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Uno de los barcos de Armas Trasmediterránea afectado por el temporal en Cádiz pudo terminar estampado contra Puerto América

La rápida acción de remolcadores y prácticos del puerto de Cádiz evitó que el buque se quedara a la deriva a merced de los vientos de más de 140 km/h del sábado pasado por la mañana

Las amarras de un crucero se rompieron en Palma de Mallorca y el barco vino a chocar contra un petrolero de 177 metros de eslora provocándole un gran agujero en el casco

Vídeo grabado en el lugar del accidente en el que se vieron involucrados tres buques de Armas Trasmediterránea

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El `Volcán de Timanfaya permanecía ayer, tras su reparación en Navantia, en el Muelle Marqués de Comillas de Cádiz. / J.B.

Cádiz/"Desde los fuertes vientos hasta las lluvias torrenciales, la vulnerabilidad del puerto se ha puesto en evidencia en múltiples ocasiones. Sin embargo, es la habilidad, el compromiso y la pericia de los profesionales portuarios, especialmente de los remolcadores, los prácticos, los amarradores, los estibadores y la Autoridad Portuaria, lo que ha evitado tragedias en situaciones críticas". Así se expresan los estibadores de Cádiz en su blog y en facebook.

Una vez que ya pasó el peligro llega el momento de reflexionar y de poner sobre la mesa algo en lo que tanto los servicios portuarios como la Capitanía Marítima o la propia Autoridad Portuaria presidida por Teófila Martínez llevan tiempo trabajando con la seriedad que un tema así requiere.

Son vidas humanas las que se ponen en juego y es importante su extensión en las consecuencias medioambientales que, casi siempre, viene unidas a los accidentes que ocurren en el mar. Los barcos son grandes armatostes que se mueven con combustible de manera general, mientras que no se imponga con mayor contudencia otras fuentes de energía como la eléctrica u otras fuentes menos contaminantes como el hidrógeno o el gas natural licuado. Y habitualmente viene tripulado y cargado de personas. Y si algo choca contra un barco o un barco choca contra algo puede suponer no sólo daños personales sino grandes daños materiales que quedan ensombrecidos por las posibles consecuencias que para el medio ambiente puede tener cualquier tipo de suceso. Sin dejar de lado la posible pérdida de vidas humanas que puede conllevar un accidente de cierto talante que no tenga tan buen fin como tuvo este fin de semana el registrado en el puerto de Cádiz.

Basta con trasladarse a agosto de 2023. Se rompieron las amarras de un crucero turístico de 330 metros de eslora, el Britannia, que ha visitado Cádiz en varias ocasiones, atracado en el puerto de Palma de Mallorca.

El buque turístico se soltó y se desplazó hasta el otro extremo de la dársena hasta chocar, ni más ni menos que contra un petrolero amarrado de 177 metros de eslora, el Castillio de Arteaga. No hubo que lamentar heridos, según destaca la prensa local balear, y de acuerdo con las informaciones divulgadas por la propia Autoridad Portuaria de Baleares (APB) en aquel momento. A consecuencia de la colisión, el petrolero sufrió un boquete en el casco, en el costado que daba al muelle, sin provocar ningún vertido al mar.

La APB activó el Plan Interior Marítimo a nivel 0 como medida preventiva y las primeras estimaciones auntaban a que el daño no comprometía la navegación del buque, aunque el puerto se puso boca abajo y fueron movilizadosBomberos, prácticos, amarradores, remolcadores, Capitanía Marítima, la Policía Portuaria y Salvamento Marítimo.

Ahí surge una duda, ya que realmente en una alerta como la que se vivió este sábado por la mañana se sobreentiende también que los Bomberos fueron avisados de lo que estaba ocurriendo en el muelle. Fueron sólo menos de tres horas de tensión pero realmente no pasó nada por la suma entre la suerte, la fortuna y el buen hacer de los trabajadores portuarios.

Y de vuelta a Cádiz, el accidente protagonizado por el ferry Volcán de Timanfaya, de la flota de Armas Trasmediterránea, y su colisión con el rolón Villa de Tazacorte en medio de un fuerte temporal de lluvia y viento sirvió como ejemplo para recordar a todos los implicados algo que, se supone, no cae nunca en el olvido: "los riesgos inherentes al tráfico marítimo bajo condiciones meteorológicas extremas", según recuerdan los estibadores.

"Gracias a la intervención de un equipo coordinado por la Capitanía Marítima, compuesto por remolcadores, prácticos, amarradores, estibadores y la Autoridad Portuaria, el accidente se pudo resolver rápidamente, evitando daños mayores", según este colectivo.

