Antoñito Molina: "Voy a hacer un pregón del Carnaval de Cádiz con una historia, no un concierto mío"

El intérprete y compositor roteño, pregonero de la fiesta gaditana de 2025 estuvo el sábado en el Corte Inglés de la ciudad firmando copias de su último disco

'El Club de los Soñadores', así se titula el nuevo trabajo del artista, salió a la luz el pasado 18 de octubre

Antoñito Molina, pregonero del Carnaval 2025, firma discos en Cádiz

El músico roteño y pregonero del Carnaval 2025, Antoñito Molina, en Cádiz. / Jesús Marín

Cádiz/Hay palabras que por exceso de uso (de mal uso) quedan vacías de sentido. Autenticidad es una de las víctimas del mal de la ligereza, sin embargo, no hay otro término que pueda describir mejor a Antoñito Molina (Rota, 1988), músico, autor e intérprete que el pasado viernes 18 de octubre lanzó al mercado su nuevo trabajo en solitario, El Club de los Soñadores, y que el próximo 1 de marzo de 2025 inaugurará oficialmente con su pregón el Carnaval de Cádiz. 

Antoñito Molina que este sábado mismo estuvo en El Corte Inglés de la ciudad para firmar copias de este reciente trabajo, pero que ya sueña con pisar las tablas. Las de la plaza de San Antonio y las del Gran Teatro Falla. Aunque encontrar el equilibrio entre carrera profesional y personal sea cada vez “más difícil”. “Pero no quiero decirme cuando pase el tiempo que no lo intenté”, dice, auténtico.

Pregunta.–¿Cómo se lleva el lanzamiento de un nuevo disco? En los últimos tiempos ha preferido lanzar temas sueltos, ¿qué le aporta la vuelta al formato?

Respuesta.–Pues se lleva con muchísima responsabilidad y, sobre todo, con agradecimiento porque tengo mucha suerte de hacer canciones, de poder compartirlas con la gente y de poder sacarlas todas juntas en un disco en unos tiempos donde de todo, menos un disco. Es verdad que si hace un año me dicen de sacarlo, no lo hubiera hecho bajo ningún concepto, lo hubiera visto como un paso atrás. Pero ahora, después de este año en el que he ido sacado canción a canción, de repente, me di cuenta que teníamos siete buenos temas, algunos hasta Discos de Oro, canciones que la gente cantaba conmigo en los conciertos, y me dije, pues si le ponemos tres o cuatro temas más, ya esto sí que puede ser una cajita curiosa. Aunque la gente no tenga para meter CD´s en el coche, me da igual, al final yo creo que se va a entender que esto es un pequeño resumen de lo que hemos vivido en el último año y medio, y creo que la gente que me quiere, la gente que me ha visto en directo y me conoce, va a querer tener el disco como un recuerdo bonito.

P.–Hábleme de esos temas inéditos

R.–Pues son tres, De qué te vale, Trampolín y Me prometo, que es el que hemos lanzado como primer single, y tienen un hilo conductor parecido pero, entre ellos, no tienen nada que ver el uno con el otro. Si estuviéramos hablando de Carnaval, son como el popurrí de la agrupación, porque estamos hablando de tres temas que cada uno de ellos representa una parte del disco. Cuando me paré a pensar en hacer el disco y completar estas siete canciones que ya tenía, separé mis estilos, cuando digo estilo hablo de la actitud de la canción a nivel de producción musical, en tres y, así, he hecho una canción de cada estilo: una canción más de pellizco, otra más de emocióny otra más de concierto, por así decirlo.

P.–’El Club de los Soñadores’. Con los tiempos que corren, ¿cuesta mucho hacerse socio?

R.–Mira, para hacerte socio de este club es fundamental haber tenido una experiencia un poco negativa porque este club de los soñadores, que es una canción que se ha convertido un poco en un himno y es la que abandera mi proyecto, quiere transmitir a la gente que a veces las cosas malas que pasan en la vida, esas del tipo, ¿quillo, por qué a mí?, puesa veces tienen un sentido, son, de alguna forma, necesarias para que lleguen las cosas buenas porque nos han ayudado a tomar las decisiones que nos han llevado después a un buen sitio. Es aprendizaje. Pero en ese transcurso de tiempo en el que estás metido en el trance pues tienes la opción de enfadarte con el mundo, o de tirar la toalla, o de asumir que aunque la vida a veces duela no por ello hay que perder la pureza, la esencia, la forma de sentir, de entender y de compartir con tu gente. Si optas por esto último, bienvenida al club y espera y confía porque en este club se vive bonito. Yo no me quiero imaginar una vida sin ilusiones, por mucho que nos las quieran tirar abajo.

