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El Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz que se rehizo a sí mismo

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En el barrio más antiguo de Occidente sueñan con el hotel de la Casa del Almirante, con la reapertura del yacimiento arqueológico de la Casa del Obispo, con que se reanuden las medidas de promoción del empleo que puso en marcha el Plan Urban hace veinte años y con que rejuvenezca su población. Dos de sus artífices rememoran qué supuso aquella iniciativa ejemplar que lo transformó desde el máximo consenso social e institucional de todas las administraciones

La Casa del Obispo, casi ocho años cerrada y un plan sin cumplir

Un grupo de turistas, ante la Casa del Almirante, durante una de las cientos de visitas que recibe el barrio. / Lourdes De Vicente
J. M.

08 de mayo 2023 - 06:00

Cádiz/Decía Fernando Quiñones que Puerta Tierra, la Cádiz moderna de extramuros, siempre le pareció junto al casco, histórica y estéticamente hablando, una cigala de plástico junto a una de verdad. Si el antiguo caserío de intramuros fuese una ostra, el barrio del Pópulo sería su perla. La pequeña ciudadela medieval amurallada de los tres arcos –el del Pópulo, el de los Blanco y el de la Rosa– presume de ser el barrio poblado ininterrumpidamente más antiguo de Occidente. Casi el único vestigio de una época oscura en la historia de la ciudad que vino a levantarse sobre la todavía enigmática Yazirat Qadis y encima de la esplendorosa Gadir fenicia y de la fastuosa Gades. Ahí, para atestiguarlo, está el Teatro Romano, descubierto en 1980, el segundo mayor de Hispania después del de Córdoba, con capacidad para unos 10.000 espectadores. La joya más preciada del valioso patrimonio histórico-artístico que atesora el barrio, hoy habitado por unos 1.800 gaditanos y disfrutado –y cada vez más pernoctado– por decenas de miles de turistas. En 2022, el Teatro Romano gaditano registró un total de 118.163 visitas.

Sobre la antigua mezquita se levantó la Iglesia de Santa Cruz, posteriormente convertida en Catedral. Al lado, la Casa palacio de los Estopiñán pasa por ser la más antigua de Cádiz. Justo enfrente, el Yacimiento Arqueológico de la Casa del Obispo, construida sobre edificios públicos romanos que se superponen a otros fenicios-púnicos del siglo VII a. de C., desgraciadamente permanece cerrado desde hace ocho años y medio, pendiente todavía de la redacción del proyecto por parte de Urbanismo. Y en la Plaza de San Martín, la Casa palacio del Almirante, un inmueble del XVII, fruto del floreciente comercio con América, aguarda también desde hace demasiados años convertirse en hotel de lujo. Ahora la cadena Hotusa apuesta firmemente por abrirlo, se supone que en breve.

En el Arco del Pópulo todavía pueden apreciarse en los quicios las huellas de las puertas que protegían la ciudad. Allí se colocó una imagen de Nuestra Señora del Pópulo, a semejanza de una romana, bajo la que rezaba: “Ora pro pópulo”. De ahí el nombre de un barrio en el que, siglos después, el pópulo, el pueblo luchó por sacarlo del abandono y la marginalidad, organizado en un fuerte movimiento vecinal y gracias a una decidida actuación municipal que contó con la colaboración del resto de las instituciones y la financiación de la Unión Europea.

Por su cercanía al muelle, como en otras zonas aledañas, en El Pópulo bulló a lo largo de los siglos un ambiente portuario y tabernario que persistió a lo largo del XX. Mientras, muchos de sus habitantes sobrevivían hacinados en condiciones más que precarias. Testigo de aquellos tiempos fue el Pay-Pay, una sala de fiestas que terminó convertida en café-teatro, auténtico templo cultural y musical, no solo del barrio, sino de la ciudad, que no hace mucho cumplió 20 años. Aquella fue sólo una de las actuaciones de aquel ingente plan de recuperación del barrio más antiguo de la ciudad.

José Ángel, Pepe Ángel, González, arquitecto y director del Plan Urban entre 1999 y 2005, y Antonio Gallardo, presidente de la Asociación de Vecinos del Pópulo durante quince años y hoy portavoz de la Plataforma de Vecinos y Amigos del barrio, nos explican cómo era en esa época y qué significó ese plan:

La Plaza de San Martín, con la Casa del Almirante al fondo, repleta de coches, antes de la peatonalización. / Joaquín Hernández KIki

En los años 90, a las jovencitas no las dejaban entrar en el barrio. Había buen ambiente vecinal, pero estaba muy pisoteado porque a la vez había mucha delincuencia y mucha droga a flor de piel. Como nadie pasaba por allí, aquello estaba muy abandonado. Pero también había una fuerte identidad de barrio y un movimiento vecinal muy bueno que fue el que nos ayudó, y al que ayudamos, a hacer lo que hicimos”, recuerda Pepe Ángel.

