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El agua ha sido un mal aliado de la Catedral de Cádiz desde que se inició su construcción hace 300 años. Sobre todo el agua salada que ha colaborado durante este largo tiempo el deteriorar buena parte de la estructura del templo, junto a otros problemas histórico que la aqueja, y que llevaron a la clausura de la iglesia durante varios años en el siglo pasado.
Ahora, el Cabildo de la Catedral de Cádiz tiene pendiente una reunión con el Ayuntamiento para analizar los problemas que en el templo produce la deficiente canalización de las aguas pluviales en la calle Arquitecto Acero, vía que transcurre por uno de los laterales del templo, donde se encuentra uno de los accesos al mismo.
Destaca el deán, Ricardo Jiménez, que el agua de la lluvia e incluso la del baldeo que realizan los servicios de limpieza urbana, acaban impactando sobre el muro de la Catedral debido a la inclinación que hacia el mismo tiene la calle. Todo ello provoca “que el agua se meta por las piedras y produzca humedades en el interior”. Por ello, se espera la “colaboración con el Ayuntamiento” para buscar una solución a este problema.
Mientras, el Cabildo ha realizado importantes inversiones en el Museo Catedralicio, junto a la Catedral Nueva. Además de seguir con el proceso de restauración de obras allí expuestas, la última el cuadro de San Jerónimo Penitente, también se han realizado mejoras en la accesibilidad en un edificio muy complicado en sus conexiones interiores. “El Museo ya es prácticamente accesible a personas con problemas de movilidad”, destaca el deán, tras la instalación de varias rampas.
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