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"Nunca busqué ser icono de la igualdad"

Entrevista. Adela del Moral tuvo un papel esencial en la integración de la mujer en el Carnaval de Cádiz, fue concejala socialista de 1999 a 2003 y es directora del colegio público Andalucía

"Nunca busqué ser icono de la igualdad"
J.m. Sánchez Reyes

27 de octubre 2013 - 01:00

A dela del Moral Pino, mujer de espíritu inquieto, presenta múltiples registros. Ha sido pionera en la incorporación femenina al Carnaval, concejala socialista en el Ayuntamiento de Cádiz de 1999 a 2003 y actualmente directora de un colegio público. Adela, la del coro de Las Niñas. El Carnaval, la faceta con la que más la identifican los gaditanos.

-Hacemos esta entrevista el mismo día de la huelga en la enseñanza pública. Usted, como docente, ¿qué opina de la Ley Wert?

-Estamos viendo en la enseñanza un reflejo de lo que está ocurriendo en la sociedad. Aunque sea un tópico, no se dan cuenta de que invertir en educación es lo más importante. Hay menos profesores, los programas se están rebajando (aunque en Andalucía hay buena voluntad)… los recursos se están reduciendo. Y hay muy buena voluntad por parte del profesorado, que hace lo imposible por atender a los niños. La LOMCE es retroactiva, y hacia atrás no se puede ir. La sociedad va para atrás, aceptando trabajos de doce horas y mal pagados, sin rechistar. La educación es reflejo de la sociedad.

-Vistos los resultados educativos en este país, no se puede decir que los gobiernos anteriores acertaran en las reformas.

-Pero ahora hay un campo abierto, con este gobierno, donde se aprovecha de la crisis para que todo sea válido. En Andalucía se están reduciendo recursos, es verdad, pero hay voluntad por aguantar el tipo.

-¿Cuántos años lleva en la profesión?

-Llevo 31 años como profesora. Los últimos ocho años como directora del colegio público Andalucía, en Cádiz. También estuve en Paterna, Puerto Real y Arcos. No me puedo quejar. Siempre estuve en colegios muy buenos.

-¿Cómo maneja la directora de un colegio los recortes educativos?

-Es difícil. Cobramos más tarde, los programas comienzan un mes después y hacemos voluntariamente muchas cosas que antes cobrábamos. Afortunadamente los trabajadores siguen haciendo sacrificios. ¿A qué trabajador que se le quita un pago extra continúa haciendo el trabajo? En la educación esto es así.

-Ahí entra en juego la vocación, ¿no es así?

-Por supuesto. Aunque mucha gente que el profesorado tiene muchas vacaciones, que es lo fácil. A nuestro cargo tenemos a niños y nos encanta nuestra profesión. Por eso suplimos las carencias con nuestro esfuerzo, porque los alumnos deben estar atendidos, no entienden ni deben entender de crisis.

-¿También llegó por vocación su entrada en la política?

-Bueno, eso fue de forma espontánea. A mí siempre me gustó probar nuevas experiencias. Me lo propusieron y acepté.

-¿Qué sacó en claro de su paso por el Ayuntamiento?

-Me hizo formarme mucho. En un mundo que para mí era completamente nuevo. Pero poco a poco me fui afianzando. Me quedaron amigos, sobre todo María de la O Jiménez. Y Marisa de las Cuevas o Pepe Pettenghi. Me hizo ver muchas cosas a pesar de que éramos la oposición en el máximo pico de Teófila. Vi la política desde dentro. Es un mundo difícil. Creo que el político es necesario, pero hacen falta políticos con más valentía y con menos supeditación a las directrices internas de los partidos.

-Entiendo que los entresijos del partido no acabaron de convencerle.

-No. Sigo siendo militante del PSOE y estaré con ellos siempre, pero hay cosas que no me gustaban, como es lógico. Y ocurre en todos los partidos. Empecé de concejala como independiente y me hice militante luego para entender más cosas del partido al que defendía. Me cogió en un momento demasiado angelical para la política, aunque luego me acostumbré. La política es necesaria, bonita si la puedes ejercer, enriquecedora… pero también tiene un apartado orgánico para el que yo no servía. Para la siguiente legislatura entraba Rafael Román con otras ideas y quise ahorrarle el apuro de decirme que no contaba conmigo. Un año antes le dije que iba a cumplir mi legislatura y que no tenía compromiso ninguno conmigo. Creo que respiró.

