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18 años de ilusiones rotas

El acuerdo al que han llegado los afectados de Los Chinchorros con CaixaBank es una noticia esperanzadora, pero no les hace olvidar el drama que han vivido algunos

Miguel, Cristina, Mercedes y Mª Paz, algunos de los afectados de Los Chinchorros, delante de la promoción. / Jesús Marín
Pilar Hernández Mateo

13 de mayo 2018 - 12:21

Cádiz/Las familias afectadas por el abandono de las obras de Los Chinchorros han llegado recientemente a un acuerdo con CaixaBank -propietaria de los terrenos-, por el que recuperan el 75% de las cantidades reconocidas en el concurso de acreedores. Es una noticia positiva que devuelve la esperanza a estas personas, pero ellas no olvidan los años de sufrimiento: 18 años en los que algunos han padecido auténticos dramas personales como consecuencia de esta estafa -porque todos coinciden en que ha sido una estafa- y otros han fallecido por el camino.

Las familias afectadas son en torno a 60, entre compradores y personas que permutaron sus casas por viviendas en los nuevos edificios que se iban a construir. Este periódico ha contactado con ellas, pero la mayoría no quiere revivir todo lo que han pasado; sólo un pequeño grupo accedió a contar su historia y excusó a los demás con las palabras de uno de ellos: "No tenemos fuerzas ni para denunciar el gran drama económico, social y humano que padecemos la mayoría de los afectados, sobre todo los permutantes".

Hasta que no firme la hipoteca, no me creeré que se ha solucionado todo"

Y es que los permutantes han sido los más perjudicados. Al tener que dejar sus casas para que se levantasen los nuevos edificios, el promotor, José Luis Costa, se comprometió con ellos a pagarles el alquiler de un piso mientras duraban las obras; pero solo lo hizo durante un tiempo y algunos se han visto en la calle porque no podían pagar el alquiler con su exigua pensión.

Es el caso de Carmen, que actualmente tiene 92 años. Ella tenía una casa en el terreno donde se iba a levantar la nueva promoción de viviendas y la dejó para que empezaran a construir allí. Cuando el promotor incumplió su compromiso de abonarle el alquiler, fue desahuciada del piso al que se fue a vivir mientras duraban las obras. Desde entonces, ha tenido que cambiar tres veces de domicilio y actualmente sobrevive gracias a la ayuda de los Servicios Sociales.

Dolores ha tenido un poco más de suerte. Cuenta que José Luis Costa dejó de abonarle el alquiler "sin avisar" y el dueño del piso la denunció por impago. "Fui a juicio y tuve que pagar", relata. Luego se fue a vivir con su hija durante unos años y actualmente reside en Puerto Real, donde su pensión le da a lo justo para pagar un alquiler. "Me he tenido que venir a Puerto Real, con la casa tan linda que yo tenía. Era maravillosa, y muy grande. Tenía dos patios. Allí vivía muy bien. Pero José Luis Costa nos engañó y se la vendimos. Lo conocíamos de toda la vida del barrio y lo teníamos por buena persona, ¡pero mira lo que ha hecho con tantísimas familias que ha arruinado!", lamenta. Dice que ella ya no quiere el piso que le corresponde de la nueva promoción. "Tengo 85 años y no sé si voy a poder disfrutar de la casa. Además, ¿para qué la quiero yo ahora? Prefiero que me den el dinero, que estoy escasa, y así puedo disfrutar de él y volverme a vivir a Cádiz, porque aquí estoy sola".

Su hija Pepi asegura que todo este proceso "nos ha machacado psicológicamente". "Lo que ha pasado no ha sido consecuencia de la crisis ni de la burbuja inmobiliaria, esto ha sido una estafa de José Luis Costa y de Javier González Tello. No comprendo cómo pueden estar tan tranquilos". Con la permuta del terreno, a Pepi le corresponde un piso de la promoción de Los Chinchorros, pero asegura que ha perdido toda la ilusión: "Mi ilusión por esos pisos está muerta, no quiero ni verlos. Prefiero quedarme con el dinero. Es una pena lo que han hecho con nosotros, no tienen perdón. Moralmente, han destrozado muchísimas familias", comenta emocionada.

