"Qué alegría decir 'Iros todos a tomar por culo' sabiendo que hablas bien"
Gira 'Bienvenidos al temporal'
Robe Iniesta actúa hoy en el muelle de Cádiz.
Cádiz/Pensaba que a Robe Iniesta (Plasencia, 1962) no le caían bien los periodistas debido a su histórica resistencia a las entrevistas. El prejuicio se me cayó al suelo en 2008 en una cita telefónica loca y boicoteada por unas malignas interferencias que el músico supo encarar con muy buen humor. Quizás fue cuestión de suerte, pensé... Pero hace unos días se alinearon las estrellas y se produjo un nuevo encuentro. "Oye, ¿qué es ese ruido?, ¿estás escribiendo a la vez lo que te digo?/ ¿voy muy rápido?/ en serio, ¿hablo más lento?/ Joder, vaya putada, ¿no?". La conversación se produjo con motivo del concierto que esta noche protagonizará el extremeño en el Muelle de Cádiz dentro del ciclo Música del Mar. En Robe Iniesta, ya saben Robe de Dosis Letal, Robe a secas y, por siempre, Robe de Extremoduro, no hay más nubes que las que conjura para sus canciones; ríe con un poso de tristeza, sí, pero ríe, y dice que al hombre lo dio por perdido hace tiempo aunque sigue practicando la sinceridad y la consideración. Una especie en peligro de extinción en el final de los tiempos.
-'Bienvenidos al temporal', ¿cómo va esa tormenta?
-Muy bien porque es algo diferente a lo que había hecho antes, sobre todo los conciertos en teatros y auditorios con gente sentada... Y es que esta música que hago ahora pues está hecha para los dos sitios porque tiene muchos matices, muchos instrumentos y muchas cosas para apreciar pero también tiene canciones con mucha dinámica y con mucha fuerza aunque no tengan distorsión. El público está disfrutando en los dos formatos.
-¿Y usted? ¿Con cuál más?
-No lo sé... Es que lo del teatro está muy bien y ahora que se han solapado un poco las dos giras noto un poco la diferencia... Pero dan gustito las dos cosas. Cuando estás en los teatros hay una atención y un silencio que te impone y luego llegas a los sitios abiertos y, al principio, notas más el murmullo, el jaleo en las barras, que la gente está hablando... Pero empieza el concierto y todo el mundo está a tope y te vienes mucho más arriba... Sin embargo eso no me gusta en los teatros. De hecho, a veces la gente canta demasiado para mi gusto y creo que tendrían que ir un poco más contemplativos (ríe), no sé, para que escuchen los matices de otra manera, ¿no?
-De todas las fechas ya cumplidas, 7 de julio, Plasencia tuvo que ser especial. ¿Es un hombre de raíces?
-Pues la verdad que no soy muy de raíces, me considero más un ciudadano del mundo, pero, fíjate, ahora (hace unos días) te estoy hablando desde Plasencia (ríe). Pero claro que impone tocar a tu tierra, aunque no quieras, te impone. Además se daba la circunstancia de que era el primer concierto que hacíamos con la gente de pie y suponía un cambio de escenario, de luces, de sonido y de todo... Además estuvo lloviendo hasta la hora justa, tocamos de milagro y, bueno, fue un día bonito.
-Se negó usted a que ese concierto lo subvencionara el Ayuntamiento como estaba previsto, ¿cuáles fueron las razones?
-No es que esté en contra, me parece muy bien que los ayuntamientos ayuden, sobre todo, en sitios donde los conciertos no son viables o los actos culturales no pueden llegar porque haya poca gente o porque no haya sitios adecuados. Pero es algo de lógica, si haces un concierto en un sitio grande, en una ciudad grande como Plasencia, con una entrada a 35 pavos, que es una entrada cara, pues no tiene sentido pedir una subvención del pastón que era. Me parecía que la cosa estaba fallando en algún sitio y les dije a los promotores que tenían que devolver la subvención porque el concierto yo lo veía viable. Claro, para hacer un concierto se hacen números ficticios, porque nunca nadie sabe cuánta gente va a ir, pero se supone que si hay suficiente gente en ese lugar, si la entrada tiene un precio alto y el aforo es grande pues más o menos es seguro como para pedir una subvención. Yo no vivo de las subvenciones. Yo quiero pensar que vivo de que mi trabajo le gusta a la gente.
