El césped artificial de los campos de fútbol contamina el mar, según un estudio de la Universidad de Cádiz
Los resultados muestran cantidades importantes de plástico procedente de este tipo de ornamento y superficie que se usan en campos de fútbol como los de las instalaciones de Elcano de Cádiz
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En la Unión Europea se instalan cada año entre 1.200 y 1.400 campos deportivos de césped artificial, material que simula el césped natural mediante el uso de fibras sintéticas, principalmente de plástico. Ahora, un estudio, en el que han participado el catedrático Andrés Cózar y la investigadora Rocío Quintana, del departamento de Biología de la Universidad de Cádiz, y que ha sido coordinado por el grupo de investigación ‘Consolidado en Geociencias Marinas’ de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona, ha caracterizado y cuantificado, por primera vez, la presencia de restos de césped artificial en muestras recogidas en aguas superficiales de la desembocadura del río Guadalquivir y la costa catalana. Los resultados muestran cantidades importantes de plástico con origen en el césped artificial: llegan a suponer el 15% de los plásticos de más de 5 milímetros de longitud que flotan en el medio acuático.
En la provincia de Cádiz tenemos multitud de ejemplos de este tipo de terrenos de juegos construidos para la práctica deportiva, sobre todo relacionado con el fútbol, siendo las instalaciones de Elcano de Cádiz, ubicadas a pocos metros del puente Carranza y de la Bahía de Cádiz. De ahí que sería fácilmente deducible que si el estudio se da por válido podrían estar provocando algún tipo de contaminación a las aguas colindantes.
“Las fibras de plástico que hemos encontrado son principalmente de polietileno y polipropileno que coinciden con las tendencias actuales de producción mundial de césped artificial y que normalmente se encuentran flotando en el medio acuático. Hemos encontrado fibras especialmente en zonas cercanas a la costa de grandes ciudades, como Barcelona”, como explica William P. de Haan, primer autor del artículo.
Según los investigadores, este trabajo resalta que “las fibras de césped artificial son una fuente importante de plásticos en el medio acuático y proporciona una guía detallada para poder identificarlos en futuros estudios, con el objetivo de conocer mejor su distribución y los impactos específicos que puedan tener sobre el medio ambiente”.
El artículo, publicado en la revista Environmental Pollution, también ha contado con la participación de los investigadores de la UB: Miquel Canals, Oriol Uviedo y Anna Sánchez-Vidal, coordinadora del estudio. Asimismo, además de Rocío Quintana y Andrés Cózar de la Universidad de Cádiz firma este trabajo: César Vilas, del Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA).
Los investigadores analizaron 200 muestras de agua recogidas del río Guadalquivir y 217 en la costa de Barcelona, y encontraron fibras de césped artificial en la mayor parte de las muestras procedentes del mar (67%) y en una proporción importante de las obtenidas en el río (37%). Las concentraciones encontradas son, de media, 50 veces más altas en la superficie del mar que en las aguas fluviales. Se llega a concentraciones superiores a 200.000 fibras por km(2) en la superficie marina y hasta 20.000 fibras al día en aguas fluviales.
Estas diferencias podrían deberse, según los investigadores, a una menor retención de plásticos en los ríos —especialmente durante las lluvias estacionales— y a la acumulación, a largo plazo, de las fibras de césped artificial en la superficie marina de la zona costera, donde los plásticos liberados años o décadas atrás quedan retenidos antes de llegar al océano abierto.
Los autores de este trabajo también han subrayado que, aunque los resultados se han obtenido en unas zonas geográficas concretas, “es esperable que otras ciudades también aporten fibras de césped artificial, pero la cantidad que se libera en el medio ambiente depende de muchos factores, como ahora la tipología, el uso y la antigüedad de los campos o superficies de césped artificial, la superficie total instalada y las medidas de prevención implantadas”.
Una guía para identificar este material en el medio acuático
Ante estos resultados, los investigadores se muestran “sorprendidos de la ubicuidad de este tipo de contaminación y que al mismo tiempo haya pasado desapercibida en estudios que cuantifican y caracterizan los plásticos en el medio acuático”. En este sentido, señalan que, en estudios previos, las fibras de césped artificial “podrían haberse confundido con restos vegetales o con filamentos de pesca”. Para mejorar la clasificación de este material, toda la información obtenida en la investigación se ha recopilado en una web que sirve como guía sencilla para identificar césped artificial en el medio acuático, ya que muestra ejemplos de sus características (colores, materiales, formas, etc.) de los restos encontrados durante la investigación.
Las repercusiones ambientales detectadas con esta investigación son, para los investigadores, “múltiples y muy graves”, ya que amplifican aún más el impacto de este material en el medio ambiente. “Nuestro estudio ha servido para determinar que, aparte de reducir la biodiversidad urbana, reducir la escorrentía, sobrecalentarse (hasta 50ºC más que superficies naturales) y contener una gran cantidad de compuestos químicos perjudiciales que le dan durabilidad, las superficies de césped artificial liberan fragmentos de plástico en el medio acuático”. Especialmente, estos plásticos los ingieren los animales acuáticos y provocan “el bloqueo de vías intestinales y la disminución de tasas de crecimiento y reproducción, entre otros problemas importantes”. Ante esta situación, la investigadora Anna Sanchez-Vidal subraya la importancia de tomar medidas políticas y de gestión. “Si se quiere acabar con la contaminación por plástico de los océanos (en poco más de un año, las Naciones Unidas deben aprobar el acuerdo global y vinculante que debe permitir acabar con la contaminación por plástico en el 2040), es necesario actuar a todos los niveles, empezando por repensar la instalación de estas superficies de plástico verde en superficies públicas, como patios de escuela o campos deportivos, y privadas, como festivales de música, gimnasios, jardines particulares o terrazas”.
Esta investigación se ha desarrollado en el marco de los proyectos TRACE, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Unión Europea y Surfing for Science. En este proyecto de ciencia ciudadana, financiado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), grupos de voluntariado llevan a cabo el muestreo mediante una red especial que se engancha en tablas de surf, de remo o embarcaciones similares.
Referencia bibliográfica: Haan, W. P. de; Quintana, R.; Vilas, C.; Cózar, A.; Canals, M.; Uviedo, O.; Sanchez-Vidal, A. (2023) ‘The dark side of artificial greening: Plastic turfs as widespread pollutants of aquatic environments’. Environmental Pollution, octubre: DOI: 10.1016/j.envpol.2023.122094.
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