P.–Entiendo que esto que habla es totalmente autobiográfico.

R.–Totalmente.

P.–¿De su experiencia en el mundo de la música, Antonio?

R.–Pues, efectivamente, mientras que mucha gente piensa que la mayoría de mis canciones, sobre todo El Club de los Soñadores, pues que tienen que ver con el terreno amoroso, en realidad en lo que me he inspirado es en la situación personal profesional mía. Quizás, como he tenido una vida muy trabajosa y de mucho fango... Pero pienso que mi proyecto ha sido bonito por lo complicado. Yo llevo muchos años en esto y he vivido, prácticamente, todo tipo de circunstancias y me alegro mucho de haber permanecido y de haber llegado ahora a un sitio bonito, pero por las carreteras así irregulares, esas en las que no hay peaje, ni vías de servicios, ni gasolineras, ni ventas. Esas carreteras me han llevado a hacer las canciones que hago, me han llevado a ser una persona responsable y agradecida que soy. Cuando uno pasa por una etapa chunga, a veces, tienes al lado gente que te puede decir, manda lejos todo esto, pero yo he tenido la suerte de tener gente a mi lado que me ha dicho “vamos a esperar, vamos a confiar”... Hemos estado siempre intentando darle las vueltas a la vida para poder hacer, simplemente, lo que uno amaba. 

P.–No ha sido fácil

R.–No ha sido fácil. Yo tuve un grupo, El Tren de los Sueños, tuve mis ocho o nueve años de éxito de trabajo y después me tuve que buscar un curro aparte para poder permanecer haciendo canciones. Después, a los dos o tres años, saqué mi proyecto en solitario, que empezó muy bien, pero a los dos años se fue un poquito abajo y tuve que alquilar una casa que tenía, irme a vivir a casa de mi madre y con el dinerito que iba ahorrando pagar mis canciones... Así que ahora, después de llenar sitios y de tener los buenos momentos que estoy viviendo, recuerdo todo aquello con los amigos y decimos, “ay qué ver el empeño que le echamos a esto”.  

P.–Resistencia y mucha fe en lo que uno hace, entiendo

R.–Yo creo que es fundamental. A veces se critica que si la industria de la música tal o cual, que si es difícil tener una oportunidad... Y, es verdad, es un mundo complicado, pero cuando uno está muy enamorado de lo que hace, al menos tiene que estar en uno el entregarse, el buscar la manera... Yo también he ido a cantar muchas veces gratis, a poner una entrada de 10 euros, vender 120 entradas como mucho y poner dinero al final para pagarle a los tres músicos, la gasolina y la comida. Pero estaba haciendo mi proyecto. Tener otro trabajo para poder cubrir... Y, claro, si tú apuestas así de fuerte y nada, pues claro, tienes toda la razón para quejarte, porque es una putada. Pero es fundamental esa apuesta fuerte, sin ella pues a lo mejor no pasa, sin apostar fuerte no creo que suenes de un día para otro en los 40 pincipales o salgas en Telecinco. Es más, te digo, si te pasa eso sería hasta malo. El camino es coger tu guitarra, echártela al hombro e irte a tocar a un montón de bares y chiringuitos y darte tú a conocer. Y ser formal, y ser educado, y si dicen que te llegues a las seis, tú a las seis menos cuartos allí. Yo creo que si tú haces eso, tú comes de la música, pero el Spotify no te va poner el primer día, claro. 

P.–¿En qué trabajó para seguir produciendo sus canciones?

R.–Como toco el piano, pues me fui a un hotel a un bufet a tocar y, luego, ya con la pandemia, pues puse en alquiler la casa. Vamos, eso para mí fue tremendo porque yo todos los ahorros que había tenido hasta entonces los había puesto en hacer mi casita, mi casita bonita, y no la pude ni estrenar. Cuando estuvo lista la alquilé a un inquilino para poder seguir grabando y produciendo canciones. Cada tres meses tenía ahorrado 1.500 euros y con eso me sacaba una canción. Si nohubiera sido por eso, no estaría teniendo esta conversación contigo hoy. 

