Cádiz ya espera a un nuevo obispo

Rafael Zornoza cumple este 31 de julio 75 años, edad a la que tiene que presentar su renuncia al Papa, aunque seguirá ejerciendo al frente de la diócesis hasta que Roma lo decida

El obispo Rafael Zornoza.
El obispo Rafael Zornoza. / Julio González

Llegó el momento de la incertidumbre. El obispo que ha estado en una comidilla permanente y sobre el que tanto se ha elucubrado respecto a posibles destinos, ascensos o movimientos prácticamente desde su llegada a la diócesis de Cádiz cumple hoy 75 años de edad. Y lo hace al frente de la diócesis a la que llegó en octubre de 2011.

Este cumpleaños no será uno más para Rafael Zornoza; ni tampoco para la feligresía de Cádiz y Ceuta. Este 31 de julio de 2024, se abre un período de incertidumbre, una etapa en la que se da por hecho que tarde o temprano Roma nombrará un nuevo obispo para la diócesis. Desde hoy, las dudas se centran en saber cuándo será nombrado ese nuevo obispo y quién será el elegido por el Vaticano para suceder a Zornoza.

El primer paso que dará el obispo de cara a su próxima sucesión será enviar un escrito a Roma presentando su renuncia a seguir como obispo por haber cumplido los 75 años de edad; una práctica que, curiosamente, no es ninguna obligación que establezca el Código de Derecho Canónico, sino de un “ruego”, según el canon 401. Ruego, eso sí, que todos los obispos han cumplido hasta ahora. Pero este escrito que envíe Zornoza al Papa no supone, ni mucho menos, el cese automático como obispo. De eso se encarga el canon 186, que establece que la pérdida del oficio “sólo produce efecto a partir del momento en que la autoridad competente lo notifica por escrito”.

Esto último abre la puerta a ese tiempo de espera que comenzará a rodar desde hoy mismo y que es indefinido. Dependerá del “juicio del Romano Pontífice, sopesadas las circunstancias” cuando se nombre un nuevo obispo para Cádiz y Ceuta.

De hecho, fuentes consultadas establecen un tiempo medio de año y medio que está empleando la Iglesia en nombrar nuevo obispo cuando el titular de una diócesis cumple la edad prevista en el Derecho Canónico (y que, por cierto, fue incorporada a raíz del concilio Vaticano II, que optó por delimitar así la duración de los obispos para evitar edades excesivamente avanzadas y promover la renovación pastoral dentro de las diócesis). “Ceballos estuvo 13 meses”, recuerdan las fuentes consultadas respecto al período en que el antecesor de Zornoza estuvo como obispo tras presentar su renuncia (del 31 de julio de 2010 en que cumplió 75 años, curiosamente el mismo día que Rafael Zornoza, hasta el 30 de agosto de 2011 que fue nombrado su sustituto).

A este período hay que sumar unos tres meses que suelen darse de margen desde que es nombrado un obispo hasta que toma posesión efectiva de la diócesis; tiempo que se utiliza para preparar todo lo concerniente a la llegada y al preceptivo traspaso de responsabilidades.

Teniendo esto en cuenta, no sería hasta la recta final del año 2025 cuando no tomara posesión un nuevo responsable de la diócesis. Aunque todo esto, a día de hoy, no deja de ser una mera conjetura, ya que toda la maquinaria que Roma -a través del nuncio apostólico, Bernardito Auza- se hace con suma discreción, estando los interlocutores que actúen obligados a guardar secreto de estas consultas.

El proceso a seguir

Es el canon 377 el que regula el nombramiento de un nuevo obispo. Y se menciona la elaboración de una terna que es presentada a la “sede apostólica”; y para ello, el nuncio recaba opiniones “del arzobispo y los sufragáneos de la provincia a la cual pertenece la diócesis que se ha de proveer o con la cual está agrupada, así como el presidente de la Conferencia Espicopal”. Es decir, que intervendrán el arzobispo de Sevilla y los obispos de las diócesis que conforman la provincia eclesiástica hispalense a la que pertenece Cádiz, que son Córdoba, Huelva, Canarias, Asidonia-Jerez y Tenerife.

Además de estos interlocutores, también puede el nuncio recabar opiniones de algunos miembros del Colegio de Consultores de la diócesis, de miembros del Cabildo Catedral o incluso de laicos “que destaquen por su sabiduría”. Todo ello bajo estricto secreto.

Actualmente, según la web del Obispado forman el Colegio de Consultores nueve sacerdotes: Óscar González, Fernando Campos, Francisco Jesús Fernández, Lázaro Albar, Juan José Marina, Cristóbal Flor, Luis Pedro González, Ricardo Jiménez y Marco Antonio Huelga. Y al Cabildo Catedral pertenecen, que no estén también como consultores, los sacerdotes Luis Palomino, Francisco Granado, Jesús García, Guillermo Domínguez y Antonio Diufaín, además de Jesús Guerrero, Aquiles López y Antonio Torrejón como canónigos honorarios. Cualquiera de ellos, pues, puede ser requerido bajo secreto para dar su parecer sobre el posible relevo de Zornoza.

Con plenas facultades

Al otro lado del camino que emprenderá desde este 31 de julio Roma para proveer de nuevo obispo a Cádiz y Ceuta está el propio Rafael Zornoza. Hasta el momento, su estado de salud parece sólido y su vitalidad y aptitudes también quedan fuera de toda duda. De hecho, hace unos meses él mismo aseguraba en una entrevista a este periódico que se veía con fuerzas y ganas de seguir, estando en medio de este Año de la Eucaristía que aunque se desarrolla con bastante discreción tiene ya una celebración destacada para el 14 de septiembre en la Catedral y está previsto culminar con motivo de Cristo Rey en noviembre.

De momento, Zornoza mantendrá con absoluta normalidad su agenda y la actividad de la diócesis. No en vano, hace tan solo unos días llevaba a cabo los nuevos nombramientos, con cambios de párroco (como el de La Palma en Cádiz) y prórrogas de otros, en una aparente normalidad.

A ello se une el proceso de renovación de diócesis que se está dando en toda España, al coincidir una generación de obispos que pone fin a su vida activa por motivos de edad, lo que está obligando a la Iglesia a redoblar esfuerzos por ordenar nuevos obispos y por reordenar las diócesis del mapa estatal.

Por tanto, lo que se espera a raíz de este cumpleaños de Zornoza es una aparente normalidad en la que la diócesis y el propio obispo mantendrán su actividad, pero con los ojos -y los oídos- puestos en Roma y en el nombramiento de un nuevo Pastor que ya espera Cádiz. Y Ceuta.

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