Almería-Cádiz CF
El Comité de Árbitros reconoce el grave error en el penalti

"Si yo fuera el alcalde "

Carta íntegra del alcalde, José María González

Kichi ofrece el bastón de la ciudad tras ser elegido alcalde en 2019. / Jesús Marín
R.C.

23 de noviembre 2022 - 19:25

"Ha llegado el momento de aclarar algo de lo que se ha estado hablando mucho en los últimos meses. No voy a presentarme a las próximas elecciones municipales de 2023. No es una decisión nueva, nunca dudé sobre cumplir con mi compromiso de limitación de mandato, aunque el contexto me haya obligado a elegir el momento para no perjudicar al proyecto de Adelante Cádiz que seguirá navegando con rumbo firme y conmigo en la tripulación.

Siento que doy cumplimiento a la palabra dada, al compromiso de no ocupar un cargo público durante un periodo superior a ocho años consecutivos. Siempre he pensado que la política no debería ser un trabajo, una forma de ganarse la vida, sino un acto de compromiso voluntario. Un acto de amor y generosidad hacia los demás, que tiene obligatoriamente que ser temporal para no dar oportunidad alguna a la vanidad, a la tiranía, a la corrupción. La temporalidad es la mejor vacuna que conozco contra todo lo malo de la política, contra el riesgo de pensar que sé es representante público por derecho propio o divino y no porque que es el pueblo quien te ha elegido para que les representes. Y la limitación salarial la mejor forma de mantenerme fiel al pueblo que te votó, no ganar ni un euro más que en mi trabajo anterior, no cambiarme de barrio. Todos fueron compromisos claros a los que hoy, como digo, doy cumplimento.

Estoy convencido que esta reflexión es uno de los elementos que mejor definen la Nueva política, aquella que defendíamos en 2015 y esta decisión no sólo viene a corroborar que decíamos la verdad entonces, sino que lo seguimos pensando ahora.

No son pocas las veces a lo largo de estos 8 años las que me he recordado ensayando aquella cuarteta de Los Mendas Lerendas: “…Si yo fuera el alcalde de Cádiz…” En aquella época ni me imaginaba que un día me tocaría encarnar aquel compromiso, ni nos imaginábamos que la noche en la que Jesús Bienvenido dijo: “Kichi, te toca hacer de Salvochea” en realidad estaba conjurando una profecía. Lo que sí sabíamos, lo que teníamos muy claro era por qué lo hacíamos, por qué lo cantábamos. Era nuestra manera de denunciar que Cádiz necesitaba un cambio, que tras 20 años en el gobierno, el proyecto de Teófila estaba agotado porque no ofrecía más que un modelo de ciudad viejuno, sin aspiraciones y repleto de improvisaciones y patadas hacia delante.

Y el cambio llegó. Llegó el 15M y un relevo generacional que quería aspirar a cambiar el guión de la ciudad de los macetones que no tenía donde esconder su pobreza y su paro. Llegó el cambio porque el PP votó en contra de la carga de trabajo para la Bahía de la mano de la diputada Martínez, que se olvidaba de que su principal trabajo era defender a Cádiz, llegó el cambio porque un apunte en una libreta nos contaba que una tal T. Martínez había recibido sobres de dinero de la caja B que el PP había llenado con mordidas y favores a los grandes empresarios de este país, llegó el cambio porque 8 millones al año en publicidad y autobombo, 275 millones de euros de deuda, 126 días de media para pagar a proveedores, eran cifras que pedían a gritos que algo cambiase.

Las Mareas, la indignación, Podemos, la esperanza. La oportunidad de generar un cambio real en la forma de gobernar esta ciudad que, sin arrodillarse a las siglas de ningún partido, pusiese a Cádiz por delate de todo. Militar primero en Cádiz y después en todo lo demás. De repente habíamos alcanzado la oportunidad de abrir las ventanas del Ayuntamiento de Cádiz para que saliera el olor a cerrado, para que entrase aire fresco, luz, colores, todos los colores.

Y fue ahí, justo ahí, cuando me comprometí ante todos ustedes a no acomodarme, a no aferrarme a ningún sillón, a que concluido mi compromiso de 8 años con nuestra ciudad, volvería a mi trabajo, a enseñar, a dar clases, a mi instituto.

En estos tiempos que corren, tan acostumbrados como estamos a la desafección, en los que la palabra de un político vale poco o nada, en los que las promesas siempre son electorales, estoy convencido que la honestidad y la coherencia, el valor de la palabra dada, son valores imprescindibles, casi revolucionarios, que debo guardar, que debo legar.

Por eso he tomado esta decisión. Y llega el momento de hacer balance de estos 8 años. Un balance que siempre es positivo porque me voy a llevar, además de todo lo logrado, la certeza de saber que he sido capaz de demostrar que la política no es un coto privado reservado a unos pocos, que frente al despilfarro, el autobombo y la mediocridad, había otra forma de hacer política, porque hay determinadas cosas que no se pueden aparentar, que se tienen o no se tienen. Era preciso demostrar que la defensa a ultranza de lo público, los derechos de la ciudadanía, la sostenibilidad, incluso la felicidad y la alegría, siendo preceptos irrenunciables de todo proyecto político del siglo XXI, no pueden convertirse en privilegio para unos pocos. Una ciudad no puede avanzar si va dejando en la cuneta a aquellos que tienen más dificultad para avanzar por sí mismos. Eso es un modelo fallido, lo vemos todos los días en las noticias. Frente al sálvese quien pueda de la Sra. Ayuso y de Trump, el valor del común, de lo colectivo.

