El arquitecto que llegó antes de tiempo
urbanismo
Eduardo Torroja es protagonista de una exposición en el Colegio de Arquitectos con sus proyectos sobre el primer puente sobra la Bahía y la Zona Franca, nunca ejecutados
Cádiz/Eduardo Torroja es uno de los grandes arquitectos de la primera mitad del siglo XX. Su trabajo ha sido elogiado por arquitectos e ingenieros de todo el mundo. A pesar de que murió joven, con 62 años de edad (fue Premio Nacional de Arquitectura con apenas 32), dejó una obra potente donde el hormigón armado estuvo siempre presente hasta el punto de ser considerado como "el máximo especialista mundial" en el uso de este material.
Cádiz podría tener dos ejemplos de su trabajo más relevante, pero algo hay en esta ciudad que provoca que se acumulen grandes proyectos urbanísticos nunca ejecutados. Y entre ellos están los que llevan la firma de Torroja. Ahora, el Colegio Oficial de Arquitectos de Cádiz, con la colaboración de la Zona Franca, el Puerto de Cádiz, el Ministerio de Fomento y la Fundación que lleva su nombre, ha organizado una exposición que bajo el título de 'Eduardo Torroja, propuestas para la Bahía de Cádiz 1927-1928', se inaugura mañana viernes a las ocho y media en el salón de actos del Colegio de Arquitectos y que permanecerá abierta hasta el 24 de febrero.
Las obras gaditanas que acabaron archivadas pudieron marcar una época para Cádiz y su Bahía. Ambas fueron encargadas durante la alcaldía de Ramón de Carranza a un joven Torroja que no llegaba ni a la treintena: un puente que uniese la capital con Matagorda, y un nuevo puerto que incluyese el suelo de la recién constituida Zona Franca de Cádiz, a levantar en todo el saco de la Bahía, proyectos que aunque no salieron adelante sí servirían de base para la Zona Franca que se puso en marcha ya en la década de los cuarenta y el puente que se construyó a finales de los años sesenta.
"Noventa años después, la revisión de ambos proyectos permite constatar que ambos ejercicios resultan fundamentales para entender los planteamientos urbanos y territoriales y la evolución de la Bahía de Cádiz, de cuya importancia estratégica fue consciente desde el primer momento el genial ingeniero". Curiosamente, durante la preparación de la exposición, la Fundación Eduardo Torroja localizó en el archivo de la Autoridad Portuaria el primer proyecto de la Zona Franca, documento que ya fue publicado en el libro que el Consorcio editó hace unos años.
La intensa obra de Torroja, como el Hipódromo de la Zarzuela (donde el pasado año se inauguró el Museo Torroja) o la cubierta del mercado de abastos de Algeciras, se centró en apenas una década ya que a partir de 1936 se dedicó a la investigación y la docencia, creando el Instituto de la Construcción y la Edificación.
"Los arquitectos le debemos, entre otras muchas cosas, el inestimable libro Razón y ser de los tipos estructurales, del que aprendimos y seguimos aprendiendo, y en el que condensó todo su saber en materia de estructuras y en la relación entre la forma y el uso de los materiales", se destaca desde la organización de esta muestra.
"Indudablemente, Torroja sentía una atracción especial por Cádiz, a la que dedicó sus primeros trabajos con ideas originales, impulsado sin duda por José Eugenio Ribera, en cuya empresa Hidrocivil trabajaba Torroja en aquella época. La cimentación del puente de Sancti Petri, el puente-acueducto de Tempul, los cajones flotantes para el dique seco de Cádiz o la propuesta para un puente sobre la bahía, son ejemplos de ello", recuerda su hijo José Antonio Torroja.
Durante el acto de inauguración de la exposición intervendrá Pepa Cassinello, arquitecta, que hablará sobre 'El audaz ingenio de Eduardo Torroja'.
Años de profundos cambios
Los proyectos que Ramón Carranza encargó a Torroja, el puente y la Zona Franca, formaban parte de un ambicioso plan urbanístico que pretendía desarrollar el alcalde en una etapa, la dictadura militar de Miguel Primo de Rivera, donde primaron las obras públicas. El Cádiz de finales de la década de los años veinte aún se constreñían en lo que hoy es el casco histórico, aunque Carranza ya planteaba la urbanización de los extramuros con una clara apuesta por la ciudad turística. Así, se diseñó una serie de equipamientos veraniegos en la hoy glorieta Ingeniero la Cierva, casino incluido, a la vez que ubicó en suelo del parque Genovés el primitivo Hotel Atlántico. La crisis política que acabó con la dictadura, después por el exilio de Alfonso XIII y por último con la llegada de la II República acabó paralizando la mayor parte de estas actuaciones urbanísticas, entre ellas las diseñadas por Torroja. Su trabajo, en todo caso, sirvió de puente para proyectos posteriores.
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