Cádiz sigue estando sucia
Los problemas con la limpieza son notorios a cualquier hora del día, cualquier día de la semana y en cualquier punto de la ciudad
Planes de choque, campañas de refuerzo, toques de atención a la ciudadanía, lluvia que no cae, baldeos que impiden la sequía y que luego autoriza la Junta, nueva empresa, nuevo contrato con maquinaria todavía antigua… Los intentos, los mensajes, las acciones se suceden; pero lo único cierto es que la ciudad está sucia. No hay discusión. Es tan evidente, que los propios responsables municipales se han visto obligados en más de una ocasión a reconocerlo.
Cádiz estuvo limpia hace años, logró unos estándares más que aceptables y fue motivo incluso para presumir. Pero todo eso quedó atrás. El mal estado de presentación de la limpieza se llevó incluso un concejal por delante (González Bauza, en los primeros años de Kichi), pero ni con los siguientes concejales, ni con el cambio de color en el gobierno, parece mejorar la cosa. “La ciudad está ahora peor”, sacan pecho miembros del anterior gobierno, en lo que no deja de ser un reconocimiento de que en su mandato ya estaba sucia.
Las manchas, contundentes, en el suelo; las papeleras rebosantes a plena luz del día; los orines (y lo que no son orines) de los perros (y de los que no son perros) adosados a los bajos de cualquier fachada, farola o parterre; los frutos que caen de determinados árboles… Las evidencias son numerosas y constantes, sea el día que sea, la hora del día que sea, y la zona que sea. Que ahora que tanto hablan algunos de lugares de primera y segunda, en esto de la limpieza no hay distinción entre una calle de un barrio de extramuros o la mismísima Ancha en otros tiempos tan cuidada y mimada.
El problema es patente, y latente. Y los motivos parecen ser una mezcla de varios. El que han reclamado con asiduidad sindicatos y oposición, no sin falta de razón, guarda relación con la ausencia de inspectores, una figura fundamental para velar por el cumplimiento del contrato y el buen estado de la ciudad. De cinco que debe haber en plantilla solo cuenta el servicio con uno, lo que convierte en imposible este control de la limpieza.
Otro motivo que debe estar afectando al estado de revista de Cádiz es el enorme retraso en la llegada de los nuevos vehículos y de la maquinaria; retraso provocado por otra mala gestión municipal del anterior gobierno que quiso modificar el contrato a los tres meses de empezar el servicio para incorporar vehículos eléctricos que no estaban previstos ni en la oferta inicial de Valoriza ni en el pliego de la licitación, y también del actual que ha necesitado un año para aclarar si esa ampliación del contrato era o no viable, para terminar (año y medio después) en la casilla de salida.
También pudiera achacarse una cierta falta de implicación de los propios concejales, que en su simple actividad diaria o paseo por las calles de la ciudad debieran andar pendientes de este estado de aceras, calzadas, papeleras y demás mobiliario para reclamar la debida corrección. Una falta que queda especialmente patentes en rincones tan destacados en lo patrimonial y cercanos al propio Ayuntamiento como el Arco de los Blanco, que ya hace unos días describía este periódico.
A todos estos motivos debe sumarse, qué duda cabe, el comportamiento ciudadano, muchas veces incívico y desatendiendo el buen estado que también es responsabilidad de la ciudadanía.
La limpieza de la ciudad es un servicio que requiere estar permanentemente encima y que debe prestarse en plenas condiciones. Y en Cádiz, en la actualidad sigue teniendo varias grietas que impiden su correcta ejecución, lo que afecta en el estado general que presenta la ciudad. Pese a que la ciudad paga 1.364.313,83 euros cada mes.
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