El Banco de Alimentos de Cádiz, preparado ya para recibir el maná de la nueva ley contra el desperdicio
La delegación gaditana de la institución ya ha reclutado a un equipo de voluntarios expertos para gestionar las donaciones y está realizando pruebas
Desde la federación española han contactado con cooperativas agrícolas regionales, cadenas de alimentación locales y firmas hoteleras

Cádiz/Cerca del 40 % de los alimentos producidos en el mundo se desechan a lo largo de la cadena alimentaria. 2.500 millones de toneladas anuales en total. Nada menos que 1.200 millones de ellas se pierden durante su proceso de producción, tanto en las granjas, como en el campo, durante, alrededor y después de las campañas ganaderas o de las cosechas. El resto lo tiran a la basura las grandes cadenas alimentarias y el comercio local y lo arrojamos al cubo de los desperdicios los consumidores domésticos en nuestros hogares.
En Europa se calcula que se pierde en torno al 30% de los alimentos producidos cada año. Casi 180 kilos anuales por persona cada 12 meses. Solo en España, en 2021 arrojamos al cubo 1.245 millones de kilos o litros de alimentos sin consumir: 28 kilos por persona al año. Son datos de World Wildlife Found (WWF), que pone énfasis en lo insostenible de esta situación que mantiene abierta una dolorosa brecha entre el norte y el sur del planeta, en cuyos países pasan hambre a diario casi 800 millones de personas.
Lo que tiramos de media puede proporcionar una dieta saludable a una persona durante 18 días
De hecho, los países de altos ingresos desperdician seis veces más alimentos por peso que los países de bajos ingresos, según el estudio ‘Pérdidas nutricionales y ambientales inherentes al desperdicio mundial de alimentos’, publicado por los expertos Canxi Chen, Abhishek Chaudhary y Alexander Mathys en la revista científica Resources, Conservation and Recycling, en septiembre de 2020. De esta manera, concluyen que los impactos ambientales de las naciones de altos ingresos son diez veces mayores que las de bajos ingresos. Advierten de que el desperdicio de alimentos anual per cápita en el mundo puede proporcionar una dieta saludable a una persona durante 18 días. De que se necesitará en los próximos años una gran reducción del desperdicio de cereales, frutas y verduras para alcanzar el ODS 12.3 de la Agenda 2030, que persigue rebajar a la mitad el desecho de alimentos en el mundo. Y concluyen que esto puede generar resultados nutricionales y ambientales beneficiosos para todos.
En este contexto y después de casi tres años de tortuosa negociación política, se aprobó el pasado 1 de abril la Ley 1/2025, de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, que entró en vigor el pasado 2 de enero, salvo las obligaciones impuestas a los agentes de la cadena alimentaria, que son de necesario cumplimiento desde el pasado 2 de abril.
Objetivo: Reducir a la mitad 1.214 millones de toneladas de comida arrojadas a la basura
Pero ¿qué pretende y qué exige esta nueva normativa? La ley persigue reducir los 1.214 millones de toneladas de alimentos desperdiciados que contabilizó el Ministerio de Agricultura en 2023. En concreto, fija para 2030 una reducción a la mitad del desperdicio de alimentos per cápita en la venta minorista y el consumo, con respecto a 2020; así como una reducción del 20% en la pérdida de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Además, se propone concienciar sobre los costes y los impactos ambientales y laborales, de fuerza de trabajo, que comportan este despilfarro.
Así, la ley es aplicable a todos los agentes de la cadena alimentaria, desde los involucrados en las producciones agrícola y ganadera hasta el de la hostelería, pasando por los de la distribución y la venta minorista, las organizaciones del tercer sector (las creadas por iniciativa ciudadana y privada y no tienen ánimo de lucro), las entidades sociales, los bancos de alimentos y las entidades gubernamentales.
Todos estos agentes deberán establecer planes de prevención de pérdidas y desperdicio alimentario, con medidas para evitarlos, como la colaboración con otras organizaciones sociales y bancos de alimentos. Estos planes deben tener como prioridad máxima y clave la donación de esos alimentos para el consumo humano, prioridad que pone en el centro precisamente la labor de los bancos de alimentos.