--¿Debe ser frustrante ejercer oposición ante una mayoría absoluta?

-Mucho. Le dedicaba muchas horas que luego no se veían reflejadas. Recuerdo plenos tediosos en los que no se avanzaba mucho, en los que se repetían los argumentos. Ante una mayoría que aprueba solo lo que su partido propone, la oposición al menos tenía que argumentar bien. Para que la prensa se hiciera eco, para que tus votantes comprobaran que estabas haciendo el trabajo para el que te votaron.

-¿Cuál es ahora su relación con el partido?

-Ni buena ni mala. Orgánicamente no estoy participando. Nunca he sido persona de estar metida en listas ni nada de eso. Ni me ha interesado ocupar posiciones altas dentro del partido.

-¿Por qué no consigue el PSOE desbancar a Teófila Martínez de la alcaldía?

-Los vientos en Cádiz han soplado de otra forma. Porque se hicieron las cosas mal o lo que sea a nivel nacional, y aquí tampoco se han hecho lo suficientemente bien. Es muy difícil desbancar a una persona por la que apuestan muchos gaditanos, como ocurría en su época con Carlos Díaz. Quizás no se ha acertado en el PSOE con el perfil adecuado. María de la O era una gran política. Y Rafael Román, lo mismo. Marta Meléndez recortó mucho en una situación difícil, se mató haciendo lo posible por contar su proyecto. Pero cambiar cuesta mucho trabajo. Teófila ha perdido fuelle, esa es la verdad, pero ahora la gente está más pendiente de su situación personal, económica, que de los votos. Hay mucho desencanto con la política. Y hay mucha gente que vota sin ideología. "Yo voto a Teófila", "Yo voto a Carlos Díaz". Esto ha sido así. Se vota más al carisma. Y hay gente que no tiene clara la ideología de izquierda y derecha. Quizás falte en la sociedad formación política. Yo la alcancé cuando me hice concejal, lo reconozco. Hasta aprendí a redactar bien, por ejemplo.

-Como docente y carnavalera, ¿cómo ve 'El Carnaval en la escuela'?

-Veo muy bien esos talleres del Carnaval en la escuela. Yo, que llevo muchos años de docencia, veo que hay una buena cantera. Y es necesaria. Cuando fui jurado del concurso de infantiles y juveniles, me encantó ver cómo cantan, cómo tocan la guitarra, la caja... Todo lo que sea fomentar nuestra fiesta, bienvenido sea.

-Usted habrá hecho muchas actividades docentes relacionadas con el Carnaval, ¿no?

-Cuando llega el carnaval les hablo de Paco Alba, de Cañamaque... Muchos niños gaditanos llevan el Carnaval en la sangre. Nunca tengo problemas para formar un grupo en la clase porque siempre hay dos o tres que saben tocar la caja estupendamente y no han salido ni en agrupaciones.

-Fue usted pionera en la llegada de la mujer al Carnaval, una fiesta tradicionalmente dominada por los hombres. Ese mérito se lo han reconocido incluso en la Fundación de la Mujer, que le concedió un premio en el 2010. ¿Se reconoce usted como ejemplo de mujer luchadora?

-Siempre es bonito que te reconozcan algo. Yo siempre lo digo: soy una persona que siempre defendió la igualdad. Como anécdota, siempre me ha gustado tomarme un whisky cuando otras mujeres se pedían, por ejemplo, un San Francisco. Y en aquellos años me miraban los camareros con curiosidad. Me he sentido incómoda pensando que era una pena que tenía que demostrar que el tango no lo había hecho mi padre, como decían entonces. O que me ayudaban, que no era capaz de sacar un coro por mí misma. Nunca he entendido ese rechazo. Me miraban mal, incluso mujeres, porque pensaban que por ir a ensayar y ser mujer trabajadora estaba descuidando mi casa. Pero siempre he hablado en plural, nunca me sentí mujer protagonista ni busqué ser un icono de la igualdad. Sin el grupo de hombres y mujeres que me siguieron en la aventura del coro, yo no estaría ahí. ¿Que yo puse mucho porque afinaba y hacía la música?, pues vale.

