El alma de La Cepa Gallega de Cádiz se jubila

Pepe Caballero dirá adiós a finales de noviembre a 40 años de trabajo en este negocio de la calle Plocia

El establecimiento fichó a Pepe cuando este repartía vinos de las Bodegas Alcaide en mayo de 1984 

La Cepa Gallega abre La Cepa de Cádiz en Málaga

Pepe Caballero tras el mostrador de La Cepa Gallega.
Pepe Caballero tras el mostrador de La Cepa Gallega. / Julio González

El 7 de mayo de 1984, Pepe Caballero Álvarez entró a trabajar en La Cepa Gallega, un ultramarinos provisionista de buques en una calle Plocia que 40 años después no la conoce ni el plan urbano que la parió. El 27 de noviembre, este hombre de la casa, encargado y camarero, alma del negocio, dirá adiós, por jubilación, a cuatro décadas trabajando en un establecimiento abierto en 1920 ahora reconvertido en taberna y regentado desde 2018 por Sophie Sjödhal y Bernardo Cruz, que tomaron el testigo de Félix Fernández. 

“Se nos va un empleado de los de antes, hecho de otra pasta, de otra estirpe, de los que ya no quedan. Será difícil sustituirle, pero somos una empresa familiar y seguiremos adelante”, admite Bernardo. “Solo he faltado una vez al trabajo, cuando me operé de cataratas”, apostilla Pepe. 

Cuando Pepe llegó a este negocio, la calle Plocia contaba con otro tipo de hostelería más castiza, con bares hechos a la medida de los recios portuarios y de los rudos embarcados. El bar Los Negros, La nueva vía, La flor de Galicia… y un buen número de garitos pecaminosos, de los de bombilla roja en la puerta. “Esto no tiene nada que ver con lo que era”, señala sobre la evolución de la que ahora es la calle referente de la gastronomía local. 

Pepe, nacido muy cerca, en el Callejón de los Moros, recodo de la Cuesta de Jabonería, entró a trabajar muy joven en la Bodega Manchega de la calle Feduchy. Al poco, en 1975, pasó a las Bodegas Alcaide, en la calle Santa María del Mar junto al Instituto Columela. “Yo repartía los vinos y de eso me conocían en La Cepa Gallega. También traía aquí el vino Savin. Luego, un compadre del padre de Félix, Pepín Fernández, habló por mí y me ficharon”, relata.

A medida que progresa la conversación con el redactor, Pepe va recordando a aquellos clientes y clientas de entonces, como los trabajadores de la Fábrica de Tabacos “que venían a desayunar o a merendar, a comer sus bocadillos o tomarse sus medias limetas de Arroyuelo”, apunta enseñando fotos con los estantes plagados de latas de conserva y jamones colgando del techo. La gente del muelle y los armadores de buques eran otros buenos parroquianos de La Cepa. 

"“Me llevo muchas amistades, porque clientes de siempre pasaron a ser amigos”

“Yo conocí esta calle cuando tenía en el suelo las vías del tranvía”, agrega mientras muestra una foto de uno de los muchos personajes conocidos que han pasado por La Cepa Gallega, el recordado locutor de radio Pepe Domingo Castaño. Y enseña otra imagen donde aparece Ildefonso Marqués, institución de ‘Diario de Cádiz’, cliente fijo en este negocio con otros amigos de este periódico gaditano. 

Durante años, Félix Fernández combinó el aprovisionamiento con la parte hostelera, que ya es el único negocio de La Cepa. Cuando Félix dijo adiós, Pepe Caballero se quedó “casi un año parado” hasta que Sophie y Bernardo cogieron las riendas. Y, como no podía ser de otra forma, contaron con la experiencia de Pepe. 

La Cepa Gallega seguirá siendo un lugar de culto, pero ya sin la cara amable de Pepe, que se lleva consigo un baúl de vivencias y, sobre todo, de “muchas amistades, porque los clientes de toda la vida pasaron a ser amigos”. 

Ahora toca disfrutar, merecidamente, de la familia. De su mujer, Carmen Merlo, a la que conoció “justo dos días antes de entrar aquí a trabajar”, de sus hijas Natalia y Miriam y de su nieta Claudia. 

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