-Ahora toca Cádiz, ¿hay ganas?
-Sí me gusta mucho ir por allí. Me parece una ciudad muy bonita y allí tengo muchos colegas. Hay ganas y me gusta mucho. Lo que no conozco es el sitio justo donde vamos a tocar.
-Durante esta gira, ¿se ciñe a los dos discos de esta nueva etapa o habrá concesiones para Extremoduro?
-La gira se ha hecho especialmente para Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares. De hecho, la idea primera fue simplemente hacer un disco y no tocarlo en directo y por eso me pude hacer más concesiones y pudimos tener libertad total en los ensayos y en el estudio a la hora de arreglar los temas porque no piensas que luego eso hay que tocarlo en directo y así puedes hacer si quieres una canción de 1 minuto. Si yo siempre he compuesto con libertad, esto me ha dado más libertad aún... Pues eso, que está hecha para las dos discos pero, bueno, sí, habrá alguna concesión para Extremoduro pero eso hay que ir a verlo para saberlo.
-Carlitos Pérez, David Lerman, Álvaro Rodríguez, Alber Fuentes y Lorenzo González le acompañan. No es lo mismo el estudio que la carretera, ¿bien con los músicos?
-Pues está resultando muy divertido. De hecho, el segundo disco lo hicimos porque en el primero nos lo pasamos muy bien, y la gira la hicimos porque seguíamos pasándolo bien trabjando juntos y yo creo que es primordial disfrutar al máximo. Además, yo no sé si esto se va a volver a repetir, Extremoduro está en un tiempo de espera, Iñaki está haciendo sus cosas con Inconscientes y con los otros músicos de Extremoduro y con John Calvo de Memoria de Pez, y están haciendo su gira y sus cosas, y cuando acaben ellos y cuando acabemos nosotros nos juntaremos a ver qué pasa.
-No sé si será por la supremacía de las cuerdas en estos dos trabajos pero lo veo ya romántico a tumba abierta .
-Pues yo he seguido componiendo como siempre pero quizás este tiempo haya estado más romántico a la hora de componer... No lo sé... Quizás sí sea la instrumentación porque no es lo mismo un violín que una guitarra eléctrica con distorsión. A las letras el dúo de violín y clarinete las cambia, le cambia los matices y hasta la manera de entederlas.
-Y el punto jondo en algunos temas, ¿de dónde sale? En 'La Canción más triste del mundo', por ejemplo, es notable.
-En esa y en alguna más... Yo me dejo llevar, no me corto, siempre he pensado que los músicos somos los dueños de los estilos musicales. Somos los dueños y podemos hacer con ellos lo que queramos, podemos dedicarnos a cualquier estilo, no hay nada ni nadie que te pueda decir 'tú tienes que tocar solo esto porque te sale mejor'. Yo he cogido las canciones y las he interpretado tal y como me venían a la cabeza, no he intentado decir 'vale así está bien pero me la voy a llevar al rock', no, no... He intentado que cada canción tuviera lo que necesitaba, y el jondo estaba entre esas cosas porque el jondo me parece una cosa fuerte. El jondo es transgresivo.
-Dijo que no nos comiéramos la cabeza pensando qué significaba 'Destrozares', pero me lo va a decir, ¿no?
-No sé explicarte lo que significa Destrozares, tampoco sabría explicarte lo que significa la canción, y si lo sé explicar, no quiero (ríe). Si la canción significa lo que yo entiendo, no quiero. Que cada uno la coja y la interprete a su manera. Así debe ser con todas las canciones.
