Los accesos al puerto de Cádiz desde plaza de Sevilla llevan meses sin barreras de protección
La situación es la misma en el puesto de control ubicado en la Plaza de la Hispanidad
El comité de empresa del puerto de Cádiz denuncia que esta situación se agrava con la falta de personal en la Policía Portuaria
Reponer los dos bolardos arrancados de cuajo por los cruceros le costará al puerto de Cádiz 82.000 euros
Cádiz/Hace unas semanas fueron dos bolardos del Muelle Alfonso XIII los que quedaron inutilizados durante una operación de atraque de sendos cruceros. Cierto es que la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz activó todos los soportes burocráticos para que estos noráis pudieran reponerse lo antes posible, pero también es cierto que no debería ser normal que un buque turístico arranque de cuajo un bolardo en una operación calificada como normal por los propios prácticos del puerto de Cádiz, es decir, que no estuvo acompañada de un viento descomunal o un temporal.
A raíz de que se hiciera público ese siniestro, que provocó daños en el casco de uno de los cruceros que se vio involucrado, son varias las voces de la comunidad portuaria que afirman que este tipo de hechos suelen ser más habituales de lo que pueda parecer desde el otro lado de la valla.
Así lo denunciaba estos días David Elías, presidente del comité de empresa del puerto de Cádiz y secretario de Puertos de Andalucía por CCOO, que se mostraba preocupado por lo ocurrido en el Muelle Alfonso XIII aunque tampoco se mostró demasiado extrañado por el hecho de que, según indica, ya ha ocurrido en varias ocasiones en el Muelle de la Zona Franca.
Cabe recordar que el muelle que ocupa la zona del consorcio que dirige el socialista Fran González mantiene, al igual que el resto del puerto de Cádiz, una importante actividad de carga y descarga relacionada con las empresas instaladas en el citado recinto fiscal. A estos movimientos se le suma el hecho de que el cantil de Zona Franca sirve en muchas ocasiones como lugar para el atraque de largas estancias de buques intervenidos por las autoridades porque se han visto involucrados en algún suceso punible y se encuentran, allí, inmovilizados hasta que un juez determine su destino.
Esto provoca que existan embarcaciones, unas más grandes y otras de menor tamaño, que permanecen allí amarrados durante largas estancias de tiempo, viéndose sometidas a las eventualidades climáticas que terminal convirtiéndose en muchas ocasiones en grandes temporales que ponen en riesgo su atraque.
En estas ocasiones, los bolardos de ubicados en Zona Franca suelen verse perjudicados por la sobretensión a la que pueden verse sometidas por este tipo de estancias y por los temporales.
Es por ello que desde el comité de empresa del puerto de Cádiz han mostrado su preocupación por lo que ellos califican de "dejadez" por parte de la Dirección de la APBC. "Y es una muestra más de que al puerto de Cádiz le hace falta una inversión en mantenimiento que se suma a otro tipo de problemas que, sin remedio, influyen en el buen servicio que se presta a los usuarios".
David Elías sumó esta denuncia a otra más que le parece otro ejemplo "perfecto" de esta situación que viene a relatar. Y es el hecho de que desde hace ya mucho tiempo, "pueden ser ya varios meses", ni la puerta de acceso a la dársena comercial por la Plaza de la Hispanidad ni la de la Plaza de Sevilla cuentan con una barrera de seguridad para evitar o controlar el acceso al recinto de vehículos.
Esta situación, según David Elías, se agrava a la vista del déficit de personal que sufre la Policía Portuaria del puerto de la Bahía de Cádiz, en la que se detecta y denuncia que faltan policías para poder dar el servicio adecuado que merece un puerto como el gaditano.
En cuanto a la falta de barreras, según el presidente del comité de empresa, se da la circunstancia de que tan sólo hay un miembro del cuerpo en estos puestos de control que no sólo está ahí para controlar el acceso de personas y vehículos al recinto sino que, además, tiene que atender el teléfono y la emisora, por si en algún momento requieren su ayuda en algún otro puesto en el que esté ocurriendo algo en un momento dado.
"Esto nos provoca un estrés que, sin duda, se refleja en la calidad de nuestro servicio, ya que hay veces que no nos da tiempo a pedir a revisar la documentación que nos aportan los conductores para ver si el acceso al puerto les está permitido o no, lo que hace que nos veamos sometidos a un peligro que se podría evitar con más personal y, por supuesto, con esas barreras de control".
Según indican desde el propio puesto de control, la barrera de la Plaza de Sevilla resultó dañada por un camión que no controló bien las distancias y que arrancó el citado dispositivo. Eso provocó no sólo que ese acceso se quedara sin la barrera sino que el siniestro hizo que algunas cámaras de vigilancia ubicadas en este puesto de control resultaran igualmente dañadas.
La disposición de las cámaras de seguridad han sido "apañadas" con una serie de cintas de pegar para que puedan seguir cumpliendo con su función, aunque sea de esta manera precaria, pero la barrera lleva ya meses, desde que ocurrió aquel siniestro, sin que haya sido repuesta.
Algo parecido ocurrió con la del acceso al Muelle por la zona del antiguo edificio de Transportes Comes. Pero en esa ocasión no hubo accidente de por medio sino que simplemente se averió su mecanismo y así se quedó, sin servicio, desde entonces, por lo que se perdió este dispositivo de seguridad que era algo de extrema necesidad para asegurar que la Policía Portuaria pueda controlar que nadie acceda al recinto portuario sin conocerse su destino.
Es evidente que el acceso de vehículos al puerto de Cádiz se ven incrementado en estas fechas por el hecho de que hay muchas personas que acuden a las tiendas de mariscos existentes en el interior del Muelle. Y a esto se le suman la de cientos de usuarios que entran cada día en para poder hacer uso del gimnasio ubicado en las cercanías de la Estación Marítima.
A su vez, el tráfico de vehículos aumenta de manera exponencial en las jornadas en las que se producen embarques de vehículos en los buques de Armas Trasmediterránea con destino Canarias. Esos conductores deben detenerse forzosamente en el puesto de control y se da la circunstancia de que, en ocasiones, si el policía portuario está atendiendo a una persona o bien al teléfono o a la emisora, se cuelan los coches sin haber pasado el supuesto control, lo que supone una disminución de la seguridad a todos los niveles.
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