Ángel Picardo Blázquez, un anticuario erudito de Cádiz
Retrato de otra época
Fue un referente en el mundo de las antigüedades en España durante principios del siglo XX
A la muerte de Falla, donó una lámpara de plata del siglo XVII para la cripta de la Catedral

Cádiz/En este artículo vamos a trazar una semblanza de la figura de Ángel Picardo Blázquez, gaditano que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX. Ángel nació en el seno de una familia de origen genovesa que llegó a la ciudad de Cádiz para fundar la histórica Banca Picardo hacia 1770, en un edificio que después sería el antiguo colegio de San Martín.
La familia estuvo muy vinculada a la Catedral de Cádiz, de la que fueron grandes benefactores y en cuya cripta están enterrados muchos miembros de la familia. Otros aparecen pintados en el cuadro de la Consagración de la Catedral de Cádiz.
Ángel era hijo de Ángel Picardo Paúl y Servanda Blázquez Paúl y nació en la década de 1870 en la calle Vea Murguía, esquina con la Alameda de Apodaca, donde se ubicaba la casa familiar y donde vivió hasta su fallecimiento. Sus primeros estudios los realizó en el Colegio de los Jesuitas en El Puerto de Santa María, donde coincidiría con el escritor Juan Ramón Jiménez.
Tras finalizar sus estudios escolares marchó a la Universidad de Deusto, donde se licenció en Derecho. Una vez finalizado los estudios universitarios le entregó el título a su padre y nunca ejerció la profesión. Le apasionaba el mundo del arte y del anticuariado, al cual dedicó su actividad profesional. A sus sobrinos les abrió la puerta del arte, les enseño a tener una finísima apreciación por todas las expresiones artísticas; música, pintura, gastronomía, en fin, por todo lo bello y refinado, sin caer en el empalago y la cursilería. Llegó a ser uno de los mejores anticuarios de España durante gran parte del siglo XX.
La primera planta de la casa familiar la destinó a almacenar muebles y piezas decorativas de la época que solía comprar y vender. Su buen ojo y sus conocimientos de muebles le acompañaron toda su vida. Tenía unos carpinteros con quienes realizaba y diseñaba, en su mayoría con maderas antiguas, muchos muebles que aún se conservan todavía en muchas casas gaditanas. Eran muy famosos los comedores y sillería de estilo Thomas Chippendale, camas venecianas y hornacinas de caoba y palillería y otras de madera de pino pintadas en gris con filo dorado. En esa época en Cádiz Ángel Picardo era un referente junto con César Pemán y Manuel López Gil en asesorar a la hora de expertizar en de materia mobiliario y pintura. Tuvo gran amistad con otro anticuario de su época, Feliciano Boto, y fue un gran experto en iluminar grabados y en el arte de lavar su papel.
En 1928, durante las obras de cimentación del edificio de Telefónica en la calle Ancha de Cádiz, apareció una pequeña figura de bronce y oro conocida como el ‘Sacerdote de Cádiz’. En la prensa de la época se recoge que “gracias a la rápida intervención de Ángel Picardo, un erudito local, las autoridades fueron informadas y el objeto fue reclamado por el estado bajo el Reglamento de Excavaciones de 1912, que protegían hallazgos arqueológicos, trasladándolo al Museo Arqueológico Nacional, de Madrid”, donde se encuentra actualmente.
Tuvo una gran amistad con Manuel de Falla desde su infancia y a la muerte del compositor regaló para la cripta de la Catedral de Cádiz donde enterraron a Falla una lámpara votiva de plata del siglo XVII. Vivió toda su vida en la casa familiar de la antigua Alameda Apodaca junto a sus hermanas Margarita y María Antonia Picardo. Falleció el 27 de Abril de 1959.
Agradecimientos por las fotografías y colaboración en el texto a Javier y Luisa Martínez del Cerro Poole, Carmen Hagen Picardo y José Joaquín Márquez Príes.
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