Revertir la deuda municipal, pagar en menos de 30 días a los proveedores, quitarle 7.5 millones de euros al autobombo para ser el segundo ayuntamiento de España en inversión social después de Bilbao, que en Cádiz hoy no se le corte la luz ni el agua a ningún vecino si no puede pagar la factura, aumentar el parque público de vivienda en 8 años, más que en los 20 del PP juntos, haber ahuyentado a las casas de apuestas de nuestros barrios, dignificar y poner a punto todos los equipamientos deportivos de la ciudad, apostar por la formación y la inserción laboral como nunca antes se había visto, remunicipalizar servicios públicos para que no sea antes el beneficio de la empresa que los presta, que la calidad del mismo para nuestros vecinos, crear un nuevo punto de atención a la Mujer, editar planes contra la LGTBIfobia y el primer Plan contra las Violencias Machistas, eliminar referencias franquistas y golpistas del Callejero incorporando, por fin, a Mujeres, honrar la Memoria de los represaliados por el Golpe del 36 exhumando sus restos amontonados en las fosas comunes del cementerio, arrancar grandes proyectos como la Ciudad de la Justicia y Valcárcel que de seguro traerán empleo y dinamización económica a nuestros barrios.

Pero queda mucho camino aún por recorrer. Son muchos los desafíos a los que, como ciudad, nos tenemos que enfrentar. El empleo, la vivienda, la justicia social, la importancia de lo público, la igualdad de oportunidades, los derechos. Lo queremos todos, no vamos a renunciar a nada. Para conseguirlo ya hay iniciado un camino, un terreno abonado. Y serán mis compañeros y compañeras los encargados de seguir trabajando para hacerlos realidad. Ellos y ellas, al igual que yo, se dejarán la piel cada día, cada minuto para conseguirlo. Con esfuerzo, con trabajo, con aciertos y errores, pero con la mirada limpia y el compromiso inquebrantable que únicamente tiene y conoce el que ama de verdad sin pedir nada a cambio, sin esperar nada a cambio. Así amo yo esta ciudad, de verdad y por encima de todo.

Quiero pediros perdón, perdón por los errores que he cometido, perdón por cada vez que no he cumplico las expectativas, perdón por no haber sido capaz de explicar algunas cosas como debiera, perdón si no he hecho lo correcto o por no haber sido sencillamente quien os hubiese gustado que fuera en cada momento. A veces es muy difícil conciliar intereses contrapuestos. Queremos niños y niñas jugando en la calle y sin tanto móvil, zonas verdes, aire limpio, pero también queremos aparcar el coche en la puerta de casa para descargar la compra. O nos preocupan las personas sin hogar pero no queremos ver la pobreza del mundo en la puerta de casa. Es difícil elegir entre el ecologismo y la comodidad o entre los derechos humanos y la limpieza.

Y quiero también daros las gracias, las gracias de corazón, a todos cuantos me habéis animado a seguir día a día, a aquel desconocido que con un gesto de complicidad amable, me levantabais la moral sin saberlo, cuando más lo necesitaba. A mis compañeros y compañeras sin los que nada habría sido posible. Gracias por ayudarme a imaginar, a crear, a construir, a hacer realidad lo que consideramos justo. Pero gracias también por la ternura, por el cuidado, por poner vuestra vida y vuestros cuerpos para cuidarme. Gracias a mi familia la sanguínea y la de la vida, a mi padre, que se fue con los pulmones enfermos por la soldadura pero se despidió orgulloso de su hijo alcalde, a mi querida madre por ser una leona que me ha enseñado la importancia y el significado de lo que es ser verdaderamente madre. A mis hijos por quererme a pesar de las ausencias, a mi compañera, Tere, junto a la que he descubierto el verdadero sentido del compromiso y de la felicidad.

Pero no quiero olvidarme de dar las gracias, también, a aquellas personas que han intentado desde el minuto primero que nada de esto funcionase. Los conocemos, no hace falta que los mencione. Gracias porque es de vosotros de quien más he aprendido, es gracias a vuestros golpes que me he hecho más fuerte, es gracias a vuestros engaños que me he vuelto más listo.

Cuando miro esta ciudad, sinceramente veo una ciudad mejor de la que me encontré. Hoy Cádiz es una ciudad con rumbo, más abierta, más rica, más diversa, más inclusiva, más amable, con más futuro. Y claro está que el merito no es únicamente mío, pero me siento muy orgulloso de haber contribuido a que así sea.

Espero haber conseguido demostrar que otra forma de hacer política es posible, que para representar a los gaditanos y gaditanas tienes que parecerte a ellos, vivir como ellos, sentir como ellos. Los representantes de pueblo tienen que ser del pueblo, todo lo demás es impostura, todo lo demás es, sencillamente, mentira. No puede ser de otra manera, no puede ser con soberbia sino con humildad. No puede ser con clasismo sino con cercanía. No puede ser de otra forma, que con humanidad y con verdad.

Pero todavía no ha sonado el final, ni siquiera estamos en el tiempo de descuento, y como buen cadista, soy consciente de la importancia de los últimos 10 minutos. Por eso quiero dejar claro que desde hoy hasta el próximo mes de Mayo, no estoy en retirada, todo lo contrario, voy a seguir dando lo mejor de mí, redoblando el esfuerzo si eso es posible, para que Cádiz siga por la senda marcada del desarrollo y el progreso. Asumiendo los retos y desafíos que actualmente tenemos con las mismas ganas, la misma fuerza e ilusión del primer día.

Soy consciente que nunca podré volver a cantar aquella cuarteta de los Mendas Lerendas: ...”Si yo fuera el alcalde de Cádiz…” como aquel chaval de la comparsa que fui la cantaba. Pero, tras todo lo vivido, lo aprendido y lo logrado, ¿Quién quiere hacerlo?"

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