Además, la ley reconoce y promueve el derecho de los clientes de bares, restaurantes, cafeterías y establecimientos hosteleros en general a llevarse las sobras de su comida sin ningún coste añadido. Así, todos estos establecimientos deberán ofrecer a sus clientes esta posibilidad de forma gratuita, en envases aptos para el consumo reutilizables o que se puedan reciclar fácilmente. Atrás quedó aquella costumbre de la doggy bag. Lo que les sobra a los humanos, que se lo coman los humanos. Sin rodeos y sin ningún tipo de complejo.
Por otro lado, los hipermercados, supermercados y comercios de venta al por menor deberán disponer de líneas con productos “feos o poco estéticos”, dice textualmente la ley, para potenciar su consumo, al igual que el de los productos de temporada y de proximidad. El incumplimiento de la ley contempla sanciones de 2.000 euros por infracciones leves y de hasta 500.000 euros por infracciones graves. Ya hay algunas cadenas de hipermercados como Carrefour, Lidl o Mercadona, que tienen neveras especiales para alimentos de consumo inmediato a interesantes descuentos, a veces de hasta menos del 50%.
"Llevamos mucho tiempo trabajando en esto"
Pero, ¿cómo han reaccionado los bancos de alimentos ante las expectativas de recibir a partir de ahora importantes cargamentos de alimentos perecederos? Preparándose para ello. Así nos lo cuenta Isabel Gomis, presidenta del Banco de Alimentos de la provincia de Cádiz, unos días antes de que se publicase la ley en el BOE. “Llevamos mucho tiempo trabajando en previsión de la aprobación de esta ley, porque lleva ya casi tres años sin aprobarse”, explica. ”Desde la Federación Española de Bancos de Alimentos se ha desarrollado un programa de implantación a nivel nacional, el Plan B. En Cádiz tenemos ya un grupo de voluntarios muy competentes en este ámbito de la alimentación; hemos tenido mucha suerte”. El nuevo equipo lo conforman cuatro personas con amplia experiencia en empresas de logística y de cadenas de alimentación.
“El plan viene a recoger lo que ya hacíamos desde nuestros orígenes: aprovechar esos recursos aptos para el consumo pero no para su comercialización y darles una segunda vida, repartiéndolos entre las personas vulnerables. Esto lo llevamos haciendo desde hace mucho”, explica Isabel Gomis. “Pero con este programa, al amparo de la ley, intervendrán ahora muchos más protagonistas en escena, como restaurantes, hoteles y otros establecimientos. Porque la ley les obliga y lo haremos de una manera más protocolarizada, con más garantías documentales, tanto para el que dona como para el que lo recibe”, añade.
¿Cuáles serán los siguientes pasos? “Lo primero es la publicación en el BOE [se publicó el pasado 3 de abril] y lo segundo, poner en marcha pruebas que tenemos previstas con cadenas de alimentación nuevas, que se han incorporado a colaborar con nosotros. Ya hemos contactado por carta, hemos hecho entrevistas y pruebas piloto. Tenemos previsto empezar con ellas, en principio con muy poquitas empresas, para ir viendo cuáles son las necesidades que tenemos, cuáles son los problemas con los que nos encontramos, cuáles son las bondades de este programa e ir mejorando según vayamos avanzando”.
Contactos con cooperativas agrícolas, mercas, cadenas regionales y empresas de congelación
La presidenta del Banco de Alimentos no quiere dar todavía nombres de empresas colaboradoras. ”Son cooperativas agrícolas, cadenas locales a nivel regional y empresas de congelación. La ley también contempla hoteles, pero en Cádiz todavía no hemos contactado con ninguno, aunque sé que sí lo están haciendo en otras provincias de Andalucía para que, llegado el momento, desde toda Andalucía, podamos llegar a colaborar con los establecimientos de las cadenas a las que pertenecen”.
También han contactado con los mercas [la red mayorista de alimentación] de toda la comunidad autónoma, “porque a pequeña escala, en los mercados municipales los propietarios de los puestos ya le dan una segunda vida a sus excedentes. Con los mercas y con las cooperativas, que ya tienen unas producciones muy ajustadas a la demanda, pero siempre habrá excedentes. Habrá estocajes”.
Por otro lado, también hay en los restaurantes y en los hoteles alimentos que no se consumen y que se pueden aprovechar, siempre y cuando no hayan salido a sala, porque hay que cumplir unos requisitos para que ese producto sea apto para la donación”, explica Isabel Gomis.
