Las peñas resucitan en Cádiz

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Tras dos décadas alejado de la hostelería, Joaquín Márquez ‘Carapapa’, junto a veinte socios, inicia un nuevo proyecto en el centro de La Viña

La taberna El tío de la Tiza se renueva

Los hermanos Joaquín y Pepe Márquez.
Inma Maestre

31 de julio 2023 - 07:18

Cádiz/La palabra ‘peña’, aparte de ser una gran piedra sin labrar, monte o cerro peñascoso y una piel para forro, tiene una acepción muy particular en Cádiz. Aquí, sin pensarlo, el primer significado que nos viene a la cabeza es la quinta acepción que recoge el Diccionario de la Lengua Española. Nos viene que ni pintá ese “grupo de personas que participan conjuntamente en fiestas populares o en actividades diversas, como apostar, jugar a la lotería, el cultivar una afición, fomentar la admiración a un personaje o equipo deportivo”.

Las peñas en Cádiz en los años ochenta eran un importante referente, contaban con el beneplácito del Ayuntamiento y colaboraban mano a mano con el crecimiento de la ciudad. Hicieron posible el desarrollo y fortalecieron las raíces en muchos de sus habitantes. Una unión fraternal, de sacrificio, de lucha, y por qué no, de diversión.

El término peña en Cádiz también incluye a asociaciones de amigos, de vecinos, club deportivo, grupos familiares… Existen peñas fantasmas, virtuales e incluso algunas de ellas regresan del pasado.

Joaquín Márquez ('Carapapa')

"Los alquileres en La Viña están muy caros y estos lugares no pueden perderse del barrio”

En la actualidad, las peñas carnavalescas de la ciudad poco a poco van desapareciendo, aunque todavía respiran y mantienen ese halo nostálgico que las caracteriza. Entre sus paredes cargadas de momentos pasados, trofeos, placas, la pared de azulejos, el tablao y con un futuro alentador. Esperemos que, como en este caso, resucitador.

La historia de la Asociación Cultural Carnavalesca Amigos de los Carapapas, antiguo Bar Los Negros y situada en la calle Paz, en pleno centro de La Viña, es la de una resurrección.

Hay que retroceder veintitrés años para encontrarnos con el último establecimiento que regentó Joaquín Márquez Rodríguez, el Bar Carapapa, en la calle La Palma, esquina San Pablo. Ahora Joaquín, más conocido como El Carapapa, ha encontrado en veinte socios la fuerza y la ayuda para sacar adelante esta nueva aventura. Le acompaña su hermano, Pepe, uno de los once de la familia Márquez, nacida de José Márquez González y Manuela Rodríguez Aznar, fundadores de una saga de las más longevas y prolíferas del mundo del Carnaval.

Recuerdo del Bar Los Negros.

Hace cuatro meses que cogieron la Asociación, todavía pendiente de inauguración. Según Joaquín será en septiembre. Entre los planes de los socios está hacer algunos cambios al nuevo local para darle un aire más carnavalero. El saloncito trasero quieren decorarlo imitando a un lavadero antiguo con todos sus avíos, lebrillos, piletas y el pretil, como aquellos que existían en el último piso de las casas antiguas de Cádiz, en las azoteas. Incluirá un pequeño tablaíllo para acoger agrupaciones carnavalescas.

Según Joaquín, “es complicado montar una peña porque la implicación de los socios es fundamental para seguir adelante, y ya hay poca gente que siga en contacto con este tipo de sitios tan antiguos”. Ellos se encontraron con dificultades a la hora de adjudicar la barra y son los hermanos Márquez, finalmente, los que se encargan de esta labor. Joaquín comenta que “lo más difícil fue encontrar un rinconcito para formar la peña, ya que los alquileres en la Viña están muy caros” y según este carnavalero, “estos lugares no se pueden perder en el barrio”.

A los Carapapas les gustan las “mañanitas de sábado”, recordando viejas e interesantes historias que cuentan, cantan y que el resto de los asistentes recogen y acompañan en esa magia mutua por la fiesta grande de Cádiz. Ese es el espíritu que los hermanos Márquez y el resto de socios quieren volver a revivir en el presente.

Joaquín rememora su paso por el Carnaval siendo bombista, y nos cuenta que fue el director de la primera chirigota sólo a caja y bombo de mujeres, Las Molondritas, en el año 80.

Carapapa tiene un gran currículum carnavalesco en chirigotas desde al año 61, cuando empezó con Los Soldaditos de Plomo, Los Criollos, y después de un parón regresó al Carnaval del 78 con Los mercaderes del piojito, Los Gitanos embrujaos, Los Travoltas, Fiebre amarilla, TBO, Lo que quedó de la banda del desastre y un sinfín de chirigotas que Joaquín recuerda con nostalgia.

El saloncito trasero quieren decorarlo imitando a una azotea antigua de Cádiz

También nos cuenta cuando su padre José Márquez González ya sacaba sus murgas antes de la Guerra Civil, sobre el año 34 o 35. Sus agrupaciones más emblemáticas eran Los Gauchos, Los Húngaros gaditanos, Suárez y sus desperdicios, entre otras muchas. Manuel Márquez, otro de los hermanos de Joaquín, formó parte del grupo de Paco Alba en Los Majeros, Los Julianes, La Cuesta de Onduño…, entre otras. Su hermano Pepe El Paleta participó en Aromas de Colombia, El gato andaluz, Los ratones coloraos y otras muchas conocidas en el mundo del Carnaval de aquella época.

Las Molondritas

Joaquín nos habla del orgullo que siente de la herencia que le ha dejado a sus hijos, David y Javier, otra generación de Carapapas que han crecido en los alrededores del Falla y se han impregnado de ese estilo familiar, chirigotero y añejo.

Conservando las raíces viñeras que sembraron y cuidaron con esmero esos grandes autores carnavaleros y que ellos transformaron con su pluma en agrupaciones míticas del Carnaval de Cádiz, como Blancanieves y los 7 enanitos, Los extraterrestres, Los hijos del Lama, Los clásicos básicos, El comando P.U.P.A

En el año 2006 cambian de tercio y saltan a la modalidad de comparsas con una gran acogida y popularidad, con La comparsa de Momo, Los duendes coloraos o Los muñecos de Cádiz, entre otras importantes agrupaciones. Los hermanos ya no participaban en el Concurso del Gran Teatro Falla pero este año David, de improviso hace unos días anunció una nueva comparsa para el Carnaval 2023, El Joyero.

Los Carapapas, una saga familiar que todavía sigue dando guerra y apuesta porque en la ciudad el Carnaval tenga su rinconcito auténtico y legítimo, como en el pasado, cuando las peñas eran un lugar donde podías estar arropado por los tuyos y sentirte como en tu propia casa.

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