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