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Patrimonio histórico
El Ayuntamiento de Cádiz no tiene dinero para afrontar la construcción del parque de la Muralla, que debía convertirse en el gran espacio urbano dentro del Plan Plaza de Sevilla.
El que podía haber sido el legado de la actual coalición de gobierno en materia de creación de espacios verdes en la ciudad, como para el PP fueron los parques de Astilleros, Cinco Continente y los jardines de Varela y para el PSOE la recuperación de las plazas y la Alameda, abandonadas durante el franquismo, tendrá que esperar a mejores tiempos.
Lo que estaba diseñado como una gran zona verde, con espacios para juegos infantiles, actividades para jóvenes y mayores espacio para actos públicos e incluso una pequeña laguna según los planes originales y convertirse así en una gran puerta ecológica a la ciudad para quienes llegasen a Cádiz utilizando el tren, se mantendrá como lo que es desde hace años: una gran explanada habilitada para un aparcamiento en superficie.
Este retraso sin fecha del nuevo parque va a incidir directamente en el estado en el que se encuentran los restos del baluarte de Santiago, hoy apenas conocido como tal por la ciudadanía pues para muchos no deja de ser la frontera entre la Cuesta de las Calesas y el espacio de la estación férrea.
Este tramo de la muralla sufre un importante deterioro en buena parte de su estructura, especialmente en parte del lienzo donde se constata una alta erosión de sus sillares de piedra y también en tramos de la balaustra.
Por si fuera poco, la mayor parte de esta muralla está cubierta de un abundante cableado, agarrado a la piedra sin el menor recato a pesar de formar parte considerado como BIC y que en su día fue declarado Monumento Nacional. El desatino se completa con la abundancia de ramaje tanto en su parte inferior como la que crece entre las uniones de las piedras.
El baluarte es vecino del de Santa Elena, una inmensa mole cuya fachada posterior, que da a todo el complejo ferroviario, igualmente necesita una profunda limpieza.
Los dos baluartes están conectados por la Cuesta de las Calesas, que en su momento se planteó como un mirador al nuevo jardín de la Muralla pero que sigue funcionando como estacionamiento y donde se hace más evidente el precario estado de la balaustrada. Desde aquí se accede a la planta subterránea del baluarte de Santa Elena donde en su día estuvieron los Talleres Velasco. Una inmensa superficie con un gran potencial de uso que sigue cerrada y, por ello, deteriorándose.
En uno de los extremos del baluarte de Santiago aún sigue en pie la antigua caseta del guarda de la estación que data de principios del siglo XX, un equipamiento que hay que restaurar y recuperar como ejemplo del antiguo sistema ferroviario de la ciudad.
La construcción del parque y el arreglo de la muralla se planteaba, dentro del Plan Plaza de Sevilla, como elementos esenciales en la mejora del acceso a la ciudad y al casco antiguo. A la vez, eran elementos referentes para complementar el mercado gastronómico previsto en la antigua estación del tren de 1905 y el hotel sobre el vestíbulo de la nueva terminal. Lo cierto es que la crisis económica provocada por la pandemia y los retrasos en la urbanización de la avenida de Astilleros han retrasado estos dos proyectos, por lo que no se ven afectados por el parón del nuevo parque.
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