Agresiones a sanitarios en Cádiz: “No podemos ir a trabajar como médicos sin saber qué nos puede pasar en la consulta”

Una sanitaria agredida hasta cuatro veces durante este año relata sus temores y muestra su indignación por la situación

Los agresores son, por lo general, pacientes que no están conformes con el tratamiento

La posición del Colegio de Médicos de Cádiz

Fachada principal del centro de salud de la barriada de La Paz, donde esta semana se han registrado las últimas agresiones.
Fachada principal del centro de salud de la barriada de La Paz, donde esta semana se han registrado las últimas agresiones. / Jesús Marín

Las agresiones verbales o físicas al personal sanitario no cesan. Esta misma semana se ha conocido un caso más en Cádiz, en el centro de salud de La Paz, que no hace más que añadir un gota al ya más que colmado vaso de la paciencia de unos profesionales a los que la situación les parece lo suficientemente grave como para que las administraciones añadan una marcha más al objetivo de prevenir y luchar contra estas inadmisibles agresiones. Este periódico se acerca a esta triste realidad social a través de una de las personas que en la capital gaditana ha sufrido en sus carnes varios episodios de este tipo en los últimos meses y que, finalmente, optó por denunciar al entender que era el mejor camino para hacer visible esta realidad de la que la sociedad se entera cuando los sindicatos alzan públicamente la voz. “No podemos ir a trabajar como médicos sin saber qué nos puede pasar en la consulta”, resume esta doctora, una más, afectada por esta grave situación.

Hasta cuatro veces en lo que va de año ha sufrido esta sanitaria episodios violentos en su consulta. Agresiones verbales con malos modos y golpes violentos en el mobiliario del centro de salud, en un habitáculo cerrado como corresponde a una atención médica personalizada y que, en estas ocasiones, se convierte en una peligrosa trampa cuyas consecuencias dependen del grado de alteración que presente el usuario de turno.

Ella no ha vivido nada nuevo: “Esto es un problema muy grave que se repite más de lo que se conoce. Esta semana les ha tocado a otros compañeros. Somos médicos, vamos a nuestro trabajo a atender problemas de salud de las personas y no a encontrarnos con situaciones de riesgo muy peligrosas para nosotros. No podemos ir a trabajar con temor y miedo a lo que nos vayamos a encontrar”.

Su padecimiento, de hecho, ha sido similar al que esta misma semana dio a conocer el sindicato CSIF y que tuvo como escenario el centro de salud de La Paz durante las consultas nocturnas de urgencias. En este último caso, la central sindical denunció que un usuario muy alterado comenzó a “increpar a la médica que lo atendía y a insultarla”. Y que lo mismo hizo con el enfermero que acudió a la consulta al escuchar los gritos. Los volvió a insultar e, incluso, los amenazó de muerte. Este hecho repercutió después en la atención del propio centro de salud, pues las urgencias tuvieron que cerrar esa noche porque los sanitarios agredidos no se encontraban con el mejor ánimo para continuar pasando consulta.

La doctora que accede a contar su experiencia a este periódico, y que prefiere con lógica mantener el anonimato, se ve fiel y tristemente reflejada en este relato de unos hechos que ella misma ha tenido que vivir hasta cuatro veces y que en ocasiones acaba con la solicitud de baja laboral por parte del profesional sanitario. Son por lo general, según explica, pacientes que llegan a la consulta con alguna dolencia, a veces después de varios días de encontrarse mal según refieren pero sin que hayan acudido anteriormente a una consulta, y que suelen mostrarse “descontentos” con el tratamiento, el diagnóstico o el reconocimiento que se les hace porque, en su cabeza, han ido al centro de salud para ser atendidos de una determinada forma.

“Por lo general son pacientes de entre 30 y 40 años que sufren algún dolor y que acuden al médico para encontrar una solución inmediata en forma de inyección, por ejemplo. Pero del reconocimiento que se les hace se comprueba que necesitan un tratamiento con analgésicos, algún antibiótico como prevención en algunos casos o un antiinflamatorio... Y es entonces cuando muestran su disconformidad, exigen otro tratamiento y cuando su alteración acaba a gritos, insultos, amenazas, golpes al mobiliario o la pantalla covid. O se llega a la agresión física. Todo esto estando sola en una consulta, con la puerta cerrada y, si es de noche, con solo un celador y un enfermero como personal en el centro de salud. Es una situación agobiante y muy peligrosa”.

En la última situación de este tipo que sufrió, la cuarta en varios meses en lo que va de año, esta doctora decidió llamar a la Policía cuando su agresor se marchó enfadadísimo del centro de salud. La denuncia acabó con la detención de esta persona y con su puesta a disposición judicial.

“Pero todo es muy desagradable. Desde, por supuesto, el momento de la agresión ya sea física o verbal, hasta la llamada a la Policía, la explicación a los agentes, la denuncia, encontrarte de nuevo con el agresor en el juicio, ver cómo miente...”.

¿Y el protocolo?, preguntamos a esta doctora afectada: “El protocolo existe, pero es deficitario. En la consulta hay una alarma, pero salta en el propio centro de salud. Creo que el sonido puede alterar aún más al paciente, o no, es casi una lotería, y además si es en horario nocturno, durante las urgencias, sólo hay un celador y un enfermero... Pienso que la solución es que haya vigilantes, personal experimentado a los que recurrir en un caso grave”.

Un verano movido en el centro de salud de La Paz

Cádiz cuenta con dos centros de salud que no cierran por las noches y que ofrecen el servicio de urgencias. Se trata del Olivillo, que atiende a los habitantes del casco histórico, y el centro de la barriada de La Paz, destinado a los vecinos de Puertatierra y donde, además, se han producido las últimas agresiones conocidas al personal sanitario. Ha sido un centro que este verano ha estado en el punto de mira ciudadano por los problemas derivados, precisamente, de este servicio de urgencias. Fue la central sindical CSIF, la misma que esta semana ha dado publicidad a la última agresión, la que comunicó a la opinión pública que el servicio de urgencias se vio mermado en alguna noches de este verano porque el médico tuvo que desplazarse a atender a otros pacientes en localidades de la Bahía gaditana o en otras zonas de la provincia. Incluso el colectivo Marea Blanca realizó una concentración en las puertas del centro de salud para denunciar este hecho y reclamar, de paso, un mejor funcionamiento de la sanidad pública. Y ahora ha sido este nuevo capítulo de agresiones y amenazas de muerte anunciado por CSIF y condenado posteriormente por sindicatos como SATSE (enfermería) y Comisiones, que reclaman medidas y la presencia de vigilantes de seguridad en estos centros.

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