-¿Se sentía cómoda en ese papel como icono de la igualdad?

-Por mi timidez, absolutamente no. Me llamaba la prensa para entrevistas o tertulias y no me acostumbraba. Nunca quise ser protagonista. Si he quedado como un icono, estupendo. El Carnaval ha sido un reflejo de la sociedad y la integración de la mujer es notable. Me da pena que haya sido un proceso tan lento.

-¿Notó mucho rechazo cuando irrumpió el coro mixto a comienzos de los 80?

-Sí. Gente del carnaval me decía que no podía soportar a una mujer en el escenario, gente a la que yo tenía estima. Incluso amigos míos. Lo que más me dolió fue el rechazo de muchas mujeres. Con el tiempo se ha demostrado que abrimos un camino.

-Algo bueno sembraría usted cuando hoy en el Falla hay dos coros femeninos y uno mixto.

-Ya en nuestra época en el Concurso también los había, sobre todo mixtos. Sí me siento orgullosa de que todas esas mujeres que salen en Carnaval me tienen cariño, eso sí lo siento. O mejor dicho, respeto por lo que hice. Perdón, por lo que hicimos. Eso me reconforta, lo reconozco. Pero aquello surgió de forma casual. Teníamos una chirigota callejera de matrimonios amigos y luego salió la idea de hacer un coro. Y que yo hiciera la afinación, sin planteármelo.

-¿Qué le ha dado el Carnaval?

-Mucho. Muy buenas amistades y muchas satisfacciones. Siempre estaré agradecida al Carnaval. El coro dio paso a muchos buenos momentos. Las misas típicas, la peña... Yo antes no le daba importancia a lo que hacía. Incluso concursando lo veía como un hobby. El Carnaval es algo popular y llegué a la fiesta para, de alguna manera, vehiculizar mi afición por la música. La etapa acabó. Pero se puede vivir sin el Carnaval, doy fe. Yo lo dejé porque me sentía esclava del Carnaval, de la presión del propio grupo o de la propia mala gente, que la había.

-No todo el mundo veía así el carnaval. ¿Había tanta mafia en el mundo de los coros o eso es una leyenda urbana?

-No lo sé, pero sí sabemos que se hacían llamadas a gente del jurado. No puedo decir si hay mafia o no, nunca la he ejecutado. La mafia más gorda era que no nos trataban igual que a los demás coros. Yo le decía al grupo que no partíamos de cero, sino de menos cero. Al tiempo nos enterábamos de que nos hacían jugarretas porque no protestábamos. Ahora parece que la gente está más espabilada. O será que yo soy ahora más espabilada que entonces (ja, ja, ja).

-¿Cómo ve el carnaval en la actualidad?

-Hay buenos autores, la afinación ha subido enormemente... pero para quienes hemos escuchado tanto Carnaval, es difícil que nos sorprenda algo. Debe ser algo muy diferente. Es más fácil sorprender a los jóvenes. Ahora bien, cuando algo me sorprende, lo paladeo. Pero me sigo sorprendiendo, de vez en cuando. A mí 'La Sereníssima' me puso de pie, aunque no entendía ni la mitad. Y lloré con 'La cuesta Jabonería'. En general, el Carnaval está en un punto que vamos a ver para dónde va. Ha pasado por una época muy buena, con Martínez Ares y la explosión de los coros. De grandes chirigotas.

-¿Y el coro, que es su fuerte?

-Hacen falta nuevos autores. En mis tiempos salieron varios coros a la vez con distintos estilos: nosotros, La Viña, Migueles, Pardo... Ahora parten como favoritos casi los mismos que entonces con el añadido de Pastrana, Guimerá y Luis Rivero. Hacen falta nuevos valores. Hemos pasado una época buena, pero ahora veo el Carnaval un poco estancado.

-Ahora piden un CIF para concursar. ¿Hay que hacer un máster para ir al Falla?

-No estoy muy enterada, la verdad. No tengo una opinión clara, pero supongo que Hacienda se ha metido por medio. Tengo conocimento de que a alguna agrupación le han hecho una inspección en una actuación.

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