Había mucha infravivienda, pero el Plan Urban, que se hizo para El Pópulo y Santa María, no nos permitía meternos dentro de las fincas a reformarlas. Sólo podíamos tocar las fachadas. Entonces ideamos una solución. Le dijimos a los propietarios: te vamos arreglar la fachada por valor de un millón de pesetas, mientras que tú hagas obras en el interior por el mismo valor. Aceptaron, y eso provocó una gran alegría en el barrio y generó simpatía por lo que estábamos haciendo”, explica el arquitecto.

Turistas de visita por El Pópulo. / Lourdes de Vicente

El Ayuntamiento de Cádiz aprobó el Plan Urban en tiempos de Carlos Díaz, pero fue cuando llegó Teófila Martínez a la Alcaldía cuando vio que había que ejecutarlo. Yo estaba como representante del Colegio de Arquitectos en la comisión del plan y de ahí pasé a dirigirlo. Antonio Gallardo, que estaba al frente de la asociación de vecinos, fue el bueno de la película, la persona que mejor conocía el barrio y la que sabía qué y cómo se podía hacer; fue quien impulsó aquello con el máximo entusiasmo”, afirma Pepe Ángel. “Una de las cosas que creo que hicimos bien fue recuperar El Pópulo con sus propios vecinos. Eso le dio mucha vida”, dice con orgullo.

El Plan Urban tenía el consenso de todas las instituciones, organizaciones y asociaciones de la ciudad”, recalca, “pero también de los particulares, de los propietarios y de los vecinos”. A la hora de convencer a los dueños de las fincas de que tenían que colaborar, Pepe Ángel contaba con una gran ventaja: “Yo soy montañés de tercera generación y mi abuelo y mi padre eran muy conocidos. La mayoría de los propietarios eran montañeses, así que muchos de ellos me trataban como si fuera su nieto. Logramos que los propietarios se implicasen tanto que se duplicó la inversión”, recuerda Pepe Ángel. Posteriormente, el Plan de Rehabilitación del Casco Histórico, impulsado por la Junta de Andalucía, con Pablo Lorenzo a la cabeza, retomó ese proceder.

José Ángel González con el teniente de alcalde Enrique García-Agulló, ante un plano del barrio. / D. C.

El Plan Urban benefició a unos 6.400 vecinos desde que se iniciara en 1995. La inversión fue de 14,5 millones de euros, de los que la Unión Europea financió el 70% y el Ayuntamiento el 30% restante. A esto, hay que añadir los cerca de 2,4 millones de euros que aportaron la iniciativa privada y otras administraciones. En 2002, el entonces todavía Príncipe de Asturias, en visita oficial a la provincia, conocía sobre el terreno lo que allí se estaba haciendo. Luego llegaría la peatonalización, en la que el barrio también fue pionero en la ciudad.

Hoy en día al barrio le hace falta un cuidadito. Esto es como un millonario que viste un traje caro y elegante pero no lo lleva a la tintorería”, resume Pepe Ángel, quien dice no ver un peligro en la turistificación, aunque reconoce que los precios de alquiler y venta se han disparado.

Aquello fue una transformación generosa, no solo urbanística, de las viviendas, si no también desde el punto de vista de la participación del colectivo vecinal, de la restauración de monumentos y de la implicación en la formación de jóvenes desempleados a través de talleres”, cuenta Antonio Gallardo. “Fue algo muy grande, con mucha dotación europea, que en principio llegó para El Pópulo y que luego se extendió a Santa María”, recalca quien fuera presidente de la segunda asociación de vecinos más antigua de la ciudad, fundada en 1978, y el primer presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos 5 de Abril.

Antonio Gallardo, alas puertas de la Posada del Mesón, en 2007. / Julio González

“Los vecinos se dieron cuenta de que conseguimos que les arreglasen sus viviendas, que hubiese inversión para el hostelero, para el artesano, y que se generase una zona de ocio.Conseguimos que se trasladase al barrio que es origen de la ciudad el Mercado Andalusí, que se celebrase aquí el Orgullo Gay y la Navidad y la potenciación de los establecimientos hosteleros con actividades de todo tipo. Y todos de la mano: vecinos, comercio y hostelería, asociaciones, iglesia y cofradías”. En el Pópulo tienen sede nada menos que cinco hermandades: El Perdón, Sanidad, Santo Entierro, Medinaceli y la recientemente llegada Luz y Agua.

