45 años de crisis permanente en la Bahía

Industria

A lo largo de medio siglo desde las distintas administraciones se han planteado planes de apoyo al sector que nunca han cumplido sus objetivos

Movilizaciones de trabajadores de Navantia de Puerto Real en el Puente Carranza. / Julio González

El retorno de la democracia coincidió con una profunda crisis económica que tocó de lleno al sector público industrial, sobre el que se basaba buena parte del tejido económico de la Bahía de Cádiz en 1977.

Las factorías de Astilleros, columna vertebral del empleo, atravesaban una situación insostenible, sin carga de trabajo ante una crisis naval que se extendía por medio mundo.

A finales de ese año el gobierno de Adolfo Suárez anunció una reconversión laboral, en una provincia que ya entonces lideraba las cifras del desempleo en todo el país.

El 11 de octubre más de cien mil personas se manifestaron por la Avenida de la capital reclamando carga de trabajo para las factorías gaditanas.

No se produjeron incidentes, hasta que el lunes 24, ante la negativa del Gobierno a negociar, la ciudad estalló y se convirtió en un auténtico campo de batalla, con violentos enfrentamientos entre la Policía y los trabajadores.

Desde las ventanas de muchas casas se lanzaron máquinas de coser, frigoríficos, planchas, macetas... hasta se quemaron autobuses.

La firma de los Pactos de la Moncloa entre todas las fuerzas parlamentarias el 25 de octubre de 1977 trajo algo de tranquilidad a la Bahía y 6.000 millones de pesetas de la época para ayudas al sector.

Sin embargo, y han pasado ya cerca de 45 años, la industria estaba herida de muerte en el conjunto de la Bahía de Cádiz, y con especial relevancia en la capital. Vale un dato más que elocuente: entre 1984 y 1992 la industria (Astilleros, Construcciones Aeronáuticas, Bazan y San Carlos) perdieron 7.500 empleos, de los que 2.000 procedían de la industria auxiliar, que nunca volvería a levantar cabeza.

En esta época aún aguantaba la Tabacalera, pero no tardaría en iniciar su desmantelamiento cuando el gobierno de Felipe González puso en marcha su privatización, hasta su cierre en Cádiz en 2013, tras 272 años de actividad. Un cierre que, por cierto, solo fue lamentado por este Diario, ante el vergonzoso silencio de partidos políticos, sindicatos y ayuntamientos, además de quienes hoy critican a través de las redes sociales la crisis de nuestra industria.

La persistencia de los duros procesos de reconversión laboral, especialmente con los gobiernos socialistas, obtuvo como respuesta la declaración de Cádiz como Zona de Urgente Reindustrialización, ZUR, el primero de los numerosos planes que se fueron poniendo en marcha, apoyados unos sobre los fracasos de los anteriores.

La ZUR estuvo vigente entre 1984 y 1988. En su momento fue esencial para la potenciación de la factoría de la General Motors, como primer paso para conseguir un potente sector del automóvil, como en Barcelona y Vigo. Después devino en Delphi hasta su definitivo cierre en 2007, acompañado por Cádiz Electrónica, filial de Ford. A las se pusieron las bases para la modernización de CASA, con su salida de la capital y su apuesta por Puerto Real y El Puerto bajo el paraguas, parcialmente fracasado, de Airbus.

La operación de apuesta industrial no tuvo continuidad, asentada caso con pies de barro. Ello obligó al desarrollo de la ZAE, Zona de Acción Especial, apostando por nuevas industrias. El dinero aportado puso en pie a 300 proyectos, aunque muchos de ellos ya han pasado también a la historia.

Por el camino la industria naval siguió perdiendo fuerza y trabajadores. Así hasta que en 1995 el gobierno central anunció el cierre de la factoría de Cádiz, con la previsión de dejar a 1.300 personas en la calle (que finalmente quedaron en 500)

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