Cádiz comienza a recuperar su particular Alhambra y Mezquita: la Puerta de Tierra y las fortificaciones
EL PASEANTE
La reapertura del paseo superior debe ser el primer paso para un uso cultural y turístico de los antiguos equipamientos defensivos
Este legado histórico debe ser también una de las patas de desarrollo de la ciudad
Los gaditanos toman, por fin, su castillo de San Sebastián
El reducido tamaño de Cádiz y el recato de su burguesía en los años de esplendor del comercio con América, que les llevaba a evitar la construcción de grandes palacetes donde residir, han provocado que la capital adolezca de la atracción turística y cultural que en materia de patrimonio histórico tienen otras capitales y grandes ciudades.
Más allá de una coqueta Catedral, ni el potente pasado romano de Cádiz nos ha dejado grandes monumentos. El teatro de los Balbo podría jugar este papel si en siglos pasados se hubieran cuidado sus ruinas o si, en las últimas décadas, la administración competente hubiera realizado las inversiones necesarias para su recuperación. Al final, parte de sus piedras se dedicaron a construir edificios residenciales, como las 'casa baratas' de hace uno siglo en el primer tramo de extramuros.
Fuera del patrimonio civil, Cádiz sí ha mantenido buena parte de su patrimonio arquitectónico militar. Dos grandes castillos, San Sebastián y Santa Catalina, varios baluartes, y restos de la muralla que defendía la ciudad y que se salvaron del derribo iniciado en 1906. ¿Nos imaginamos cómo podría haber sido el casco histórico con las murallas en pie que cruzaban el frente del muelle, que rodeaban la Diputación y llegaban hasta San Carlos?
En los años de la democracia una parte muy importante de este patrimonio, recuperado por la ciudad que lo sufragó hace siglos pero que a pesar de ello tuvo que volver a pagar para que pudiese pasar a sus manos, se rehabilitó y se le dio uso público. Baluartes convertidos en centro cultural, guardería infantil y restaurante para celebraciones; o el coqueto y potente castillo de Santa Catalina.
En este listado han quedado siempre por definir lo usos del imponente castillo de San Sebastián y la no menos relevante fortaleza del frente de la Puerta del Tierra (junto a una utilización ciudadana dispar de las bóvedas de San Carlos). En el primero de los casos, tras una década sin uso y sin trabajos en su interior, ahora se ha vuelto a abrir a la ciudad aunque con una situación precaria. Son muchos los millones de euros que costaría su total recuperación, pero su propietario: el Estado, no está dispuesto a gastarse este dinero. Cádiz les sigue quedando muy lejos.
Y queda el frente de la Puerta de Tierra.
Aquí sí se ha actuado en estos años, tanto en la recuperación de muchas de sus dependencias, como en la puesta en uso de parte de ellas. La cuestión es constatar si el reparto ha sido el adecuado.
Salvando las distancias y con una evidente ambición en nuestras palabras, las fortificaciones de la ciudad en su conjunto (castillos, baluartes y frente amurallado) podrían ser nuestra particular Alhambra de Granada o nuestra Mezquita de Córdoba, como referentes para la cultura y el turismo. Para ello sería necesario un plan global que implicase una fuerte inversión pública (del Ayuntamiento y del resto de las administraciones); la búsqueda de fondos nacionales y europeos que ayudasen a culminar con éxito y con el menor tiempo posible todas estas actuaciones; un diseño de usos que reforzase el carácter cultural de todo el conjunto y, también, se valor turístico de alto nivel; y un planeamiento de funcionamiento que evitarse el deterioro de algunos de estos edificios.
Es necesario un plan global de usos
Hoy el Ayuntamiento reabre el Torreón y el paseo superior de la Puerta de Tierra, que llevaban varios años cerrados. Es, se afirma, una primera fase de una ambiciosa operación de recuperación de todo este conjunto, pues ya se está trabajando en un plan potente para todo el edificio que acoge al Torreón, a la vez que el plan de inversiones destina al menos 4 millones de euros para tratar las murallas, cada vez más deterioradas (como es evidente en los lienzos de la misma, en sus arcos, en las piezas de mármol que se han ido perdiendo, en el estado de abandono de la balaustrada de los dos fosos...).
La reapertura de este espacio es un paso muy importante, que debería de ser motor para el resto de los trabajos pendientes.
Reorganizar todo este equipamiento no será sencillo. Cuenta con dos pequeños museos, uno sobre la Litografía y otro sobre los Títeres, de nula relación con la propia historia de la fortificación pero que ya están tan asentados que sería complicado, y costoso, moverlos a otro lugar. Tanto las bóvedas de San Roque como el baluarte de Santa Elena están ocupados en buena parte por entidades privadas (varias del Carnaval que ocupan espacios muy privilegiados). Está de inquilino incluso la sede de Procasa, la empresa municipal de la vivienda. Y hay bóvedas y naves vacías, y algunas en un estado muy precario. Destaca por su inmensa amplitud, para las cifras de esta ciudad, el antiguo Taller Velasco.
Todo este conjunto bien planificado le daría a Cádiz el gran espacio dedicado a su historia y a sus fortificaciones, complementado con espacios comerciales y de hostelería con diseño relacionado con el entorno (y tal vez unir a esta propuesta el edificio de la Audiencia Provincial, cuando ésta se marche a la Ciudad de la Justicia). A nuestro modo, todo pensado para responder en clave gaditana a lo que la Alhambra es para Granada y la Mezquita para Córdoba. Todo es cuestión, como siempre, de ser ambiciosos
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