La ruina acecha al Molino de Mareas del Río Arillo en medio de broncas entre las instituciones
Costas y la Junta se enfrentan para ver quién debe ejecutar las obras de rehabilitación de la histórica construcción
Proyectos privados han fracasado ante el silencio administrativo
El Molino del Río Arillo es el cartel de entrada a Cádiz si se accede a la capital desde San Fernando. Por su estado de abandono, es también el mejor ejemplo de la falta de inversiones que soporta la capital a la hora de recuperar su patrimonio histórico, y a la habitual disputa entre administraciones. Todo un aviso a los viajeros de lo que se pueden encontrar en el término urbano.
Pero si la situación de una parte de este patrimonio no es la adecuada, la dejación general sobre el Molino de Mareas es tal que el conjunto, levantado en el siglo XVIII, roza ya la ruina inminente, teniendo en cuenta que las últimas obras de consolidación que se realizaron en el complejo datan de hace más de una década y que éstas no han podido evitar la decadencia posterior del mismo.
El problema de este problema es que las dos administraciones que tienen competencia sobre esta parte de nuestro patrimonio no acaban de aclararse y cada una lanza la responsabilidad de la conservación a la otra.
Por una parte, la Dirección General de Costas lo tiene claro: considera que es la Junta de Andalucía la responsable del cuidado del Molino, por cuanto la Ley de Costas refiere que en los Bienes de Interés Cultural es la administración que lo haya declarado la que está obligada a ejecutar estos trabajos. Y se recuerda que fue en febrero de 2002 cuando la Junta incluyó al Molino de Mareas en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Por otra, la propia administración regional considera que es la propiedad del inmueble la que está obligada a su mantenimiento, y que ésta es Costas al ubicarse el Molino del Río Arillo dentro del Dominio Público Marítimo Terrestre.
A la vez, la Junta afirma que esta histórica estructura industrial no está protegida como BIC,la Junta lo cual puede resultar curioso cuando sí lo están otros edificios ubicados en la capital y con dudoso valor histórico.
Ante esta situación, la Demarcación de Costas ha pedido un informe a la Dirección General de este departamento de la administración centra, para que aclare cuál es la situación legal del edificio. Habrá que esperar a que se tenga este documento para ver si, finalmente, Costas asume estas obras o ya reclama a la Junta, basándose en este informe, la actuación sobre el mismo.
En todo caso, sea cual sea quien tenga esta responsabilidad el estado actual del Molino del Río Arillo exige una decisión urgente y una actuación igualmente rápida, antes de que se produzcan más hundimientos en una estructura que se ha ido deteriorando en los últimos años.
Lo cierto es que desde hace treinta años se han puesto sobre la mesa numeroso proyectos privados para la recuperación del Molino. Las propias administraciones fueron capaces de sentarse, hace ya más de una década, y anunciar un “inminente” arreglo del edificio que nunca fue realidad
Desde la iniciativa privada se han planteado obras de rehabilitación para su conversión en centro recreativo y cultural directamente relacionado con la histórica industria salinera de la Bahía, pero ninguna ha salido adelante, sobre todo por el litigio sobre la propiedad que mantuvieron durante años la administración y la antigua concesionaria, Unión Salinera, como por el estado en el que se iba a entregar el Molino, en caso del paso de su gestión a manos privadas.
Más allá de todo ello, ni la Junta ni Costas han puesto sobre la mesa proyectos de recuperación efectivos, solos o en colaboración.
Teniendo en cuenta lo reducido del término municipal de Cádiz, que termina en el mismo río Arillo, parece un despropósito mantener sin uso este equipamiento histórico, lo que también se une al mínimo cuidado que la Junta tiene del tramo gaditano correspondiente al Parque Natural de la Bahía.
Frente a ello, la iniciativa privada sí está inmersa en la recuperación del espacio medio ambiental de la zona de Santibáñez.
Propiedad desde la década de los sesenta de varios inversores nacionales e internacional y donde se pretendía construir el primer proyecto del Cádiz III, hace apenas unos años fue adquirido el suelo por el promotor Héctor Bouzo, inmerso ya en su recuperación para convertirlo en un complejo ambiental, deportivo y acuícola. Ya tiene en marcha un restaurante, Marambay, con una zona de esteros, barcas y otras actividades. La Asociación Bahía de Cádiz también trabaja en un plan de recuperación en las salinas de La Dolores.
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