P.–¿Qué diferencia al Antoñito Molina de cuando empezó con El Tren de los Sueños al de ahora y en qué no ha cambiado?

R.–La diferencia es la experiencia, obviamente, pero de verdad que yo me siento igual de gilipollas que siempre. Yo tengo que anunciar el cartel de un concierto y dos días antes estoy nervioso. “Lo subo a las ocho, no; a las ocho y cuarto, no; me voy a ir a andar con el perro y lo subo a las nueve; bueno, no, pero hay fútbol, no va a estar la gente pendiente...” Tonterías, me como el coco con todo, que cualquiera que me escuche... Pero es que le doy mil vueltas a todo, ¡mil! y ¡mil quinientas mil! Y a lo mejor luego todo da la vuelta y acabo en el punto en el que empecé, pero, sinceramente, es que creo que debo recorrer el camino así, sintiéndome igual de tontorrón y de maripositas por dentro por la mínima tontería. 

Antoñito Molina, en la firma de discos en Cádiz. / Jesús Marín

P.–Hace unos días lo vimos quebrarse en un programa televisivo cuando le pusieron un vídeo de usted tocando con su banda en la Semana Santa de Cádiz. Entonces dijo que le quedaban menos momentos como ese por vivir. ¿Con el Carnaval piensa lo mismo? ¿Sus compromisos profesionales le van a llevar, más pronto que tarde, a dejar, su chirigota?

R.–¿Quieres que te diga la verdad? Depende de la hora y del día que me pregunten, digo una cosa. A ver, sinceramente, un día creo que voy a caer malo... Estoy una hartá de liado... A veces no sé cómo lo hago, y a veces no sé cómo puedo hacerlo... Pero es que me tira mucho, mucho, mucho mi banda, mi chirigota, que son mis amigos... Es que es imposible dejarlo, es que yo no quiero dejarlo. De hecho, y aunque no quiero decir esto en una entrevista por si se puede malinterpretar, pero te lo digo porque me está saliendo ahora mismo, en los últimos meses hasta me he planteado si la felicidad en la vida es meter a 8.000 personas en Málaga o vivir de la música y tener una vida menos tensa para poder tener tiempo para todas las cosas que me gusta. Eso me lo he llegado a plantear, pero también te digo que rápidamente me he contestado que esta oportunidad tan bonita que la vida me ha dado después de tanto sacrificio y tantos años, obviamente, ni por el Carnaval ni por la Semana Santa la puedo dejar porque sé que me voy a arrepentir toda mi vida. Eso sí, lo que podría haber hecho es dejarlo todo y volver cuando pueda, pero lo que estoy haciendo es una pirueta mortal que me provoca un montón de locura en la cabeza, de estrés, de días muy malos, de dormir regular a veces... Pero, mira, qué quieres que te diga, cuando se abre ese telón y yo me veo allí con mis amigos cantando, a mí ese día se me quita todo y me digo, ha merecido todo la pena. La banda, igual, pero es cierto que son mucha gente y yo soy un pureta ya, yo no soy el niño que estaba allí con 14 años, que era ya un chaval que estaba metido hasta en la junta... Yo ahora llego allí y veo que han pintado la academia de otro color, que han pintado los cuadros, veo una hartá de chavales que no me conocen porque llevan tres años y yo en ese tiempo he ido cuatro ratos... Se te parte el corazón porque es un quiero y no puedo estar... ¿Qué te digo? Que es muy difícil pero que quiero intentar compatibilizar todo mientras pueda. Creo que voy a hacer lo que haga falta por estar.

P.–Y para que no le falte de nada, el pregón de Carnaval. 

