La borrosa historia (arqueológica) de Cádiz
Un frustrante recorrido por los restos arqueológicos en Varela
Los parques de Erytheia y Koteinusa se construyeron hace más de quince años con dos objetivos. Uno evidente, como era ampliar las siempre escasas zonas verde de la ciudad. Y otra más peculiar: aprovechar los recintos como espacios arqueológicos al aire libre.
Uno se centró en exponer restos funerarios de distintas épocas de nuestra trimilenaria historia. Algunas piezas originales y otras copias. En esta zona se creó un "camino arqueológico" que guiaba al visitante por el espacio expositivo. El número de decorados recreados garantizaba, se dijo entonces, un recorrido completo sobre la evolución del rito funerario documentado en Cádiz desde el siglo VI a.C. hasta los siglos III-IV d.C.
Con el tiempo se aprovechó el parque para exponer restos arqueológicos de la vida diaria de los antiguos gaditanos ajenos a la muerte.
En Koteinusa se encuentra también otro espacio arqueológico, en este caso los restos de una villa romana que se localizó cuando se ejecutaron las excavaciones para la construcción del aparcamiento subterráneo que ocupa el subsuelo de este solar. Para poder mantener el proyecto del estacionamiento se optó por desmantelar la estructura de la casa y exponerla en superficie, rodeándola con una paso peatonal e instalando dos grandes paneles en los que se explicaba cómo era la residencia allí localizada.
Explicaba, porque los dos paneles ya no están. El tiempo, el vandalismo y la falta de mantenimiento provocaron su retirada hace un tiempo por lo que quien se interese por estos restos apenas si tiene información del mismo.
En parte pasa lo mismo con el recinto de restos funerarios, con la cartelería dañada por el óxido y los destrozos, algo que se traslada a varios de los puntos informativos instalados en este jardín explicando las piezas que se exponen. Carteles que, en todo caso, faltan en los últimos elementos arqueológico que se han instalado en este parque.
Lo cierto es que la falta de información sobre lo que se expone es ya una tradición en los restos arqueológicos que hay dispersos en la ciudad. Ejemplo de ello es el tramo del acueducto romano que se expone en la plaza de Asdrúbal. También hay parte de una casa romana en un lugar insospechado, de dudosa visión para los vecinos y visitantes: el interior de la Zona Franca, junto a las oficinas centrales del Consorcio. Peor referencia, porque es nula, tienen los seis tramos de lo que queda en Cortadura de los antigua calzada romana.
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