“Si fuéramos capaces de vender el patrimonio religioso, nos iría mucho mejor”

La conservación del patrimonio religioso

El turismo reclama que las iglesias abran a las visitas y potencien los tesoros que conservan

Artisplendore avisa que el modelo de gestión de la Catedral no funciona en todos los templos

Portada de la iglesia de San Antonio.
Portada de la iglesia de San Antonio. / Lourdes De Vicente

Está ahí, pero no se ve; es una oportunidad, pero no se vende. El patrimonio religioso es uno de los grandes atractivos que tiene la ciudad; o que podría tener, porque realmente nunca se ha preocupado de poner en valor todo lo bueno que esconden las iglesias a nivel artístico, histórico y arquitectónico. Y eso lo sabe bien Javier Fornell, gerente de la empresa Sur Tour, que muestra lo mejor de la ciudad al turista que la visita. “El gran déficit es que no se sabe el patrimonio que tenemos: un Greco, los Goya, Murillo; tenemos uno de los mejores Barrocos de Andalucía, en San Lorenzo por ejemplo, que solo abre en horario de cultos. O tenemos la capilla doméstica de San Juan de Dios, que está cerrada salvo visitas concertadas; o la capilla de El Pópulo, que sí está completamente cerrada”, afirma Fornell, que entre los buenos ejemplos cita la Catedral, el Oratorio, la Santa Cueva o Santa Cruz.

Para las empresas que conviven con el turismo, la falta de apuesta por el patrimonio religioso en Cádiz es latente. Javier Fornell pone dos ejemplos de actuaciones que se realizan fuera de la ciudad: por un lado, “por hablar de la misma diócesis, la iglesia de Santa María en Medina, que tiene un precio de entrada que ayuda a su conservación, y siempre hay gente dentro”; y por otro lado, el hospital de los Venerables de Sevilla, “con una entrada de casi 8 euros”. “En Cádiz hay sitios de mucha más riqueza, por ejemplo el Hospital de Mujeres que debería ser mucho más visitable de lo que es, pero no sabemos ponerlo en valor, no sabemos venderlo y obviamos que eso es una fuente de riqueza para la ciudad”, asegura este empresario, que además precisa que la mayoría de empresas del sector no tendrían problemas en asumir un coste por entrada. “La gente está dispuesta a pagar por ver arte”, afirma.

A juicio de Javier Fornell, la ciudad se ha centrado en exceso en vender el turismo de playa, “que funciona tres meses y deja poco dinero porque el turista suele venir a apartamentos donde comen y cenan”. Frente a esto, él reivindica el turismo patrimonial, “que es de todo el año, suele alojarse en hoteles o apartamentos turísticos, deja dinero, come en la calle... y en el caso de extranjeros es especialmente potente”. “Si fuéramos capaces de vender el patrimonio religioso, nos iría mucho mejor. Hay mucho público que recorre España viendo patrimonio sacro”, añade con convencimiento.

La capilla del sagrario de San Antonio, el Museo de la Catedral, la iglesia de las concepcionistas de la calle Montañés, el Cristo de la Buena Muerte “que sería un reclamo en cualquier ciudad del mundo”… Fornell no se cansa de poner ejemplos de exponentes patrimoniales que no están debidamente gestionados, que no se dan a conocer, que no se aprovechan para beneficio de la propia ciudad. Todo lo contrario.

Por eso, plantea como iniciativa la creación de un bono que en función de la tarifa que se establezca permita la visita a diversos templos y monumentos de la ciudad. Como ocurre en tantas otras ciudades que sí han sabido ver el potencial de su patrimonio, especialmente en el plano religioso.

¿Pero es tan fácil dar a las iglesias este giro turístico? ¿Es tan sencillo habilitar ese modelo de visitas que con tanto éxito funciona en la Catedral a otros templos de la ciudad? El responsable de la empresa Artisplendore, que se encarga de la gestión turística de la Catedral, Francisco Moya, señala al respecto que la Catedral “es la iglesia más grande y el monumento con mayor volumen y esplendor que tiene la ciudad, también a nivel arquitectónico, histórico, artístico y simbólico”. “Es el epicentro a nivel patrimonial y cultural”, añade, para a continuación indicar que de cara a implantar ese modelo de gestión en otros templos y edificios “hay que analizar muchos factores”.

“Hay que estudiar bien qué características tiene, qué espacios tiene, qué aforos tiene; también estudiar a nivel artístico, arquitectónico, histórico, de singularidades… para que sea atractiva para la visita turística. De igual manera su ubicación, accesibilidad, visibilidad”, explica Moya, desvelando múltiples claves o factores que hay que tener en cuenta “porque no es sencillo que ese producto sea bien consumido y aceptado, y por tanto que sea rentable”.

“Cádiz es una maravilla, turísticamente es muy atractiva, y culturalmente ha crecido de manera muy interesante. Pero nosotros somos los primeros cautelosos: no siempre todo sale igual de bien”, avisa el responsable de Artisplendore, que ve muy importante “diferenciar la Catedral del resto de monumentos”, entendiendo además que en este tipo de cuestiones “hacer algo mal es peor que no hacer nada”.

Sin horarios, sin información, sin condiciones

Varios son los problemas que el turismo encuentra a la hora de buscar un contacto con el patrimonio religioso de la ciudad. Según la experiencia acumulada por la empresa SurTour, el primero de ellos es el horario. “El patrimonio sacro adolece de unos horarios muy dispares y poco uniformes, incluso de horarios que pese a estar establecidos se incumplen; y unos horarios que suelen ser muy cortos y que se reducen además al culto, lo que dificulta las visitas y la organización”, resume al respecto Javier Fornell.

El segundo problema o déficit que señala este gaditano es de la falta de información y el desconocimiento de lo que hay dentro de las iglesias. “Entiendo que son iglesias y no museos, pero en muchos sitios dan información que ayuda a comprender lo que el visitante está viendo”, explica poniendo esta vez como ejemplo la iglesia prioral de El Puerto, “donde lo han hecho muy bien y están además recaudando fondos que emplean en la restauración del templo”.

Y otro problema que tampoco ayuda a divulgar el patrimonio y a que se conozca más allá de las fronteras de la ciudad, incluso dentro de ellas, es las condiciones en el que se expone muchas veces. Falta de iluminación en las obras de arte, problemas de accesibilidad… Inconvenientes, en definitiva, que hacen aún más difícil el reconocimiento del valor patrimonial que esconden los muros de la mayoría de iglesias gaditanas y que supone, en definitiva, una oportunidad perdida para la propia ciudad.

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