Pero, ¿qué podría haber ocurrido si la historia hubiera transcurrido de manera distinta? A la vista de lo vivido en Palma de Mallorca y extrapolando el caso, tanto los estibadores como los propios prácticos reconocen que el buque de Armas habría quedado a la deriva y en manos del viento y las corrientes y se habrìá ido acercando al lado contrario de la dársena comercial del puerto de Cádiz. Esto quiere decir que en cuestión de minutos, con esos vientos de 140 km/h, el ferri de Canarias habría llegado hasta el Muelle Reina Sofía o hasta Puerto América.

En ambos casos podría haber sido una tragedia, ya que si el buque se hubiera estampado contra el muelle de contenedores habría chocado también contra alguna de las grúas allí ubicadas que, con un leve empujocito, habría caído como un castillo de naipes, con unas consecuencias incalculables.

Si el viento lo hubiera desviado unos metros en dirección a la bocana, el Volcán de Timanfaya habría ido enfilado en dirección a Puerto América, donde habría chocado contra sus pantalanes y habría dejado cuantiosos daños, sobre todo materiales, a la vista de que, en teoría, sólo en teoría, nadie debe estar a esa hora y menos con el temporal reinante, a bordo de una de las embarcaciones atracadas en Puerto América.

A falta de una reflexión

Como consecuencia, los estibadores estiman que este incidente ha generado o recuperado una reflexión sobre "la falta de protocolos claros", así como sobre la" necesidad de mejorar las infraestructuras y las condiciones laborales, y la imperiosa necesidad de revisar los procedimientos de seguridad en el puerto de Cádiz".

Por su parte, la Autoridad Portuaria, como máxima responsable de la gestión del puerto, debe, según estima un portavoz de la estiba gaditana, "garantizar que todos estos profesionales trabajen en condiciones seguras, como ha quedado patente en este caso. Su papel es coordinar y supervisar las operaciones, y asegurarse de que las medidas de seguridad sean implementadas de manera efectiva en todo momento".

Pero, detrás de este éxito, se oculta una realidad: la seguridad es un factor siempre mejorable y es cierto que se han denunciado en múltiples ocasiones el deterioro ciertas infraestructuras portuarias así como la falta de medidas eficaces de seguridad.

¿Quién cierra el puerto?

En teoría es Capitanía Marítima o la propia Autoridad Portuaria la que está facultada para ordenar el cierre de la actividad portuaria por razones de peso que pongan en riesgo tanto el componente humano como el material. En el puerto de Cádiz, a pesar de la alerta, se continuaba operando bajo alerta naranja, lo que pone de manifiesto la falta de un cierre definitivo en estos contextos, lo que "genera una situación de vulnerabilidad". El debate sobre quién tiene la responsabilidad de cerrar el puerto en casos de emergencia es crucial, ya que la seguridad debe prevalecer sobre la operatividad.

De hecho, hace ya algo más de año y medio, ante la insistencia de los estibadores, la APBC tomó la determinación a regañadientes de cerrar el puerto a cualquier movimiento o tráfico a la vista de que un enorme temporala acechaba y llegaba a las costas de la Bahía.

“Menos mal que se optó por sacar la carpa de Carnaval del Muelle”

El tiempo parece que les ha dado la razón. Pasó el Carnaval y, como mucho, conductores y motoristas se las han visto y deseado para aparcar en las cercanías del Palacio de Congresos mientras que la carpa de Carnaval ha estado instalada en el entorno de la estación de Cádiz. Al final fue la presión de los estibadores de Cádiz los que hicieron entrar en razón al Ayuntamiento de Cádiz, que querían, en un primer momento, ubicar el montaje en Muelle Reina Victoria, cerca de la terminal del catamarán. Los estibadores aludían a razones logísticas y laborales, ya que consideraban que la carpa se iba a instalar en una zona de paso importante para el movimiento de mercancías y de carga, sobre todo la que iba con destino de Canaria o la que procedía de las Islas Afortunadas. A esta razón que se demostró que no era gratuita se ha añadido ahora el incidente con los barcos de Armas Trasmediterránea del sábado pasado. Los estibadores inciden en que, además, la cercanía de una carpa a una zona ocupada por barcos no tiene ningún sentido y carece de seguridad. Tanto es así que, una vez ocurrido lo ocurrido con Armas, se preguntan ahora que qué podría haber ocurrido si las estachas de los barcos de Canarias se hubieran roto en las cercanías de la carpa.

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