“Lo que establece esta ley es en lo que venimos trabajando nosotros desde nuestros orígenes: en darle una segunda vida repartiendo entre los más vulnerables ese alimento que está cerca de la fecha de caducidad o procede de un estocaje y no puede salir de la cadena”, insiste la presidenta del Banco de Alimentos.
“Tenemos un programa informático donde se irán volcando los alimentos frescos disponibles y las asociaciones podrán desde ir captando los recursos en función de los beneficiarios que tengan en cada momento. El plan contempla varios niveles de gestión y los iremos implementando todos poco a poco”, añade.
Los Bancos de Alimentos atraviesan una situación complicada desde hace varios años, sobre todo desde que se pusieron en marcha las tarjetas monedero. “Hemos bajado de beneficiarios, pero tenemos que seguir atendiendo a una población y a unos colectivos que la tarjeta discrimina y lo hacemos sin la ayuda de ninguna entidad pública, ni a nivel nacional ni regional”, relata Isabel Gomis. “Este último año ha sido especialmente complicado. No podemos llegar a estas familias de la misma forma que llegábamos hace algo más de un año”, reconoce. En la provincia los bancos de alimentos han perdido nada menos que en torno a 4.000 beneficiarios.
Por el momento, el Banco de Alimentos no tiene una estimación de cuántas toneladas de alimentos frescos vana poder recibir y repartir al amparo de esta nueva Ley 1/2025, de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario.
De la ‘doggy bag’ a 'héroes que salvan comida'
Una de las obligaciones que impone la nueva Ley 1/2025, de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario a bares, restaurantes, cafeterías y hoteles donde se sirva comida es la de facilitar al comensal, si lo pide y sin coste adicional, recipientes en los que llevarse la comida que no han consumido. Se trata de la doggy bag, la bolsa para el perro, de la que quizá tuvimos primera noticia a través de alguna película de ambiente neoyorquino o en los primeros restaurantes chinos que abrieron en España. Lo cierto es que se trata de una costumbre bastante extendida desde hace tiempo en los restaurantes españoles, aunque no podemos garantizar que siempre se haya hecho sin coste alguno para el cliente.
Parece ser que la doggy bag nació en Estados Unidos en los años 40, en plena II Guerra Mundial, cuando los alimentos escaseaban y se combatía contra el desperdicio en las fábricas. Pero también circula la teoría de que fue idea de Dan Stampler, el propietario de Dan Stampler’s Steak Joint , un conocido local de Nueva York. Para que sus clientes no se sintiesen avergonzados de pedir las sobras para llevar a casa encargó unas bolsas con el dibujo de unos perros y unos versos con los que los canes invitaban a los comensales a solicitar ese servicio:.”Oh ¿dónde se han metido tus sobras? Oh ¿dónde están? Si ya te lo has comido todo, ¡trae lo que te sobre a casa!”, decían un cocker, un border collie y un scottish terrier.
Otra experiencia, cada vez más conocida, que está contribuyendo a aprovechar al máximo el excedente de alimentos es la app ‘Too good to go’ (www.toogoodtogo.es), que vendría a traducirse como “demasiado bueno para desperdiciarlo”. Bajo el lema ‘Conviértete en un héroe que salva comida con Too Good To Go’, esta app conecta a los usuarios con diferentes establecimientos a su alrededor, como supermercados, restaurantes, fruterías, panaderías e incluso pescaderías, entre otros comercios, que venden a precio reducido su excedente diario de comida o productos cuya vida útil está a punto de finalizar.
En Cádiz están suscritos hasta 14 establecimientos, entre ellos los de Carrefour, Supermercado Mas, la panadería bollería Granier, el restaurante Sushi Panda, Domino’s Pizza, Alimentación Grosso, la pescadería Perales, Pescados y Mariscos Román, la cafetería La Tertulia, Verde Pistaccio, La Lectora y los hoteles Soho Boutique y Senator.
Para usar esta app basta con registrarse e ir descubriendo los 'pack sorpresa' que ofrecen los establecimientos colaboradores, reservar la comida y pagar a través de la aplicación, que indicará dónde y en qué tramo horario recoger el pedido.
Por otro lado, también se están extendiendo por todo el país la apertura de un tipo de tiendas que comercializa productos, también alimentarios, procedentes de stocks, a precios muy bajos. En Cádiz capital son dos las tiendas que mantiene abiertas la cadena Sqrups!.
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