“El asesinato de Samuel fue un acto de supremacismo sexual, un ritual de linchamiento”
José García | Activista LGTBIQ+
El portavoz de 'Cuerpos Periféricos en Red' ve en el caso de La Coruña un claro delito de odio
Alerta de un repunte de los ataques homófobos y de una campaña de expulsión del colectivo de todos los ámbitos sociales por parte de grupos de ultraderecha
“Da mucho miedo”, confiesa el profesor de instituto y periodista premiado en la Semana del Orgullo de 2019
Cádiz/¿Cuántas patadas en la cabeza hay que darle en grupo a una persona en el suelo después de haberla golpeado ya y de haberla perseguido para que una salvaje agresión colectiva con resultado mortal se considere un asesinato? ¿Cuántas veces hay que amenazar de muerte a la víctima y decirle maricón para que se determine que fue un crimen homófobo y, por tanto, un claro delito de odio?
Cuando los principales presuntos autores de la muerte de Samuel Luiz en La Coruña ya están en prisión provisional y alguna amiga sale en los medios en su defensa alegando que no fue una agresión homófoba, que ellos también tenían un colega gay, hablamos con José García, activista LGTBIQ+ y portavoz de Cuerpos Periféricos en Red, profesor de Lengua y Literatura y periodista.
“Habría que hablar del artículo 510 del Código Penal, que es donde está el delito de odio, y que ya se aplicó en una sentencia de 2019 en Cádiz, que terminó con una condena de un año y medio de prisión para el agresor”. Fue por humillaciones a un hermano a través de un servicio de mensajería. “Hoy [por el viernes] ha salido el vídeo de la agresión de Samuel y se ve claramente que fue un linchamiento, un acto de supremacismo sexual: Piensas que te estoy grabando. Como me grabes, te doy y te mato, maricón. Le da y la víctima intenta huir. Luego llega el agresor con trece tíos más, a rematarlo, a pegarle una paliza de muerte y a dejarlo abandonado en el suelo. Ya nadie duda de que fue un asesinato y no un homicidio involuntario. Hubo una intencionalidad, un ensañamiento y una clara componente homófoba por como se desarrolló ese ritual de linchamiento: Contra el maricón que veo en la calle, que le voy a soplar a porrazos hasta dejarlo muerto, porque es una bazofia y un abyecto”.
Sin embargo, este activista no aboga por un endurecimiento de las penas. “Yo no estoy en favor, y menos en caliente, de la creación de nuevos tipos penales, pero habrá que ver cómo se aplica el delito de odio, porque de la otra parte están diciendo que no le dijo sólo maricón: como si hubiera menos homofobia si además de maricón te llaman negro y escoria de mierda”.
José García aprecia un incremento de la homofobia alentado por colectivos y formaciones políticas de ultraderecha en España. “Sobre todo después del confinamiento es palpable que hay una intención premeditada de determinados grupos de desalojarnos de los espacios públicos, de las instituciones, como pasó con las denuncias contra la bandera arcoiris; de las escuelas y los institutos, intentando que se prohiban charlas; y a golpes, sobre todo en las zonas de ocio, tanto a mujeres como a personas LGTBIQ+. Es una combinación que da mucho miedo”.
“El Observatorio contra la Homofobia de Cataluña apunta a un incremento de las agresiones homófobas en los últimos dos o tres años. Y el de la Junta de Andalucía, también. Quizá ahora haya más sensibilidad y la gente lo denuncie más. Es algo que pasó con la violencia contra las mujeres... Lo que demuestran todas las estadísticas es que hoy, en el siglo XXI, ser LGTBIQ+ todavía sigue siendo un factor de riesgo para tener una muerte violenta, ya sea en forma de suicidio o de agresión”, concluye. De hecho, el último Informe de la Evolución de los Delitos de Odio en España, de 2019, coloca los cometidos por orientación sexual e identidad de género, como los terceros, sólo detrás de los motivados por razones ideológicas o por racismo y xenofobia.
En Cádiz, afortunadamente, no se produce ninguna agresión física desde 2017, con un caso en una zona de ocio en enero, y el de un miembro de un coro, que iba disfrazado de drag queen, en marzo del mismo año. “Todo eso pasó aquí, en el espacio público. Y hubo una respuesta ciudadana que antes no había. Entonces las administraciones públicas comenzaron a ponerse las pilas, a desarrollar programas contra la LGTBfobia. Ya está la Diputación, el Ayuntamiento de Cádiz, con su Plan LGTBIQ+, y la Universidad de Cádiz, que acaba de crear el Diversaci (Observatorio para las Diversidades Sexogenéricas, Salud y Ciudadanía en Andalucía).
García no considera Cádiz una ciudad especialmente homófoba. “Yo vivo cómodo, no vivo acosado, ni en la calle, ni en mi trabajo. Soy una persona LGTBIQ+ pública y no tengo mayores problemas, salvo algunas micromanifestaciones, del tipo comentarios. Pero Cádiz no es una ciudad con una comunidad LGTBIQ+ grande, que ocupe un espacio de una manera que se pueda sentir una amenaza por parte de otra gente. Y si la hubiera, no sé si habría más agresiones”.
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