R.–Eso es para echarle de comer aparte. Lo del pregón es una cosa que no te puedes imaginar que te puede pasar, que te llamen del Ayuntamiento para proponerte algo así, ¡es una locura! Yo soy muy carnavalero, muy carnavalero, muy carnavalero pero, hasta ahora, tenía asociado el Carnaval a ir con mis amigos, a llevar al Concurso chirigotas súper de nosotros que, afortunadamente, ahora mismo en el Falla están llegando a momentos chulos, como el año pasado en semifinales, y que estamos creando como una cosa bonita, que vemos que Cádiz nos da como cariñito... Y, de repente, ser pregonero cambia todo. Y, además, que yo soy de las personas que siempre me ha gustado cuando el pregón lo ha dado un carnavalero de toda la vida, y yo entiendo que a mí se me ofrece por el momento que estoy viviendo en la música y ya está. Entonces, mi primera respuesta fue decir no porque me da miedo todo esto, pero pasaron unos días y ya fui viéndolo de otra manera, tuve llamadas con amigos, hice dos conciertos en Cádiz maravillosos en el Falla y llegué en pasacalles con mi chirigota y con mis músicos, vi que en Cádiz me tienen cariño... Pues por una serie de razones, empecé a sentir cosquillitas por dentro y te juro que cuando decidí que sí, desde ese día hasta que creo que llegue el 1 de marzo, mi primer pensamiento por la mañana y el último por la noche, no es ni ir a México, que vamos a ir a México de gira, ni el Wizink de Madrid, ni el coñomirmana, es el pregón del Carnaval de Cádiz. 

P.–Por cierto, ¿me puede contar algo, ofrecerme alguna pista de por dónde irán los tiros?

R.–Pues me he pegado todo el verano en una furgoneta haciendo kilómetros, pensando entre otras muchas cosas, en el pregón, y después de valorar cuatro o cinco ideas, al final, ha habido una, en cierta manera fruto de las otras, que me tiene muy enamorado. Estoy muy enamorado de lo que quiero contar, de lo que quiero transmitir, de lo que quiero representar. Creo que va a ser una cosa muy bonita y muy especial. Quiero hacer un pregón súper dinámico, alegre, emocionante pero, sobre todo, quiero que la gente esté metida en una historia desde el principio hasta el final. No voy a ir a decirle a Cádiz lo bonita que es, porque ya lo sé y porque ya se lo he dicho en muchos pasodobles, sino que quiero contar una historia que, cuando la escuches, termines diciendo “este chaval se quiere morir aquí en Cádiz cuando le toque morirse”. Estoy súper ilusionado y contento, imagínate la responsabilidad que tengo de ser el pregonero del Carnaval más grande del mundo y más yo, que en verdad tengo el síndrome ese del impostor. Pero bueno, vas a Cádiz, ves a la gente y te vuelves a llenar de energía y de seguridad. Yo creo que a lo mejor la gente en Cádiz me ve como un chaval normal, que saben que siendo roteño me siento súper gaditano y que le tengo un respeto y un cariño a la ciudad enorme. Yo no he nacido en la Viña pero soy muy gadita, me duele mucho lo de Cádiz. Llámalo porque llevo 26 años tocando con mi banda a la Palma, en el Greñúo, en Patrocinio; llámalo porque llevo desde chico saliendo en carnavales y mi pandilla de amigos siempre hemos estado con una guitarra cantando carnaval en una barbacoa, en un cumpleaños... Yo con Cádiz me abro el corazón y me bajo los pantalones porque estoy enamorado de Cádiz. Entonces, ¿cómo le dices que no a Cádiz?, ¿cómo le dices que no a una oportunidad tan bonita teniendo a mi padre y a mi madre vivos, a mi chirigota, a mis amigos...? Lo único que tengo claro en mi mente desde que dije que sí es que me voy a dejar el alma en esto. No por nada, sino porque lo mismo dentro de 10 años a mí no me ponen en la radio, ni la gente viene a mis conciertos, pero yo siempre voy a querer seguir yendo con mi chirigota todo los años a cantarle a Cádiz con mi cabeza alta y mi conciencia tranquila de que hice lo que podía y más. No quiero que nadie piense, “este es el típico cantante de moda que lo han puesto de pregonero y le ha hecho el pregón fulano o mengano, ha cantado dos de sus canciones para poner San Antonio bocabajo...” Pues no. Yo voy a hacer un pregón de Carnaval de Cádiz, no voy a hacer mis canciones. Voy a hacer un pregón con una historia, no un concierto mío, porque eso es otra cosa. ¿Conlleva más trabajo?, sí, pero esta oportunidad se puede presentar sólo una vez en la vida, y se ha presentado.

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