Antonio Gallardo sí que vio en la proliferación de apartamentos turísticos una amenaza para el vecino del Pópulo, “pero gracias a la labor de este Ayuntamiento y a la plataforma vecinal que lidero ahora esto se ha paralizado”. En la actualidad a Antonio Gallardo le constan cinco o seis fincas en el barrio dedicada a esta actividad. En entre sus prioridades figura “la recuperación de una asociación de vecinos democrática, participativa y plural en la que comerciantes y vecinos vayamos de la mano, talleres formativos de búsqueda de empleo y ocupacionales para los más jóvenes y las mujeres”. Y es que en El Pópulo hay desde hace años un conflicto entre la actual directiva de la asociación de vecinos y la plataforma en la que no vamos a entrar este esbozo del barrio decano de Cádiz “Yo sigo idolatrando al Pópulo, que es el origen y la guinda de la deliciosa tarta que es esta ciudad”, concluye Gallardo, quien espera que el hotel de la casa del Almirante sea pronto un a realidad.

El entonces Príncipe de Asturias, durante su visita al Pópulo, en 2002. / Julio González

Mientras tanto, parece haber un resurgir de la hostelería en el barrio, donde, además del Pay-Pay, se mantienen abiertos ininterrumpidamente El Malagueño, la Taberna del Almirante, el Archivo de Indias, el Teniente Seblón y desde hace unos años, La Veganesa y la Séptima Malta, entre otros. A ellos se han unido recientemente un restaurante árabe, El Jardín del Edén. y la coctelería Merikele. No obstante, quedan aún locales vacíos en los que no acaban de cuajar los negocios.

No ha habido, sin embargo, apenas aperturas de comercios, salvo la Trypmilenaria Museum Store, que ofrece recuerdos relacionados con la historia desde 2018, y la tienda solidaria de Cáritas, reabierta bajo la marca Moda-Re. Los especialistas en cuero de Manos Gaditanas se trasladaron de la galería de artesanos al local que antiguamente ocupó La Tetería. En la galería, el único local que permanece abierto es la tienda de abanicos de Regla Lorenzo.

El propietario de un nuevo restaurante, montando su terraza en El Pópulo. / Lourdes de Vicente

La salida y entrada natural del barrio sigue siendo la Plaza de San Juan de Dios, auténtico foro lleno de vida para vecinos y turistas casi a cualquier hora del día. La antigua Plaza de la Corredera y, posteriormente, de Isabel II, ha recuperado su antiguo aspecto, tras la peatonalización, y se ha revitalizado con la apertura de nuevos bares, restaurantes y cafeterías..

Lo mejor

Historia y autenticidad

Pese a la invasión de modas importadas y a la creciente estandarización de todo, el antiguo barrio del Pópulo, siendo un importantísimo enclave turístico para la ciudad, sigue conservando su esencia. Aquí no han entrado –esperamos que nunca lo hagan– las franquicias hosteleras y cada local que se abre tiene un toque personal, puede que con impronta de otras tierras, pero respetuoso con el imponente entorno histórico que ofrece. Con excepción de alguna pequeña fachada fuera de lugar, ni siquiera las cinco a seis fincas de apartamentos turísticos que hay en el barrio han conseguido alterar el aspecto original del viejo caserío. Pasear por El Pópulo es pasear por la historia de Cádiz, de Qadis, de Gades y de Gadir.

Lo peor

Monumento cerrado

Quizá lo más incomprensible sea cómo es posible que el yacimiento arqueológico de la Csa del Obispo siga cerrado desde hace nada menos que ocho años y medio. La redacción del proyecto está todavía pendiente por parte de la Delegación de Urbanismo. Tampoco se entiende que no sea visitable la Capilla de Nuestra Señora del Pópulo, situada sobre el arco del mismo nombre. En otro orden de cosas, tampoco tiene El Pópulo apenas comercio y ni tan siquiera un ultramarinos, después de que cerrase el último que había junto a la casa del Almirante. Salvo un par de talleres, el de cuero de Manos Gaditanas y otro de cerámica y una tienda de abanicos, tampoco quedan más locales de artesanía. No es que abunden los locales disponibles en el barrio, pero algunos, hay. Por lo demás, lo único que subsiste es una tienda de golosinas, una peluquería y la tienda de Cáritas Moda-Re. También es cierto que el barrio está a dos pasos de los comercios del resto del centro.

Las claves del barrio

HISTORIA

Joya monumental

El Pópulo atesora un patrimonio histórico-artístico de incalculable valor de casi todos los periodos que ha vivido la ciudad poblada más antigua de Occidente en un reducido espacio amurallado visitado por decenas de miles de turistas todos los años.

VIVIENDA

Zona recuperada

El Plan Urban y luego el Plan de Rehabilitación del Casco Histórico consiguieron erradicar la infravivienda, pero aún hay fincas que mejorar y vacías que recuperar. El barrio necesita de un remozado urgente y de unas labores de mantenimiento permanentes.

BUEN AMBIENTE

Cultura y fiestas

El Café-Teatro Pay-Pay es el templo cultural y musical de un barrio que disfruta de un agradable ambiente. Aquí se celebra desde el Mercado Andalusí hasta el Carnaval, con su concentración de callejeras y romanceros, pasando por el Día del Orgullo.

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