-Lo que es innegable es que en todas ellas hay mucha decepción con la especie humana. ¿Así lo siente?
-A días... En este disco he puesto mis carencias, mis errores, mi mala leche... En el disco he querido dejar un poco todo con la puerta abierta, tanto lo malo como lo bueno. No he querido hacer una limpieza y quitar las cosas que sonaran demasiado tristes, sino dejarlas.
-¿Esa limpieza sí la hizo en 'Lo que aletea en nuestras cabezas'?
-Quizás la diferencia entre uno y otro es que el primero está hecho con canciones que tenía compuestas hace más tiempo porque Extremoduro, a veces, camina despacio y he ido haciendo canciones cuando he tenido un momento compositivo bueno, después pasaba el tiempo y hacía otra..., así que había canciones de atrás. Y en el segundo, sin embargo, todas las canciones están hechas en un mismo periodo de tiempo y, quizás por eso, este disco puede ser un poco más conceptual y estar en este rollo no sé si pesimista o realista. Es todo parte de una misma época, la más reciente, y es verdad que así es como veo el mundo ahora, lo veo que no tiene solución. Los problemas de cuando era un niño siguen siendo los mismos problemas pero más gordos y, además, ahora tenemos problemas nuevos y ninguno lleva camino de arreglarse... El mundo está perdido, sí.
-Los mismos problemas porque somos los mismos.
-Sí, claro, la gente habla de los políticos y eso, pero están ahí porque nosotros los dejamos, yo con quien me cabreo es con la gente. Y ese enfado, ese cabreo, es lo que he querido dejar en el disco. Evidentemente, no pienso que lo mejor sea una guerra nuclear pero he querido dejar esa parte de berrinche, de enfado y de ¡hala todo a tomar por culo!
--De 'Iros todos a tomar por culo', ahora que se puede decir. Se habrá reído un rato con la decisión de la RAE, ¿no?
-Sí, sí, joder (ríe) 20 años después. Qué alegría poder decir Iros a tomar por culo con tranquilidad y sabiendo uno que está hablando bien y correctamente.
--Y más usted que es escritor. 'El viaje íntimo de la locura' fue su primera novela, ¿escribiría otro libro?
-No lo sé... Me lo pasé muy bien haciéndolo pero creo que para escribir te hace falta una chispa que te da una historia y que tú te la llegas a creer tanto que te dan muchas ganas de escribirla, pero muchas, muchas, porque es un curro mortal. Si me viniera esa chispa sí que me lanzaba otra vez.
-Menciona mucho lo de pasarlo bien como condición para la acción, ¿es difícil llegar a ese punto donde sólo se hace lo que te gusta?
-Lo más difícil es saber lo que te gusta. Veo a los chavales un poco perdidos y cuando dejan de ser chavales las circunstancias los encasillan y ya la inercia tira de uno, es muy difícil cambiar. Si consigues de verdad saber lo que te gusta ya tienes la mitad del camino hecho porque ya sólo tienes que intentarlo. Cuando son cosas tan largas y exigentes como éstas, como casi todo lo que tiene que ver con tocar o escribir, pues te tiene que gustar mucho, si no es absurdo. Para hacer cosas buenas es imprescindible pasártelo bien.
-¿Nunca dudó? ¿Siempre supo que lo suyo era hacer canciones?
-Cuando estás esperando un momento libre, a cualquier hora, cualquier día, para poder tocar la guitarra, pues lo sabes.
-¿La toca todavía por ocio y no sólo por trabajo?
-No sé cuál es la frontera entre el ocio y el trabajo. ¿Si tienes ganas y lo haces porque tienes ganas es ocio? No sé... Yo no me pongo a pensar 'uy qué tengo que hacer un disco y me tengo que sentar...' Me pongo a tocar porque me apetece.
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