Como estas mujeres, la mayoría de los permutantes, y también de los compradores, conocían "de toda la vida" al promotor José Luis Costa, ya que vivían en el mismo barrio; y por eso se fiaron de él. "A mí me ofreció la oportunidad de comprar un nuevo piso frente al mar, y lo hice porque yo tenía mucha ilusión de vivir frente al mar", afirma Cristina, quien señala que su hermana se compró otro piso en el mismo lugar. "Confiamos en un amigo de la infancia e invertimos mucho dinero. Yo estuve dos años pagando todos los meses. Menos mal que tenía mi casa, porque si no, me veo en la calle como se han visto muchos. Se aprovechó de nuestra confianza".

Cristina asegura que ella no ha perdido la ilusión de tener su casa frente al mar, aunque reconoce que "hasta que no firme la hipoteca, no me creeré que se ha solucionado todo".

A la cita con esta mujer acuden Mercedes y Mª Paz, que también compraron viviendas en Los Chinchorros. Entre las tres recuerdan casos de familias que vendieron sus negocios o casas en el campo para poder comprar algún piso en esta promoción. "También hay quien invirtió todos sus ahorros, el dinero de su jubilación, y hasta una familia a la que le tocó la lotería invirtió el premio aquí", comentan. Destacan los casos de afectados "que han fallecido sin sus ilusiones cumplidas y habiendo perdido un dinero que podían haber disfrutado. Ha sido un drama económico y social impresionante para muchas personas".

Mª Paz relata que ella vendió un piso de sus padres para comprar dos apartamentos en Los Chinchorros. "Me dolió vender el piso de mis padres, pero mi marido y yo vimos que este era un buen sitio y firmamos el contrato en el año 2000. En el contrato ponía que el 15 de febrero de 2004 nos entregaban las llaves de los apartamentos, y en 2012 murió mi marido sin tener las viviendas y con la esperanza perdida de conseguirlas en algún momento".

Ella está satisfecha con el acuerdo al que han llegado con CaixaBank, aunque ahora solo podrá acceder a uno de los apartamentos que compró. "Habíamos perdido todos los derechos y ahora nos encontramos con esto, así que estoy contenta. Yo voy a perder poco porque recuperé una parte del dinero invertido, pero después de 18 años las circunstancias han cambiado tanto...", manifiesta, haciendo referencia a que con la edad que tiene, ya no le conceden una hipoteca, por lo que, aunque ella se vaya a vivir al nuevo apartamento, la hipoteca tendrá que ponerla a nombre de alguno de sus hijos.

Lo mismo le sucede a Mercedes, quien señala que "económicamente, no es lo mismo comprar un apartamento hace 15 años que ahora, que ya no me conceden una hipoteca. Yo compré el apartamento de Los Chinchorros para una de mis hijas, pero mis hijas ya tienen sus viviendas, y ahora necesito de su ayuda para poder pagarlo".

Pero para Mercedes, lo más importante no es el dinero, sino "la ilusión perdida de tener un apartamento que no ha cumplido el objetivo para el que lo adquirí".

Respecto al acuerdo al que han llegado con CaixaBank, estas tres afectadas reconocen que "con todo el historial que tenemos, existe cierto recelo. Hasta que no tengamos los pisos, no nos lo vamos a creer. Pero es verdad que La Caixa nos da ciertas garantías y confiamos en la solución que nos han dado, y en que esto va para adelante".

Cuentan que cuando se paralizaron las obras de construcción de la promoción de viviendas de Los Chinchorros y comenzó su calvario, echaron en falta el respaldo del anterior equipo de Gobierno del Ayuntamiento. "Fuimos a varios Plenos y nunca nos sentimos apoyados por el equipo de Gobierno, pero sí por la oposición", apunta Mercedes, quien expresa su agradecimiento y el de los demás afectados al actual equipo de Gobierno municipal, que ha mediado en las negociaciones entre la Asociación de Afectados de Los Chinchorros y CaixaBank.

Todos quieren agradecer también la implicación de la junta directiva de la Asociación, especialmente de su presidente, Marcelo Villacorta, durante todos estos años que ha durado la lucha en este conflicto cuyo final está un poco más cerca.

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