El abandonado paseo de Astilleros
El concurrido vial junto al agua en el barrio de extramuros languidece ante la falta de inversiones del Ayuntamiento en los últimos años
Bruno García promete un plan integral de actuación en el Parque Genovés
Barra que se rompe o desaparece, hueco que queda para siempre en la barrera que separa la tierra y el mar. Tabla en el pasillo de madera que se rompe, rota que se queda. Papelera que desaparece, hueco que se eterniza. El paseo marítimo del barrio de Astilleros, ese vial que separa el más moderno residencial de la ciudad y el mar, presenta un pésimo estado de conservación cada vez más deteriorado ante años de práctica inacción del Ayuntamiento.
Ahora que tan de moda están los planes de choque en el vocabulario del gobierno municipal, esta es una de las zonas que más necesita esta actuación intensa, sobre todo en lo concerniente a un Mantenimiento Urbano que parece no tener Astilleros y su paseo en el mapa de trabajo. Y eso a pesar de que esta conexión de la barriada de la Paz con la Avenida de Astilleros, de esa zona de extramuros con el casco histórico, es muy concurrida por deportistas, paseantes, familias que se reúnen en las horas frescas del día, pescadores aficionados e incluso bañistas (que también los hay, y muchos).
Un paseo por la zona, desde el parque Celestino Mutis hasta la trasera de la piscina –por fijar unos límites– es un paseo por la dejadez, el abandono, la peor cara de la falta de gestión. A lo largo de este camino son varias las papeleras que han desaparecido, quedando como testigos la base que sigue anclada al suelo de esos elementos que esperan ahora esa renovación integral que tiene pendiente la nueva empresa de limpieza, Valoriza. También refleja la falta de actuaciones la excesiva vegetación que florece entre las losas del suelo o a los pies del muro que separa el parque del paseo.
Un parque cuyas puertas se sujetan mediante unos improvisados cordeles a modo de gran chapuza y cuya reja exterior –que sí fue pintada hace unos años– presenta un degradado estado de oxidación que ha tornado el negro original en marrón e incluso naranja. Consecuencias de no mantener una verja que se decidió hacer de hierro pese a estar a escasos metros del mar.
Los bancos de hormigón han perdido el color blanco que los revestía, y el suelo bajo ellos acumula en muchos casos elementos ya petrificados de los restos que los pescadores que acuden mañana, tarde y noche han ido dejando en su práctica deportiva. En otros casos, el suelo directamente ha desaparecido, losa a losa, como si algún desaprensivo se lo hubiera llevado para algún uso particular, que sería el colmo.
También han desaparecido, no ahora sino hace ya años, tramos completo de balaustrada, sin que nunca se haya repuesto y conformándose en los últimos meses con colocar en las zonas rotas un trozo de los rollos de color blanco y rojo que se usan para señalizar y que soportan con estoicidad los envites del viento que azota allí.
Hasta el quiosco de hostelería que estaba llamado a revitalizar el uso de esta zona de la ciudad y que tan buen resultado dio hace unos años cuando estuvo en funcionamiento, languidece envuelto entre hierbas cada vez de mayor altura y con la puerta rota para dar la bienvenida a una okupación que se intuye comprobando los restos que se observan en el interior. Hay que recordar que el Ayuntamiento intentó recientemente (sin éxito, como es palpable) una nueva adjudicación para devolver la actividad a un equipamiento que seguramente necesitará una intervención integral, cuando no directamente una sustitución completa, el día que se decida recuperar para la ciudadanía y los emprendedores.
El Ayuntamiento ya ha anunciado una intervención integral en el Parque Genovés, una revisión de distintos enclaves urbanísticos, un plan de choque de limpieza, una mejora generalizada de los parques infantiles… Y en esa lista cada vez más grande de compromisos para volver a poner a punto una ciudad que se ha dejado de ir en exceso, deberá incorporar un repaso general a este paseo del barrio de Astilleros convertido en estos años en un vergonzante páramo por una absoluta inacción.
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